Invitar al recuerdo a los ganadores de becas en las Olimpiadas del Conocimiento es encontrarse una sonrisa, un guiño en el pasado que marca el despegue de los sueños para estos jóvenes talentosos, pero que no en todos los casos contaban con los recursos para hacer el futuro tal como lo querían.
Algunos ya son profesionales en medicina, diferentes ingenierías, administración o economía, con estudios de posgrado terminados o en proyecto de concretarlos; otros, avanzan en sus estudios en las áreas de su preferencia, en la universidad que eligieron sin preocuparse si sus padres podían pagar.
Para hablar de lo diverso de sus proyectos en la vida basta contar que Brayan Estiven López, de Puerto Nare, ganador en 2013 por la región del Magdalena Medio antioqueño, y José Julián Posada, de Jardín, que el mismo año ganó en la región del Suroeste, coinciden en los primeros semestres de ingeniería mecatrónica en la Escuela de Ingeniería de Antioquia, mientras que Juan Esteban Orrego, de Campamento, ganador del Norte en 2012, avanza en su formación en el seminario para ser sacerdote católico.
Para todos ellos el paso por el concurso ha cambiado sus vidas y se sitúa al comienzo de sus sueños.
A sus 26 años, Carlos Alberto Velásquez, elabora modelos matemáticos a partir de patrones de comportamiento en la suscripción y las reclamaciones de seguros. Es ingeniero matemático, con maestría en finanzas, y trabaja para Suramericana en la vicepresidencia de contraloría.
“De las Olimpiadas del Conocimiento recuerdo que fue una experiencia muy enriquecedora, porque pude conocer a muchos estudiantes de otros colegios concursando también, muy tesos, cada uno en su área”, responde hoy el que fuera el ganador de la primera versión del concurso en 2005.
La perspectiva de Carlos Alberto, estudiante destacado del colegio San Cristóbal, estaba situada en su corregimiento y a pesar de su disciplina tenía muy presentes distancias y limitantes a la hora de elegir su futuro.
“Mi alternativa era una universidad pública. Me presenté a la Universidad Nacional, a ingeniería mecánica, y pasé”, recuerda.
Sin embargo, el paso por el concurso le abrió nuevas posibilidades. Fue invitado a conocer el programa de ingeniería matemática en Eafit y le pareció la carrera perfecta para lo que quería que era aplicar las matemáticas para resolver problemas prácticos.
Hoy sueña especializarse en los Estados Unidos.
Un sueño truncado
A pesar de su talento, David Estrada no pudo alcanzar sus metas. La vida del representante de La Estrella en la final del concurso el año pasado se terminó apenas a los 16 años. “Calidad e inteligencia que nos harán falta”, escribió el Gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, en septiembre pasado, cuando se conoció la triste noticia.
Sin embargo su paso por el concurso le valió ser uno de los ganadores de las becas para estudios superiores en el departamento. Con mucho entusiasmo estudiaba filosofía en la Universidad de Antioquia.
Futura oftalmóloga
Andrea Córdoba, ganadora del 2007 estudió medicina en el CES, y está en el año de servicio social obligatorio en la clínica de la institución. Una vez termine, en enero próximo, planea comenzar su residencia en oftalmología.
“Haber participado en el concurso ha sido uno de los hechos más trascendentes en mi vida. Me permitió estudiar toda la carrera con la tranquiliad de que el semestre siguiente siempre estaba pago”, cuenta la joven médica, de 25 años, egresada del colegio La Enseñanza, de Medellín, institución en la que también estudió Mariana Jaramillo, ganadora de este año en la ciudad.
La profe Mayra
Mayra Bustamante, de Caucasia, fue la primera ganadora en 2012, cuando el concurso se replicó para las nueve regiones del departamento. Estudió en el Liceo Caucasia, la institución de la que han salido los tres ganadores de becas en la región del Bajo Cauca en tres ediciones del concurso, lista que completan Daniel Rengifo en 2013 y Daniela Posso, la ganadora de este año.
Acaba de terminar el cuarto semestre de ingeniería matemática en Eafit, pero no descansa. Cada vez que sale a vacaciones regresa a su pueblo, donde la esperan los niños estudiosos que ven en ella un ejemplo y en sus enseñanzas una opción para el futuro. Las pasadas vacaciones cien niños asistieron a sus clases y esta temporada espera que sean muchos más, gracias al apoyo de sus compañeros campeones del conocimiento, a diversas entidades que patrocinan su labor y a la Universidad de Antioquia que les presta sus aulas.
“El recuerdo más bonito que tengo fue cuando volví a Caucasia y los niños de primaria, los más chiquitos, salían corriendo detrás de mí, algunos me decían que pasaban estudiando hasta la noche porque querían ser como yo y ganar las Olimpiadas cuando estén en once. Ha sido lo más bonito que me ha pasado”, anota con una sonrisa.
Y es que justo por testimonios como estos, es que con el paso del tiempo, hacer del conocimiento un deporte olímpico es una disciplina que despierta entusiasmo e ilusiona en toda Antioquia.
