Disfruta los textos de el Taller 2022

María Cristina Muñoz y Deisy Barbosa Moreno.

Talleristas Prensa Escuela El Colombiano

 Bienvenidos profesores, bibliotecarios y padres de familia, los invitamos a utilizar la información de actualidad en el ámbito escolar, en la biblioteca y en el hogar. Aquí, les proponemos algunas ideas que pueden aplicar y transformar de acuerdo con los intereses de los estudiantes, usuarios o hijos. Disfruten de la multiplicidad de temas que les proponemos, generando una conversación permanente entre adultos, niños y jóvenes.

Publicación que se propone: El Taller 

Tema: Relatos

Fecha de publicación: Noviembre 10 de 2022

Enlace: 

https://www.elcolombiano.com/blogs/prensaescuela/category/el-taller-prensa-escuela/publicacion-2022

 

Aquí puedes escuchar el podcast de la estrategia: 

 

El Taller 2022

 En esta oportunidad les proponemos compartir con sus hijos, usuarios y alumnos la edición de El Taller 2022, una publicación anual de Prensa Escuela El Colombiano, la UPB y la USB en donde se recopilan los mejores relatos escritos por los estudiantes que pertenecen al programa.

Esta estrategia, por ser la última del año, queremos que sea de largo aliento. Te invitamos a disfrutar de la lectura de los textos escritos por los estudiantes y talleristas participantes del programa El Taller, que se realiza con estudiantes de diversas I.E. de la ciudad de Medellín. Exploren sus relatos y disfruten de la alegría que produce compartir una buena historia.  

Antes de iniciar con los relatos, queremos hacer un breve contexto de lo vivido durante los talleres realizados con estudiantes de varias I.E. de Medellín. Este año, se tejió una alianza con el Programa Adopta un Autor, en el marco de los Eventos del Libro. La escritora adoptada fue Sara Jaramillo Kinkert, a partir de la lectura de sus textos, los estudiantes se acercaron con curiosidad y sensibilidad a otras personas, para reconocerlas en toda su humanidades y narrarlas a partir del uso de los sentidos. Además, de vivir sus textos, los estudiantes escribieron los propios. La publicación que les proponemos para finalizar el año, es el resultado de varios ejercicios de sensibilización y escritura que nos permiten escuchar la voz de los jóvenes de nuestra ciudad.

El Taller 2022

Para descargar el PDF de El Taller haz clic en el  enlace 

https://read.bookcreator.com/OLfOoafHWFapwwzQUqgDKXPxFZv1/XCL7iM-1SESSLnpp_bUI1Q

 Indaguen sobre los temas de interés y a partir de estos escojan los textos que van a compartir.

 Realicen la lectura en voz alta del texto seleccionado y hagan un foro o discusión sobre la temática.

 Invite a los estudiantes a crear sus propios textos a partir de sus experiencias.

 Si sus estudiantes se encuentran ya en vacaciones, escoja un texto que llame su atención y compartalo a través de redes sociales.

Disfrute de la lectura de El Taller y seleccione algunos relatos que pueda trabajar con sus estudiantes después del receso de fin de año.

 A continuación le dejamos algunos de los textos que nos llamaron la atención:

Podría ser peor. Valeria lucía Berrocal V.

Podría ser peor_El Taller 2022

https://www.elcolombiano.com/blogs/prensaescuela/podria-ser-peor-2/17238

¿A qué edad se es adulto? Andrés Mauricio Luna Gómez. 

A qué edad se es adulto- el Taller 2022

https://www.elcolombiano.com/blogs/prensaescuela/a-que-edad-se-es-adulto-2/17236

Mi burbuja de oscuridad. María Isabel Muñoz

Mi burbi¿uja de oscuridad_el Taller 2022

https://www.elcolombiano.com/blogs/prensaescuela/mi-burbuja-de-oscurida/17219

 

Rojito. Sofía Martínez Salgado.

 Rojito_El Taller 2022

 

https://www.elcolombiano.com/blogs/prensaescuela/?s=Rojito

 

Premisas básicas para el uso de la prensa:

Lea el artículo antes de presentarlo a los niños o jóvenes.
Explore el artículo en elcolombiano.com para verificar si contiene enlaces a otras noticias que se relacionan con el tema.
Determine cómo va a dar a conocer el contenido de la información: lectura en voz alta, narración de las partes más significativas o lectura silenciosa por parte de los niños o jóvenes.
Presente la página completa o el sitio web donde está ubicado el artículo. Sugerimos no recortar la noticia, pues el espacio que ocupa y la ubicación en la página, también ofrecen elementos de análisis.
Aproveche todas las partes del artículo: textos, gráficos, ilustraciones, fotografías y videos, en el caso de Internet.
Permita que niños y jóvenes exploren el periódico o el sitio web para identificar su estructura: los tipos de historias y la manera como las presentan.

EXPLORA EL PERIÓDICO PARA QUE TE INSPIRES Y REALICES OTRAS ACTIVIDADES A PARTIR DE ÉL

El Taller 2022

Les presentamos la publicación digital de la edición de El Taller 2022. Aquí podrán leer los textos de algunos de los estudiantes y talleristas que participaron en los encuentros de los últimos cuatros meses. Los invitamos a explorar sus relatos y a contagiarse de la alegría que produce compartir historias. También, podrán encontrar nuestro pódcast “Realidades Mutantes” en el que les compartimos nuestras perspectivas sobre algunos de los aspectos que consideramos relevantes en los procesos de formación.

*Haz clic en la imagen para visitar la publicación.

Portada_Prensa-Escuela

La violencia que duele en mi barrio

Por: Angely Vanessa Machado Díaz

Grado Noveno

I.E. Antonio Derka Santo Domingo

Tallerista Laura Melissa Moncada 

Comunicación Social y Periodismo

Universidad Pontificia Bolivariana 

 

Santo Domingo es un lugar encantador, cálido y tropical, con amaneceres, atardeceres y anocheceres perfectos, pájaros volando por los cielos, una gran variedad de árboles, flores y personas maravillosas. Pero siempre en todo lo bueno hay algo malo y mi barrio no es la excepción.

El colegio Antonio Derka Santo Domingo está ubicado en medio de tres barrios, entre los cuales existen fronteras invisibles que han impuesto las bandas que venden incontables cantidades de drogas, mandan en cada uno de esos territorios y que son muy violentas, por esto, los integrantes de cada una de ellas no pueden cruzar hacia el territorio de las demás.   

Eran las 5:00 de la mañana del primero de agosto de 2022. Me levanté como era usual para ir a estudiar. Tenía bastante frío, entonces me tomé un chocolate con galletas. Procedí a bañarme, me puse el uniforme y me terminé de organizar para salir hacia el colegio. Parecía un día normal. Estuve en clase de matemáticas, el profesor nos dejó tarea en parejas y las demás clases pasaron sin novedades. 

A las 12:00 en punto sonó el timbre y me fui a la casa de una de mis compañeras a terminar la tarea. La hicimos tan rápido que antes de las 2:00 p.m. yo ya iba camino a mi casa. Era un día normal por lo que caminaba sin prisas, ya no tenía ningún pendiente. Pasé de nuevo por mi colegio y vi a un integrante de una de las bandas parado justo donde no tendría por qué estar: entre las fronteras invisibles. Todo pasó muy rápido. Otra persona, quien sí pertenecía a la banda que controlaba dicho territorio, agredió con un machete al hombre como si se tratara de un visitante indigno, de un ser prohibido, así llegó a sacarlo, ya que con su voz no fue capaz y, con la mirada vacía, huyó sin volverse ni una sola vez. 

Ese momento me partió el alma. Yo quería ayudarlo, quería hacer algo, pero solo me alejé; empecé a caminar con más rapidez, la paciencia con la que iba me abandonó, ahora me tenía agarrada el miedo y me llevaba corriendo. Entré a mi casa y ya no salí más. Dormí toda la tarde, me desperté a las 7:30 y salí hacia la casa de mi mejor amiga, Sofía. El piso estaba húmedo y las calles se cubrían cada vez más de neblina. Ya no era un día normal, era una noche triste. Apenas llegué, le pregunté a Sofía cómo se sentía y su respuesta fue que no se sentía bien. Lo que yo presencié en la calle, ella también lo vio, aunque desde dentro del colegio. Justo cuando ella estaba en descanso, vio cómo empezaron a bajar por una escaleras del barrio muchos hombres armados con machetes y piedras porque su amigo, el joven al que yo vi en esa esquina, no sobrevivió. Ellos bajaban en busca de venganza y se hicieron justo al frente del otro barrio para enfrentarse con la otra banda. 

Ese día que empezó como cualquier otro se volvió todo un caos. La policía llegó, disparó tres tiros al aire como aviso para que las personas no salieran de sus casas y, a su vez, los tipos que estaban armados huyeron del lugar. A partir de ese día militarizaron los barrios y los llenaron de policías. 

Yo me devolví a mi casa y, mientras caminaba, noté que las personas estaban afuera como si nada hubiera pasado. Al llegar encontré un mensaje del coordinador del colegio que decía que las clases estaban suspendidas hasta nuevo aviso; también, que cuando se retomaran era importante que fuéramos con el uniforme todos los días porque esto era lo único que nos podría proteger. Y es que nosotros portábamos el uniforme no porque fuera lo normal o lo adecuado, sino porque era lo que nos podía salvar de aquellos que dicen mandar en el territorio que es de todos, aquellos que normalizan la muerte, que están volviendo a los jóvenes drogadictos y violentos. Me causa tristeza y me pregunto: ¿por qué no respetan a las familias? ¿Por qué se creen los dueños de algo que nos pertenece a todos? ¿Por qué?

Los árboles también son casas

Por: Simón Vargas Arciniegas

Colegio Colombo Francés

Grado Octavo

Tallerista: Lina Argüello

Licenciatura en Humanidades y Lengua Castellana

Universidad de San Buenaventura

 

El comienzo del alba se impone en todo su esplendor; y como aquella molesta pero necesaria alarma que solemos escuchar por la mañana, suena el canto de las aves. Él, se levanta, sale de su acogedora casa y, al inhalar, percibe el rocío de la mañana, ese característico olor que sabe que indica: “Hoy será un gran día”. Entonces, exhala. Se viste, primero abotona la camisa con una precisión increíble y se pone su pantalón ligeramente sucio; por tierra y pigmentos de frutas y verduras. Luego se pone sus botas y aquel sombrero que ha llevado por años, ese fiel amigo que por mucho tiempo lo ha protegido del sol. Es hora de salir de la casa, hace mucho frío, pero el instinto promete que habrá calor más tarde.

Emiro Arciniegas, se encuentra en su tan amada finca, con sus hijos que están dentro de la casa, y sus nietos quienes lo acompañan en su travesía de recoger y cultivar aguacates. Él atiende a los niños con una gran paciencia y tranquilidad, les explica paso a paso lo que va a hacer y sigue la magia… Toma entre sus manos una ‘bajadora’ que en un momento usará para los aguacates de su árbol preferido y se dirige hacia el espacio donde se encuentra dicho árbol. Antes de cualquier cosa, en una inmensa forma de respeto, se dispone a hablar con él, a pedirle permiso para tomar sus frutos, a decirle cuán bello e importante y lo maravillosos y exquisitos que van a ser sus frutos…

Ya en este punto, Emiro, con todo el cariño, toma la herramienta y en plena muestra de suavidad, baja uno por uno los hermosos y únicos frutos que provee este extraordinario árbol, agarra uno de esos aguacates y lo acaricia entre sus delicadas, cansadas pero acogedoras manos, que emanan amor, mientras viene a su mente una palabra fugaz, la cual pronuncia en voz alta: ‘Mantequilla’. Va a ser un aguacate delicioso, ‘mantequilludo’, como suelen decir. 

Siente alegría y orgullo al saber que todo es resultado de su esfuerzo y dedicación. Es un trabajo que parece sencillo, pero nadie se percata del esfuerzo que llevó todo el proceso de cosechar esos aguacates, el simple hecho que por más de una década Emiro estuvo teniendo bajo su cuidado a ese árbol que, por muy lento que pareciera su crecimiento, llegó a lo que en un principio se quería, y no solo cultivó aguacates sino cientos de historias, y todo gracias a que Emiro, un campesino entregado a lo que ama, colocó sobre ese suelo, una pepa de aguacate. Él como muchas personas siguen cultivando y resguardando la naturaleza, pues a fin de cuentas somos parte de ella. Es nuestra familia. 

Emiro Arciniegas fue un campesino toda su vida, aprovechó cada instante que pudo para cultivar y trabajar la tierra. Esta rutina la repitió periódicamente, por varios años, a veces solo o a veces acompañado, dejando ese espacio impregnado de amor, hasta su último aliento. El 8 de julio de 2019 partió de este mundo, tranquilo, sabiendo que había cumplido con su propósito, que desde un principio había sido proteger el lugar que le dio la vida, la Tierra.  Las cenizas de Emiro yacen bajo ese mismo árbol que cuidó de él, tal como Emiro una vez lo hizo. Hace muy poco tiempo ese aguacate empezó a perder fuerzas y también partió, no sin antes cumplir un propósito: ser la Casa de Emiro. 

Podría ser peor

Por: Valeria Lucia Berrocal Vanegas

Cosmo Schools 

Grado: Noveno

Tallerista: Luisa Fernanda Rodríguez Zuluaga

Estudios Literarios

Universidad Pontificia Bolivariana

 

Existen varios momentos en los que nos ponemos a pensar en que la situación por la que estamos pasando podría ser peor, “sería peor no tener plata” o “sería peor vivir en la calle” pero para las personas que viven esto, ¿podría ser peor? Vivimos en una sociedad en la que está muy normalizado despreciar y discriminar a las personas por ganarse la vida trabajando en las calles, pues es muy fácil juzgar perteneciendo al 29,6% de la población del país. 

Hay muchísimos colombianos que viven de lo que pueden conseguir a diario, madres y padres tratando de alimentar a sus hijos, hijos obligados a dejar el colegio y tener que trabajar porque simplemente no hay recursos para mantener su hogar; es la realidad de muchas familias colombianas.

Realidad que nunca había visto cerca de mí, hasta que un día en el colegio nos dijeron que se iba a realizar una feria en la cual todos debíamos participar vendiendo algún producto “¡uy no!, ¡qué pena!” dije, pues no le veía sentido a hacer eso, además de que el dinero recaudado sería para el salón y no para mí, así que las ganas de participar eran nulas. Acercándose la fecha le conté a mi mamá dicho evento y expresé mi molestia diciendo que no era justo trabajar sin recibir algo más, además del gasto en materiales; ella me dijo que era justo, pues si era para el salón no habría ningún problema, me sentí como una caprichosa por simplemente no querer hacerlo, y esto no cambió hasta el día del evento.

6 de octubre de 2022, el día finalmente había llegado y teníamos todo listo, junto a varios amigos acordamos vender obleas, así que los materiales se compraron entre todos para mantener la igualdad de gastos; aunque nos faltaba un pequeño detalle, nunca habíamos preparado una oblea en nuestra vida; imagino que teníamos una idea, ya que por lo menos alguna vez tuvimos que haber visto cómo las preparan, pero técnicamente estábamos en blanco. Poco a poco, con la llegada de algunos clientes desarrollamos un poco esa técnica y se nos fue quitando la vergüenza de interactuar con las personas.

Admito que estaba bastante emocionada por cómo resultaría, la emoción me duró diez minutos, pues en una hora habíamos vendido solamente cinco obleas; además de tener competencia en un lugar más estratégico que el nuestro las ventas no iban bien, no paraba de pensar en que había personas a las que les estaba yendo mejor que a nosotros, pero observando bien el entorno noté que realmente eran más las personas a las que les estaba yendo peor y no tardé en sentirme mal por ello, pues todos nos esforzamos de la misma manera.

En medio del poco flujo de clientes se me vinieron a la cabeza los vendedores ambulantes que hacen esto a diario, ya que la incertidumbre de saber si venderán o no debe ser terrible, de tener que conseguir así sea para alimentarse, además de aguantar miradas y comentarios despectivos hacía ellos, solo por intentar conseguir lo mismo que todos necesitamos; no puedo decir que estoy cerca de entender lo que viven, pero admiro el duro trabajo que ellos ejercen.

Al final del día afortunadamente pudimos reunir casi doscientos mil pesos, nos parchamos entre todos y fue una experiencia interesante. Siempre he sido consciente de los privilegios con los que vivo, a pesar de que soy una persona a la que nunca le ha faltado la comida o la educación (gracias al duro trabajo de mí mamá), estas cosas tan básicas que no deberían considerarse un privilegio, en este país lo son, pues las oportunidades son reducidas y ver a personas trabajando en las calles, tratando de conseguir lo mínimo para sobrevivir, es una realidad que está mal y tiene que cambiar.