Desde el inicio de los diálogos con las Farc —incluso desde los exploratorios—, el Gobierno nacional planteó sus condiciones para una negociación que si bien, se veía clara en la perspectiva del camino, podría enturbiarse con el paso del tiempo.
Así, para evitar la “caguanización” (es decir, una negociación extensa, una agenda con muchos puntos y con concesiones que llevó a fortalecer a las Farc ), el Gobierno insistió en seis puntos a los que denominó inamovibles: el primero fue considerar poner fin al conflicto armado, seguido de una agenda de negociación inmodificable, con un tercer punto referido a la participación limitada de la sociedad civil, sin un cese el fuego mientras haya diálogos, con tiempos establecidos y como sexto punto, la discreción.
Aunque, después de 1.000 días de negociación, la mayoría de los puntos han mantenido un alto compromiso de “inamovibles” con lo proyectado desde el 2012, el Gobierno ha mostrado cambios, algunos leves, desde ese primer discurso de no pasarse de la raya en las condiciones declaradas.
Este es el panorama de los inamovibles, 32 meses después de iniciarse el proceso de paz con las Farc:
la meta es el fin del conflicto armado
Desde el inicio, la meta fue terminar con 50 años de confrontación armada. Durante el tiempo de negociación, y pese a las crisis que ha tenido el proceso, ninguna de las partes ha considerado pararse definitivamente de la mesa. En este aspecto, el analista del conflicto armado, Juan Carlos Ortega, es claro y afirma que, dados los intereses de ambas delegaciones, “ninguno se va a parar. La guerrilla, porque ya están pensando en asumir sus posiciones políticas tras la dejación de armas y su desmovilización y, el Gobierno, porque esa fue la bandera del presidente Santos para la elección de su segundo mandato”.
la agenda de negociación es inmodificable
Como una forma de blindar el proceso, en la firma del acuerdo general para el inicio de los diálogos se pactaron cinco puntos sobre los que giraría la negociación. Ante la dinámica del mismo proceso, y con el tiempo en contra, los puntos de la agenda no fueron modificados en su composición, pero sí en el orden de discusión. Tras acordarse el punto 1 (Desarrollo Rural Integral) y el punto 2 (Participación Política), se discutió el punto cuatro (Solución al Problema de las Drogas Ilícitas). Además, de forma simultánea, las subdelegaciones discuten el punto tres (Fin del Conflicto) y los plenipotenciarios de Gobierno y Farc adelantan el quinto punto (Víctimas).
Luis Eduardo Celis, investigador del conflicto armado reconoce que además de esos cambios, se han adelantado acuerdos parciales como el del desminado de los territorios y la creación de una Comisión de la Verdad. “Esto se debe a la necesidad de avanzar. De ser estrictamente cronológica la negociación, no se habría llegado tan lejos”.
la participación de la sociedad civil
Para evitar “desfile de personas” como sucedió en El Caguán, lo cual terminó enredando la negociación, se limitó la participación de la sociedad civil en los diálogos, obedeciendo incluso al mandato de confidencialidad. Sin embargo, en el país la sociedad insistió en participar y como mecanismo se hicieron foros ciudadanos para recoger propuestas, se abrieron portales en internet para enviar las consideraciones y se llevaron delegaciones de víctimas a Cuba. En este sentido, el analista en temas de paz, Alejo Vargas, ha manifestado que cuando hay tantas propuestas son poco consideradas.
“Para la Constitución del 91 fue igual, muchas propuestas llegaron y lo que dijeron la mayoría de los constituyentes es que ni siquiera las habían mirado. Probablemente algunas serán consideradas, dependiendo quién las mande, y eso me parece que es una razón más para explicar por qué la presencia física de la sociedad civil allá no tiene cabida”.
no habrá cese el fuego con diálogos
Una de las solicitudes más constantes de las Farc es el cese bilateral del fuego. En esa dirección, la guerrilla ha hecho treguas unilaterales, pero también ha arreciado sus acciones militares para presionarlo. La respuesta del Gobierno siempre ha sido que el cese se dará con la firma del acuerdo final. No obstante, en los últimos días se ha hablado de acciones para desescalar el conflicto, y es así como desde mañana comenzarán a discutirse en la mesa esas acciones.
Pero el analista de asuntos estratégicos, coronel (r) Luis Villamarín, analiza que las Farc tienen otras intenciones y para ellas el “desescalamiento es la soterrada búsqueda consensuada de un alivio de presión para fortalecerse, y cese bilateral, es un armisticio en el cual sean reconocidos como fuerza beligerante”.
La mesa de diálogo no será indefinida
El presidente Juan Manuel Santos insistió, desde el primer momento, que los diálogos no deberían tardarse más de un año, es decir, firmarse el acuerdo final en el 2013. La dinámica de las discusiones ha sido diferente, razón por la cual se han extendido más de lo presupuestado. Atendiendo a ese afán de llegar al acuerdo final —que algunos sectores han calificado como oportunismo electoral—, Santos dio un plazo de cuatro meses para terminar con los diálogos.
Dice Andrés Molano, profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, que los procesos de paz no funcionan, generalmente, cuando se impone un plazo, “entonces estos cuatro meses no tienen un tinte perentorio, sino que se trata de establecer un horizonte de tiempo en el que deben producirse avances significativos en medio de un proceso que cruza la parte más compleja de la agenda”.
un proceso de paz discreto y sigiloso
Mantener la discreción y lo negociado en secreto, fue una de las formas de blindar el proceso ante filtraciones de información que le harían mucho daño a los diálogos, pese a que algunos señalan que no conocerse lo que se está negociando es entregarle el país a las Farc. Este es el inamovible que ha mantenido su condición. Sin embargo, el 27 de septiembre de 2013, alias “Timochenko”, máximo jefe de las Farc, amenazó con romper la confidencialidad de los diálogos, decisión que generó tensión en la mesa pero que fue disipada con el regreso de los negociadores a Cuba y la firma del segundo punto de la agenda en noviembre del 2013.