viernes
7 y 9
7 y 9
El refrán, de tanto usarlo, se convirtió en un lugar común: cuando China estornuda, el planeta se resfría. Pero es inevitable pensar en ello cuando una decisión tomada en ese país, separado de Colombia por 15.000 kilómetros, repercute a este lado del océano. Y aunque los habitantes de Medellín no conozcan jamás el río Amarillo, o no se entenren de la existencia del Monte Tai, China va a tener mucho que ver con la decoración navideña de las casas de la ciudad.
Pero vamos por partes. Este 2021 ya está entrando en su recta final y, como cada año, las ansias de Navidad van incrementando en algunos sectores de la sociedad. Prueba de ello es que los almacenes de cadena ya están exhibiendo los árboles, los Papá Noel y las guirnaldas. Lo propio pasa en el Centro. En Carabobo, un local que es de calzado tiró todos los zapatos a la bodega y ahora solo vende luces navideñas, bolas de colores, nieve artificial y todo lo imaginable relacionado con la temporada.
A simple vista parece una temporada navideña usual. Pero, detrás del destello de las luces aparecen los detalles. Lo primero es que este diciembre, se estima, no habrá restricciones por la pandemia. Será una navidad, seguramente, como las de 2019 o antes de la pandemia. Lo segundo, y aquí es donde entra China a jugar, es el costo de los productos.
En Evolución, el local de Carabobo, los precios son más altos que los del año pasado. Una extensión pasó de $5.000 a $8.000; una malla decorativa, de $6.000 a $10.000. La razón del alza, como era presumible a estas alturas, tiene que ver con China. De ese país provienen casi todas las luces, bolas y figuras navideñas.
El quid del asunto es que el costo de transportar un contenedor desde China al país se incrementó de manera inusitada. Hacerlo costaba US$2.000; ahora cuesta US$14.000. ¿Pero a qué se debe todo esto? Hay dos razones: una vez China, Estados Unidos y las potencias europeas reabrieron sus economías, el gigante asiático empezó a elevar su producción y a demandar más contenedores.
La segunda fue tras los recientes rebrotes de Covid-19 en China, que obligaron a ese país a cerrar parcialmente puertos como Yantian, o más recientemente Ningbo-Zhoushan –ambos operando nuevamente–.
El problema en cuestión no afecta solamente a quienes traen los productos navideños, sino a los importadores en general.
Javier Díaz, presidente de Analdex, gremio de comercio exterior, explica que las consecuencias ya se sienten en el sector agrícola: “Ya lo estamos observando en alimentos, nosotros importamos maíz amarillo para la cadena avícola y porcícola y cuando los precios de los fletes se trasladan a ese producto, por consiguiente impactan la tarifa del concentrado y de ahí se traslada a huevo, pollo y cerdo y aumenta la inflación”.
Farid López es administrador de Decohogar, un almacén tradicional del Centro de Medellín. Su idea era sacar todo lo navideño a comienzos de octubre, pero, por la escasez de contenedores, no pudo hacerlo. Ahora está a la espera de que llegue la mercancía: “Por los contenedores, todo está muy caro. Los productos navideños, calculamos, van a tener un incremento de 20 o 22%. Esperamos que, pese a eso, la gente se anime a comprar”.
Pero el golpe no lo han sentido solo con los árboles o las decoraciones navideñas. De China traen ollas, vajillas y cerámicas que, por la escasez y el precio de los contenedores, han aumentado su costo. Muchos de esos productos, dice Farid, se han quedado en los estantes por falta de poder adquisitivo de los clientes: “La gente está comprando lo justo. El golpe de la pandemia fue muy fuerte y no nos hemos recuperado. Solo una buena temporada navideña nos puede aliviar”.
Los compradores, por su parte, ven los precios con cautela. Carlos Arturo González y su pareja, Indira Moreno, se paseaban por el Hueco en búsqueda de artículos navideños. Decidieron madrugarle a la temporada para encontrar “lo nuevo” de este año. Les llamaron la atención las luces láser y las bolas que alumbran. Pero, más que eso, se fijaron en los precios: “Si antes comprábamos dos o tres cosas, hoy solo podemos comprar una”, dice él. Y ella complementa: “Ya no alcanza como el año pasado o antepasado”.
El Centro, que es uno de los lugares preferidos para hacer las compras navideñas, tiene algunos problemas que pueden perjudicar la temporada venidera. Para los comerciantes ha sido particularmente duro este año. Al comienzo los azotó la pandemia; luego les cayó el paro nacional y tuvieron que cerrar, a su pesar, las cortinas metálicas de sus negocios. Por eso están esperanzados en que la Navidad les ayude a pasar el mal trago.
Daniel Manzano, director ejecutivo de Asoguayaquil, que reúne a los comerciantes del Hueco, dice que es la oportunidad de salir del mal rato. Sin embargo, aduce que el mal uso del espacio público los tiene perjudicados: “Si no se soluciona la invasión del espacio, no haremos nada. De eso también depende el repunte del comercio”