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La historia de uno de los colombianos que llegó de Wuhan

Esta es el relato, en primera persona, de lo que pasó con Mauricio tras volver al país.

  • En el avión Júpiter de la Fuerza Aérea Colombiana y durante un recorrido de varios días que los llevó incluso a Alaska, fueron traídos al país, los connacionales que vivían en Wuhan. FOTO Colprensa
    En el avión Júpiter de la Fuerza Aérea Colombiana y durante un recorrido de varios días que los llevó incluso a Alaska, fueron traídos al país, los connacionales que vivían en Wuhan. FOTO Colprensa
15 de septiembre de 2020
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Mi nombre es Mauricio Galvis y la última vez que supieron de mí fue el 21 de febrero cuando les conté que era uno de los colombianos que estaba en Wuhan, China, y que viajaría a Colombia en el vuelo organizado por el gobierno con el fin de protegernos del covid. Para esos días, el virus no había llegado a Colombia. Pues les cuento, llegué a El Dorado el 27 de febrero y, desde entonces, la vida ha sido en cámara lenta. Al igual que todos ustedes he estado encerrado viviendo la cuarentena, a veces con ganas de regresar.

Les relato entonces lo que pasó conmigo una vez el avión de la Fuerza Aérea aterrizó en El Dorado. Después de cumplir todos los protocolos de bioseguridad, nos dejaron salir del avión y empezó la travesía rumbo a la Villa Olímpica en Bogotá, donde pasaríamos la cuarentena. Para mí fue muy chistoso ver que nos empezaron a perseguir un montón de cámaras porque se suponía que lo nuestro era secreto. Cuando vimos todos esos reporteros nos dijimos: ‘ah caramba, el misterio se ha roto’. Todavía me da risa. Yo me sentía como en una película, eran muchas cámaras.

Entonces llegamos a la Villa y nos acomodamos y, de repente, hubo una explosión. Eso nos asustó mucho. Nos dimos cuenta de que el edificio no se usaba con frecuencia y pasó a usarse de tiempo completo y, por eso, se reventó una tubería. Tuvimos unos cuantos sustos más con eso. Esos 15 días fueron muy distintos. Demasiado silencio.

Por ejemplo, cada habitación tenía el mínimo posible de ventilación. Nos daban la comida ya preparada. A pesar del miedo que tenía cada una de las personas que estábamos ahí, había muchas ganas de cuidarnos, cariño e, incluso, curiosidad por saber qué estaba haciendo el otro. Solamente conversamos por chat, no tuvimos más momentos juntos. No nos sentamos a conversar viendo las noticias, nada de eso. No tomábamos el café en la mañana juntos. No tuvimos una conversación casual sobre el clima. La idea fue reposar esos 15 días y practicar para los siguientes cinco meses de cuarentena. Nadie se lo imaginó.

Cuando salí de ahí me vine a Barranquilla. En ese momento mi abuelo estaba muy, muy enfermo, tenía 98 años. Llegué y me encerré junto con mi esposa, quien también viajó conmigo desde China, en un hotel. No apareció ningún síntoma. Mi abuelo murió. Y luego, al igual que todo el país, mi familia entró en modo cuarentena.

Desde entonces vivo en Barranquilla con mis papás, esperando noticias de China. Desde aquí hice la defensa de mi propuesta de tesis. Y cada rato mi asesor me pregunta que cómo están las cosas por acá, yo le cuento que estoy encerrado. Tenía una vida hecha en Wuhan, no solo por la universidad, sino porque estoy haciendo una vida allá. Abandonar todo eso es duro, uno se resiste al cambio. Es lo más normal.

Claro, en Wuhan tengo un apartamento y estoy pagando arriendo. Yo tatúo y allá tengo mis herramientas. Soy diseñador gráfico además de abogado, y no podía traer nada de lo que uso. Solo me permitieron traer una maleta con lo necesario. Aquí compré lo básico, más que todo pijamas.

En Barranquilla me encargo de limpiar lo que se trae de afuera, los víveres. Tenía 18 años de no vivir acá, entonces si me dicen “ve a tal sitio” no sé bien dónde queda y me pierdo. Entonces, me encargo de cosas muy puntuales. Mi mamá y mi papá son médicos y viven en una constante exposición, por lo que también tenemos que cuidarnos de eso. Por eso llamo a los que conozco para saber cómo se sienten. La frase que más repito es: “No seas el que esconde la mordida del zombie”. Por eso a todos mis conocidos les pregunto: ¿te sientes bien? ¿has sentido fiebre? Quiero que sientan que no es chisme, sino preocupación sincera.

Ya no tengo tanto miedo, como los primeros días. La idea es que a cualquiera de nosotros nos puede dar, entonces estamos muy al día en cuanto a los tratamientos caseros. A mí me tienen tomando una poción de cebolla y antibióticos naturales para aumentar las defensas.

Ahora, la pregunta que más me hacen es, ¿si fue buena idea venirme en ese avión?. ¡Joda! Eso me lo cuestionan mucho. Me pongo a pensar que igual estaría encerrado en China y ahora con la ida de mi abuelo, estaría allá angustiado. Claro, me hace falta mi casa, mi rutina, mis cosas, pero estar con mi familia no tiene precio. ¿Qué si quiero regresar? Tengo que terminar las cosas que empecé allá. Acabar mi doctorado y la meta de emprender un negocio.

Acá en Colombia el manejo de la pandemia ha sido de altas y bajas. Es muy alentador ver al presidente Iván Duque tomando la decisión de cerrar, pero luego los alcaldes dicen que no y entonces la discusión se vuelve más política, dejando de lado la pandemia.

Acá somos demasiados alegres, folclóricos, tropicales. Entonces cuando uno llega con algo tan problemático y serio como esta enfermedad, la gente lo toma con tranquilidad y da mucho miedo. Barranquilla fue el foco de la pandemia y yo decía “me persigue”. Ya no sabía si era una maldición.

En China hubo una seriedad absoluta en el tema. Cuando el gobierno tomó medidas, la ciudadanía entendió que la cosa era muy seria. Si algo me dolió al irme de China fue sentir que abandonaba a mis amigos de allá, porque fue mi vida por cinco años y fue una despedida muy dura. De los colombianos con los que viajé, todavía tengo contacto, nos hablamos por chat. Todos siguen en Colombia.

A todas las personas que me leen quiero decirles que estoy tranquilo, a ratos muy feliz de estar en casa, a ratos con ganas de regresar. Por ahora les digo: Usamos casco en la moto para salvar vidas y ya lo hacemos con naturalidad; usamos condón también para protegernos, ¿qué tal si usamos mascarillas para cuidarnos? No es tan difícil.

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colombianos, entre los que está Mauricio, y 3 extranjeros regresaron de China.

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