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El respeto por la movilización ciudadana y un énfasis en que en sus mandatos la Fuerza Pública daría prioridad a los derechos humanos hicieron parte de las promesas que se les oyó en campaña a los alcaldes de Bogotá, Medellín y Cali, entre otros.
Aunque implementaron nuevos protocolos para evitar la intervención de la autoridad en las movilizaciones, los hechos vandálicos fueron la nota negativa de la jornada de ayer y la Policía tuvo que aparecer.
De acuerdo con el balance que entregó el director de la entidad, el general Óscar Atehortúa, fue necesario que el Esmad apareciera en 25 ocasiones en Bogotá, dos en Medellín, una en Manizales, una en Cali y otra en Ibagué. En total diez uniformados terminaron afectados.
Claudia López, alcaldesa de Bogotá, presentó un protocolo desde la semana pasada, priorizando el diálogo con los protestantes y dejando el uso del Esmad relegado como último recurso; sin embargo, el pasado jueves tuvo que enviarlo porque los desmanes se estaban saliendo de control. Ayer pasó lo mismo: las marchas empezaron y algunos civiles atacaron a la policía.
El director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), Jorge Restrepo, dice que “la fuerza disponible tiene una protección relativamente limitada frente a agresiones de los manifestantes; o se les brinda más protección o se envía al Esmad para usar armas de letalidad reducida”.
Los expertos coinciden en que las transformaciones en los protocolos de control en las ciudades son un elemento relevante de esta nueva aproximación, porque ayuda a mejorar las vías con los manifestantes, pero están de acuerdo en que se necesita más tiempo para evaluar su efectividad.
“Los manifestantes no deben aprovechar esa situación para atacar, pues se busca que prime el diálogo”, dijo Isidro Hernández, docente de la Universidad Externado, quien también destacó que se ha querido llevar un protocolo ya definido a la práctica, en el que la última instancia es utilizar la fuerza.
Cali no fue la excepción y los cierres de vías y daños en infraestructura, como en la sede del Icetex, también fueron protagonistas. Dichos ataques también fueron controlados, según la Alcaldía de la capital del Valle. Ahora, los analistas coinciden en que la estrategia busca priorizar el diálogo.