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EL COLOMBIANO recorrió en exclusiva el tramo de 8,6 kilómetros del Túnel de la Línea y esto encontró.
Sentado en un bloque de cemento, Jhon López espera que le traigan el almuerzo. Es mediodía y en la boca del Túnel de la Línea, en Calarcá, Quindío, sopla un viento frío. Hay mucho polvo. Jhon dice que desde hace un par de meses tiene esta rutina: sentarse y vigilar que las aguas que salen del túnel no se represen y lleguen a la planta de tratamiento.
En 20 minutos, y después de atravesar los 8,6 kilómetros de la Línea, de punta a punta, encontraremos a Leoncio Henao, quien al otro lado del túnel en Cajamarca, Tolima, dirá que ya almorzó. También hará frío y habrá más polvo y volquetas. Saludará con un acento paisa bastante marcado: ¿qué más,...
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