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En diciembre de 2016, días antes de la Nochebuena, en la zona de hangares del aeropuerto Olaya Herrera de Medellín notaron la presencia de una intrusa, una perrita callejera que se las arregló para superar las cercas de seguridad del terminal aéreo, el cual, sin planearlo, se convirtió en su hogar y lugar de trabajo.
Los bomberos aeronáuticos la acogieron y le brindaron refugio, pero con el único propósito de cuidarla mientras venía a recogerla la autoridad municipal encargada de los animales de la calle. Los albergues estaban tan llenos de perros y gatos abandonados que no la aceptaron y tampoco habían hogares de paso disponibles, por eso no les quedó de otra que continuar con la pequeña canina.
Los bomberos, entre ellos María Andrea Candela...
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