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La carrera delictiva de uno de los ahijados preferidos de Carlos Castaño Gil, el fundador de las Autodefensas Unidas de Colombia, terminó de golpe cuando los comandos del Grupo Antiterrorista de la Dijín le apuntaron con las miras infrarrojas.
“¡Manos arriba! ¡Póngase en el piso, póngase en el piso!”, le gritaron los uniformados a Yoni Alberto Grajales Álvarez, en la madrugada de este jueves, cuando allanaron su escondite en un condominio de la vereda Quebradaseca, en el municipio de Buga (Valle del Cauca).
El hombre de 33 años, sorprendido por la incursión, estaba en prendas de dormir y no tuvo más remedio que rendirse, acostándose boca abajo en el suelo.
El coronel Pablo Ruiz, jefe del Área de Delitos Especiales de la Dijín, narró que Grajales Álvarez es hijo de una antigua empleada doméstica de la familia Castaño Gil. Al nacer, su patrón Carlos lo arropó siendo su padrino y al crecer lo entrenó en las lides del paramilitarismo, en donde era conocido como “el Ahijado”.
Perteneció a las Auc hasta la desmovilización del grupo, y en 2007 pasó a las huestes de “los Urabeños”, de la mano de su tío Francisco Morelo (“el Negro Sarley”), integrante del Estado Mayor de esa banda.
Bajo la sombra de su familiar, adoptó el mote de “el Guajiro” y comenzó a trabajar en el área de finanzas de la agrupación. Al morir “el Negro Sarley”, abatido en un operativo policial en 2013, “heredó las rutas narcotraficantes del tío, al punto de convertirse en uno de los principales coordinadores de la droga que salía hacia Panamá y Centroamérica, a través del Golfo de Urabá”, dice el informe de la Dijín.
En el último año, los jefes de la organización le dieron una nueva tarea: liderar los negocios en Cali y el Norte del Valle, por lo que Grajales se trasladó a esa zona. La orden, según el coronel Ruiz, le fue dada por el máximo cabecilla, Dairo Úsuga David (“Otoniel”), y el jefe de “los Urabeños” en la Costa Pacífica, Jairo Durango Restrepo (“Guagua”).
Perseguido por E.U.
El ascenso de “el Guajiro” es la estructura delincuencial lo puso en la mira de la DEA y las autoridades de Estados Unidos. El 17 de junio de 2015, el fiscal Kelly T. Currie radicó una acusación formal ante la Corte del Distrito Este de Nueva York (indictment Cr. N° 14-0635 S-2 DLI), en la cual formuló cargos en contra de la cúpula de la banda y sus principales asociados.
Sobre Grajales Álvarez, el documento judicial señala que “es la cabeza de una oficina de cobros con sede en Cali, por medio de la cual recolecta las deudas de los negocios de droga, usando la violencia”.
En su contra se expidió una orden de captura con fines de extradición, para que responda por cargos de conformación de una empresa criminal, uso de armas en relación con el tráfico de drogas y narcotráfico.
El Gobierno de Colombia ofreció una recompensa de 110 millones de pesos por información que llevara a su captura, la cual se materializó en el condominio allanado. Tras el arresto, “el Guajiro” fue conducido a Bogotá, para adelantar los trámites de su extradición.
De las otras personas incluidas en la acusación ante la Corte del Distrito Este de Nueva York, dos se entregaron a las autoridades el año pasado y ya están en prisiones norteamericanas: Ramiro Caro Pineda (“Nolasco”) y Óscar David Pulgarín Gañán (“Corozo”), quien ya firmó un acuerdo de aceptación de cargos con la justicia de E.U.