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Temor y tranquilidad, las caras de Lagunilla y Murillo frente a una eventual erupción del Nevado del Ruiz

El gobierno declaró la urgencia para iniciar la evacuación de las familias más vulnerables ante posible erupción del volcán. Campesinos le contaron su drama a EL COLOMBIANO.

  • Fumarola presentada el pasado domingo en el volcán Nevado del Ruiz. FOTO: Cortesía Servicio Geológico de Colombia
    Fumarola presentada el pasado domingo en el volcán Nevado del Ruiz. FOTO: Cortesía Servicio Geológico de Colombia
04 de abril de 2023
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Los últimos días y las últimas noches para los habitantes del Cañón del Río Lagunilla, ubicado en las barbas del volcán nevado del Ruiz —en donde en 1985 la fuerza de este afluente arrasó con lo que encontró a su paso, segó 25.000 vidas y convirtió a Armero en un campo santo—, han sido grises y blancas.

Grises por la nube de ceniza que sobre ellos ha caído luego de que el volcán Nevado del Ruiz decidiera sacudirse del letargo al que estuvo sometido por siete años, cuando fue su última erupción; y blancas, porque los habitantes de la alta montaña y otros en zona de influencia, no han podido dormir desde que el León Dormido —como también se le conoce al volcán— decidió despertarse y regurgitar por su cráter el humo que impregna el aire del olor a azufre, como si el mismísimo diablo anduviera suelto por esas laderas y montañas.

Eduar Antonio Ariza García es uno de los campesinos que en las últimas cinco noches no ha podido “pegar el ojo”. Temiendo una tragedia como la vivida por su padre Serafín Ariza, quien en 1985 sintió la fuerza del volcán y vio a Armero convertido en un lodazal inmenso, decidió establecer turnos de vigilancia con su familia para echarse a correr en caso de que sea necesario.

Cuenta Eduar que en estas últimas noches, eternas, silenciosas, en las que sólo se escucha el crujir del río Lagunilla al bajar sobre las piedras, su única compañía es un radio con el que da aviso a las autoridades civiles sobre el estado del río y del volcán. En caso de una emergencia, sólo tiene 15 minutos para echarse a correr cuesta abajo con sus padres, su esposa, sus dos hijos y un allegado a la familia.

”Nos ha tocado con la familia turnarnos, montando guardia para estar pendientes de cómo es la situación del volcán. Acá es un punto muerto donde no tenemos comunicación pese a que tenemos una antena de celular cerca, que no nos sirve para nada; y nosotros estamos acá en una de las viviendas que están más cerca del volcán”, cuenta.

Sin un plan de evacuación establecido claramente, y a la espera de un carro que sería enviado por la Alcaldía de Murillo (Tolima) para salir de sus tierras, Eduar, a quien la gente de la zona ha nombrado el Guardián del Volcán, no quiere irse de su terruño.

Desde su finca, donde ha vivido por 35 años, ve al León Dormido y la incertidumbre lo cerca como cerca un felino a su presa. Su angustia se refleja en la forma en la que cuenta qué hará para mantener a su familia debido a que su economía depende de la venta de empanadas y de una tienda que surtió para la época de Semana Santa, en la que los turistas se aventuran a desafiar los caminos del Ruiz. De presentarse una erupción, Eduar tendría que dejarlo todo.

Si nos toca salir tengo que dejar los animalitos que tengo: las vacas lecheras, las gallinitas. Me llevaría los dos perritos, pero perdería todo. Yo tengo cultivo de papas y uno de truchas y todo se queda porque lo único que echaríamos sería dos mudas de ropa cada uno y a correr”.

El futuro para Eduar está tan nublado como lo está la cima del Nevado del Ruiz. Dice que no sabe hacer nada más que las labores del campo y algo de guía de turismo que realiza por los caminos del Lagunilla que llevan al volcán, y eso le retumba en su conciencia por el temor de no saber qué hacer para, en caso de tener que irse de su finca, mantener a su familia que depende de él económicamente.

Murillo se acostumbró

Los datos del Servicio Geológico Colombiano indican que el pasado 2 de abril en el Nevado del Ruiz se registraron 5.400 sismos, 5.000 menos que los que se presentaron el sábado; sin embargo, la alerta naranja se mantuvo y la gobernación de Tolima declaró la calamidad pública para evacuar a la población en riesgo y activar un plan de emergencia en caso de la erupción.

“El Consejo Departamental de Gestión del Riesgo del departamento del Tolima comunica que, en la sesión realizada hoy 3 de abril, se adoptaron y aprobaron las siguientes proposiciones: declarar la calamidad pública debido a las condiciones de actividad del volcán Nevado del Ruiz y conminar a los alcaldes de los municipios de Casabianca, Herveo, Murillo y Villahermosa a realizar la evacuación de las familias de las personas clasificadas con vulnerabilidad alta en la zona de influencia”, dice el comunicado oficial.

Sin embargo, en Murillo parece que no le temen al volcán, o más que no temerle, se acostumbraron a sentir los pequeños sismos cuando se levantan, almuerzan o se van a la cama. En ese pueblo se acostumbraron a las temperaturas bajas que se sienten como espasmos en la piel y llegan hasta los 12 grados centígrados, a las fumarolas que ya son un paisaje diario y a ver las calles pintadas de gris con el polvillo que arroja el volcán. Para ellos, esto es simplemente un recordatorio de que su municipio de casas pintorescas es el más cercano del país al volcán.

En Murillo la vida sigue normal a pesar de las alertas. El domingo pasado los campesinos fueron a la plaza a vender su mercado y en los cafés y las cantinas se sirvieron los tintos, las cervezas y los aguardientes de siempre. A la misa dominical fueron los feligreses, y el lunes los negocios abrieron como de costumbre.

El sacerdote Yesid Ramírez, parróco de Murillo, da fe de que la cotidianidad no se ha alterado en Murillo y cuenta que “el comportamiento de las personas es normal, es un día cotidiano, común y corriente. Llevo cuatro años como párroco y pues uno se acostumbra. Uno sabe que aquí tiembla cada rato, algo muy suave, y que se está arrojando ceniza, pero eso es lo normal y nosotros, como toda la gente, nos acostumbramos; y decir que hay intranquilidad, pues no la hay”.

En lo que sí enfatiza el sacerdote es en que no se ha dado una información clara y esa puede ser una de las razones por las que los habitantes de Murillo se sienten tranquilos, y enfatiza: “Si usted pregunta cómo está Murillo, yo le digo está muy bien porque es realmente lo que se puede observar. La gente está en sus actividades muy cotidianas; algunos tiene sus temores, pero de ahí no pasan. Decir que estamos preocupados, realmente no”.

Sin embargo, algunos habitantes de Murillo sí se sienten preocupados y no es por miedo a que el León Dormido estalle —aunque sí tienen sus reservas frente al tema —, sino que piensan en su futuro económico, como le sucede a Breyler Sanabria Cortés, un guía profesional de turismo y emprendedor que, con unos pocos ahorros, montó su empresa Espeletia Trips, la cual sirve como operador local y de agencia de viajes.

Dice Breyler que para esta temporada vacacional, el turismo que ha servido como fuente económica para muchos habitantes de su municipio y de otros que están en el área de influencia del volcán, se fue al piso, y a diferencia de otras semanas santas, las camas de los hoteles estarán vacías, no habrá huéspedes y las huellas no se verán sobre los senderos que llevan a los caminos del nevado.

El tema del turismo obviamente sí está súper afectado, porque todo lo que es el tema de servicios de restaurantes, hospedajes, el tema de las agencias de viajes, los recursos atractivos donde normalmente la gente alquilaba la cabaña, casos como el que compartimos con Pedro Casablanca, están súper mal, como los temas de los termales y las aguas calientes. Todos estos lugares que hay en torno al campo de turismo fueron cerrados hasta nueva orden por la situación del volcán”, comenta Breyler.

Este habitante de Murillo explica que en su agencia de viajes local y el trabajo de turismo en zonas de páramo y en zonas de influencias volcánico “se tuvieron que cancelar todas las reservas que teníamos para esta para esta Semana Santa. En ese sentido sí hay una afectación grandísima”.

La última ronda

Con la nostalgia de no volver, Eduar, el guardián del volcán, caminó nuevamente hasta la cuenca del río Lagunilla. Lo vio grisáceo, opaco por las cenizas emitidas por el volcán.

“El río ha subido su caudal. Este es el mismo río que en 1985 se creció y bajó con fuerza y acabó con Armero. Lo estoy vigilando, porque tengo que informar a Tolima sobre el comportamiento y su caudal para estar atentos”, dice el guardián en un video que envió a este diario.

A lo lejos se ve el volcán Nevado del Ruiz cubierto de la poca nieve que le queda y, por encima de esta, la fumarola que les ha quitado el sueño a Eduar y a su familia.

Prevenido, Eduar dio la orden en su vivienda de que empaquen lo que puedan. Teme que, como ocurrió hace 37 años, el León Dormido despierte y le dé por rugir tan fuerte que no tenga tiempo de llevarse a su familia y a sus perros, considerados sus bienes más preciados.

Lo único que espero es no salir de acá para abajo avisándole a la gente que salga, que esto se nos vino encima y correr sin mirar atrás para no ver cómo se nos va lo que conseguimos”, dice. Mientras habla, el ruido del viento suena en la frecuencia y es interrumpido por una voz: “¿Eduar, estamos preparados?”

Gobierno estructura un plan de evacuación y emergencias en un radio de 15 kilómetros ante posible erupción

El gobierno del presidente Gustavo Petro tomó una serie de medidas desde el Puesto de Mando Unificado (PMU) de este lunes para hacer frente a la alerta naranja y una eventual erupción del volcán Nevado del Ruiz. “En ese escenario, el Mandatario analizó los planes de emergencia en los departamentos que podrían estar involucrados ante una emergencia y se estimó el número de personas que podrían ser evacuadas, las cuales están dentro de los 15 kilómetros a la redonda del volcán”, informaron desde la Presidencia. Entre las estrategias se busca la difusión de información preventiva o de emergencia mediante cadenas radiales a través de la Cruz Roja en zonas con deficiencias para las señales de televisión y de acceso a comunicaciones, además de la activación de planes por parte de las empresas de transporte regionales para una posible evacuación y que esta operación sea cubierta por el Estado.

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