Con calma, pero sumidos en la desazón de tener que iniciar otra peregrinación por la ciudad, uno a uno los 250 habitantes de calle que ocupaban un lote aledaño a la Plaza Minorista, ayer desalojaron el lugar.
Solo la acción de un sujeto que les prendió fuego a dos carpas, las cuales fueron apagadas a los pocos minutos por los Bomberos, alteró la calma. El incidente acabó con la detención del individuo y así el alcalde, Federico Gutiérrez, cumplió su promesa de tener de nuevo libre este lugar ya que, según denuncias, los ocupantes ocasionaron problemas de inseguridad en el sector. Hubo quejas de agresiones a transeúntes y ocupantes de carros, y ciudadanos que mercaban en la Minorista dejaron de hacerlo por esta situación.
Una oportunidad
Pero para varios fue la oportunidad de enderezar sus vidas, como John Anderson Villada, quien se presentó a la carpa de la Pastoral Social y la Alcaldía a pedir apoyo.
“Tengo 32 años y quiero una oportunidad, llevo mucho tiempo en las calles, donde me han amenazado y ultrajado, esto no me lleva a ninguna parte, quiero tener un hogar, hijos, amar y ser amado”, expresó John Anderson. Valorando su intención, fue remitido al Centro Día Dos de la Secretaría de Inclusión Social y Familia, donde se adelanta este proceso con los habitantes que quieren resocializarse.
Otros, como Daniel Loaiza, prefirieron desarmar su cambuche, llenar un costal con las pocas pertenencias y reiniciar un camino errante por las calles: “llegué de Armenia hace 22 años; por decepciones de la vida estoy en la calle y quisiera recuperar mis cinco hijos”, comentó este hombre, a quien por instantes venció el llanto.
El desalojo interrumpió un proceso de tres meses de trabajo de la Fundación Semilla que Crece, que le brinda atención en salud y sicosocial a este grupo hace 16 años.
“Con ellos se había iniciado un proceso educativo, se comprometieron, aprendieron a bañarse, a barrer, a no agredirse”, explicó Ana Betancur, coordinadora en Salud, quien destacó la calma de los ocupantes del lote para irse sin altercados y sin resistirse.
Luis Bernardo Vélez, secretario de Inclusión Social y Familia, destacó la forma pacífica de la desocupación, lo que atribuyó a la participación de instancias como su dependencia y las secretarías de Seguridad y Espacio Público.
“Este campamento desaparece, pero no desaparecen los habitantes de calle, es un problema de la ciudad como lo tienen muchas ciudades y le pedimos a la ciudadanía paciencia y apoyo”, recalcó.
Pero enfatizó que se seguirá atendiendo de manera integral, sin violencia, fortaleciendo los centros Día 1, 2 y 3 y el programa de granjas, donde los habitantes de calle emprenden una vida productiva.