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La imprudencia de los conductores o la falta de elementos de seguridad en los parqueaderos son parte de las teorías que, según los expertos, podrían explicar las causas de los dos accidentes ocurridos con vehículos que cayeron desde parqueaderos en altura este mes en el Valle de Aburrá.
El primero de estos casos ocurrió en el barrio Los Colores, el 11 de agosto, cuando un vehículo cayó de un cuarto piso. Menos de diez días después se registró otro accidente en Sabaneta, cuando los rescatistas recibieron una llamada de auxilio a la 1: 00 a.m. Un carro cayó también del cuarto piso de un parqueadero.
¿Existe una reglamentación para garantizar la seguridad o se trata de negligencia?
Al respecto, el ingeniero civil Mario Santiago Hernández, de la Universidad de Medellín, explicó que hay dos modalidades para construir parqueaderos en las edificaciones.
La primera es a manera de sótanos, como los de los centros comerciales, que cuentan con muros de contención (y que, en caso de choque, dejarían al vehículo destruido).
Sin embargo, la mayoría de los parqueaderos se construyen en altura. Hernández explicó que no hay una reglamentación que exija a los constructores que los cerramientos perimetrales de los parqueaderos tengan muros con condiciones específicas para soportar el golpe de un carro. A pesar de eso, las edificaciones deben contar con topellantas que, de estar bien instalados y adheridos a las losas, marcan la división entre el vehículo y el cerramiento y evita que caigan al abismo.
“Cualquier parqueadero en altura en el Valle de Aburrá que lo colisione un vehículo se va a venir abajo, porque esos muros no están diseñados para eso y la normativa no lo exige”, indicó Hernández.
Por eso, agregó, los vehículos no tendrían razón para exceder la velocidad y remontarse al topellantas.
“Las velocidades de parqueo son bajísimas. Me atrevería a decir que, en esos casos, los conductores aceleraron más o los topellantas no estaban bien adheridos a la losa (o no tenían la geometría adecuada). Un vehículo, al contacto con el topellantas, no tendría porqué desplazarlo o arrancarlo”.
Henry Hernán Carvajal Jaramillo, docente de la Escuela de Construcción de la Universidad Nacional de Medellín y especialista en Patología de la Edificación, agregó que la Norma Sismorresistente Colombiana NSR-10 (NSR-10) regula los elementos no estructurales de las edificaciones (como los cerramientos, los acabados y las instalaciones).
Los muros que cierran los edificios en la zona de parqueaderos, dijo, deben cumplir con la norma, lo que les exige que los acabados no se desprendan en caso de sismo.
“Si se cumple la norma para estos elementos, es posible que disminuyan los accidentes por impacto”.
Los muros y elementos no estructurales, añadió, requieren de unos aceros de refuerzo verticales amarrados a las losas. Generalmente en los diseños se colocan en cada metro, de forma que actúen como una reja que va a disminuir el impacto y va a evitar que el carro caiga.
A pesar de eso, dijo Carvajal, esta normativa no se cumple en Medellín, puesto que las constructoras “llevan los planos para que en la curaduría se aprueben los proyectos, pero a la hora de construir no se ponen los refuerzos adecuados”. Concluyó que estos casos son un llamado de atención a las constructoras, que deben darle más importancia a la estabilidad de los elementos no estructurales.
Eduardo Loaiza, gerente de Camacol Antioquia, reiteró que la NSR-10 establece las condiciones para los sistemas de barreras y determina el valor de las cargas que debe soportar el muro que sirva como contención para los vehículos. Y también cuáles deben ser los criterios para el diseño de muros de mampostería (ladrillo).
Por lo tanto, dijo, es una norma obligatoria que debe tenerse en cuenta desde el diseño hasta la construcción.
“En cada caso específico las investigaciones determinarán las causas reales, así como el cumplimiento o no de las normas en la construcción. Habrá que ver la antigüedad de la edificación para saber qué exigencia técnica y versión de la norma se le requirió en el licenciamiento”, dijo.
Federico Estrada, gerente de la Lonja de Medellín, coincidió en que elementos como los topellantas son preventivos y, por la seguridad de las personas, es “razonable que se estudien otras medidas”.
Alfonso Álvarez de Asurbe, organización que agrupa a más de 600 unidades residenciales de propiedad horizontal, indicó que la clave para prevenir los accidentes es el componente cultural y de educación de los conductores, pues mientras sean imprudentes “no hay barrera física, ni controles que eviten los desenlaces trágicos”.
Añadió, con relación a las medidas en infraestructura, que es necesario que los “topes” estén anclados y ubicados de forma invertida, es decir, que las llantas lleguen a la pared del tope y no por el lado de la rampa. Además, que los muros que dan al vacío en parqueaderos sean construidos con mayor especificación estructural que los de acabados .