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En septiembre de 2017, la mitad de los 2,4 millones de habitantes de Medellín se agolparon en el parque Juan Pablo II para asistir a la eucaristía del papa Francisco durante su visita al país. Ese encuentro se convirtió en laboratorio para dimensionar la devoción de los medellinenses, que tienen por arraigada costumbre asistir masivamente a las celebraciones litúrgicas.
Pero en Colombia, con la cuarentena que va hasta el 13 de abril, la celebración de la Semana Santa no será como suele ser en un país en el que el 82,3 % de la población es católica, según Pew Research Center. Por eso, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) hizo un llamado: “Las celebraciones pascuales no se suspenden”.
EL COLOMBIANO conversó con monseñor Elkin Fernando Álvarez, secretario general de la CEC, respecto a los retos del catolicismo en estos días para realizar una de sus celebraciones más importantes.
Álvarez habló las maneras como buscarán llegar a los hogares y la importancia de mantener la fe. Una reflexión que va en la misma línea del mensaje que dio el papa Francisco el viernes, cuando aseguró: “Celebramos la Semana Santa de una manera verdaderamente inusual (...) Me gustaría compartir con vosotros la esperanza de un tiempo mejor, en el que también nosotros podamos ser mejores, finalmente liberados del mal y de esta pandemia”.
Hoy empieza Semana Santa, ¿cómo será con todas las personas en sus casas?
“En términos generales, será una Semana Santa distinta, que nos invita a vivir la fe desde el corazón, que es lo que le entregamos a Dios cuando no hay posibilidad de culto ni de celebraciones comunitarias. El papa Francisco ha dado unas normas, y ha insistido en que la Semana Santa continúe y que es la celebración central de los católicos. En el sentido de fe se vivirá igual que siempre. No habrá procesiones ni concentraciones masivas y los fieles no podrán acudir a los templos. Será la oportunidad de fortalecernos espiritualmente”.
¿Cómo se acercará la Iglesia a las personas?
“Hay mecanismos en todo el país para que las personas puedan unirse a la celebración de la Semana Santa desde sus hogares. Hemos pensado en estrategias para que las personas vivan también los misterios de la Pascua. Además, buena parte de los obispos han dirigido a sus fieles cartas pastorales sobre diversos temas: la familia, la caridad, la fe en el hogar, con una manifestación de cercanía muy bella”.
El papa Francisco dio la bendición Urbi et Orbi y dejó un mensaje de que no estamos solos, ¿cómo tomar ese mensaje aquí en Colombia?
“Lo primero a lo que nos debe invitar esta situación es a la responsabilidad común: no podemos olvidarnos de los demás. En Colombia, concretamente, esto se puede lograr con dos actitudes: primero, con la solidaridad efectiva, es decir, apoyándonos unos a otros con hechos concretos. Y, en segundo lugar, dándole primacía a la familia, a los que viven con nosotros y a los que tenemos, muchas veces, olvidados”.
Menciona la solidaridad, ¿cómo deben ser esos hechos concretos?
“Asumiendo con responsabilidad, como un deber moral, todo lo que nos piden para que la emergencia no traiga más perjuicios, es decir, que la solidaridad también es empeñarnos en el cuidado, en quedarnos en casa no solo por nuestra propia vida, sino por la de los demás. Y también con una ayuda material y espiritual, teniendo cuidado de guardar las normas”.
¿Por qué importa tanto la familia en estos momentos?
“El plan de Dios pasa a través de la familia, donde cultivamos la fe, donde aseguramos los valores humanos que necesitamos para vivir y crecer en sociedad. Esta ocasión que estamos viviendo servirá para redescubrir su importancia y necesidad en la sociedad”.
¿Cómo lograr que la vida en comunidad se mantenga en el aislamiento?
“Hay muchas maneras de seguir cultivando la vida comunitaria en el aislamiento. Esto debe partir de una conciencia personal de que mientras estamos encerrados pensemos en los demás, volviendo al punto de la solidaridad, sintiendo que somos parte de una gran comunidad, que somos conciudadanos en un país que necesita del compromiso de todos”.
Hablando de ese compromiso de todos, ¿cuál ha sido el papel de la Iglesia en esta crisis?
“El papel de la Iglesia es no olvidar su tarea evangelizadora. La fe, como lo hemos dicho, nos sostiene en las adversidades y así tenemos que anunciarlo. La misión de la Iglesia siempre será de orden espiritual por medio de la caridad con el prójimo a la que todos estamos llamados. Además, tenemos la responsabilidad de tocar los corazones de las personas con la espiritualidad. En medio de esta coyuntura, las diócesis continúan con las obras de asistencia humanitaria a través de los bancos de alimentos. Tampoco hemos dejado de acompañar a los enfermos y de estar cerca de los más necesitados”.
¿Cómo la gente puede no perder la fe en tiempos de incertidumbre como ahora?
“Las reflexiones de las personas pueden ser muchas, incluso algunos se preguntan dónde está Dios, qué hace o por qué permite esta circunstancia. El Papa nos invitaba a asumir la vía de la fe en que Dios no está ausente. Las preguntas son legítimas, pero es necesario entrar en nosotros mismos y descubrir que Dios no nos abandona”.
¿Qué retos ha encontrado la Iglesia en este momento?
“El primero es un reto de orden evangelizador, por la circunstancia en la que nos encontramos. Y segundo, el reto de la caridad, que nos pide a la Iglesia tratar de encontrar nuevas vías para ayudar a los hermanos más necesitados. Y de una manera muy particular, está en tercer lugar el reto de mantener la vida, el entusiasmo, la esperanza y la confianza en Dios. Por último, en decir que todos podemos ayudar siendo responsables unos de otros. Estoy seguro que viviendo de esa manera, pronto encontraremos la salida a esta situación”.