Socorro Oliveros es una mujer de tez blanca, pelo rojo crespo y ojos claros. Su imagen es poco conocida para la mayoría, aunque es la gerente de campaña y pareja del tercer candidato presidencial más opcionado del momento, Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción.
De sus 71 años de vida —que ha compartido con ocho hermanos—, 50 los ha pasado casada con el ingeniero y exalcalde de Bucaramanga. Sin embargo, la mayoría de ese tiempo ha permanecido alejada de la opinión pública por decisión propia, dicen tres personas que la conocen de cerca.
Es diseñadora de interiores y gerencia la empresa familiar, la constructora HG. Es justamente por eso que, dicen, no se dejó ver ni una sola vez en la Alcaldía de Bucaramanga cuando Hernández ejercía su mandato.
Socorro no quería que la compañía se viera relacionada con el trabajo público de él, ya que desde hace más de ocho años, Hernández solo se mete en los temas ingenieriles de vez en cuando, pero todo el resto se lo deja a ella.
Sus pocas apariciones en la vida política del candidato también se explican por una entrevista que le dio al periodista santandereano Óscar Lizcano en 2016, cuando admitió que le agradaba el título de ama de casa y de “esposa del alcalde”, más allá del de primera dama.
Aun así, el hermetismo que la rodea y su renuencia a dar entrevistas tiene que ver con que poco le gusta la política. Incluso, este medio la buscó pero el equipo de prensa dijo que no tenía agenda. Es cautelosa y prefiere no mostrarse demasiado.
De hecho, le pareció una locura de parte de su esposo querer ser alcalde de la capital de Santander y creía que era suficiente con haberlo visto en el rol de concejal en 1991, aunque jamás se posesionó y renunció un año después.
No obstante, ha guardado silencio frente al motivo por el cual Hernández se alejó de su puesto de alcalde tres meses antes de que terminara el periodo constitucional en 2019, después de una suspensión de la Procuraduría.
Esto se dio en medio del escándalo de las basuras de Vitalogic, que dejó a su esposo —imputado por interés indebido en la celebración de contratos— y a su hijo Luis Carlos Hernández salpicado. Supuestamente, hicieron lobby a favor de dicha firma para ganarse un jugoso contrato, a cambio de una comisión de éxito de 1,5 millones de dólares, aparentemente pactada por Luis Carlos. Hasta el momento, Rodolfo Hernández se ha declarado inocente.
El tamaño del entramado es tal, que hasta habría ensuciado a Socorro. A pesar de definirse como una persona sencilla y que no gusta de grandes cosas, el medio Cuestión Pública encontró que compró dos propiedades en Estados Unidos —entre 2016 y 2017—, justo cuando se estaba cocinando el escándalo.
El salto hacia el Ejecutivo
Después de todo eso, y aún con el proceso andando en su contra —el 21 de julio será la etapa final del juicio oral—, Hernández quiso lanzarse a la Presidencia. Para Olivares, en un principio, esto no era una posibilidad que estuviera dispuesta a afrontar.
Incluso les dijo a personas cercanas que si el ingeniero ganaba las presidenciales se iría del país. Ahora, viendo el escenario como está, por lo menos ya tiene claro que no se iría a vivir a Bogotá, y se quedaría siendo la primera dama desde Bucaramanga.
Oliveros hoy ejerce como gerente de la campaña presidencial, como la persona idónea para ello según varias fuentes consultadas, quienes la describen como una mujer meticulosa, muy organizada, con toda la capacidad para administrar los contratos y la optimización de la plata. Y claro, con “carácter santandereano”, hasta más que su pareja, reconocido y criticado muchas veces por su temperamento.
“Creo que la templanza es algo que la define, siempre mira todos los escenarios para tomar decisiones y su forma de ser ha ayudado muchísimo a que el ingeniero esté donde esté”, cuenta Fabián Mayorga, coordinador nacional de juventudes de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, a quien se le nota el afecto por Oliveros, pues trabajan muy de cerca.
Ella misma se ve como una mujer dura. Sus tres hijos se lo recuerdan cada tanto, le contó al periodista Óscar Lizcano. Es decir, lo que ella dice, se hace y punto, y Hernández confía ciegamente en su capacidad para hacer las tareas difíciles de administración, y por eso la escogió para tener tal responsabilidad en su campaña.
Aparte, se metió en los temas de género, creando el “comité de mujeres con Rodolfo Hernández” en el marco de la campaña. Si bien la cosa no está completamente definida, es probable que intente promover un programa relacionado con maternidad y apoyo al empleo de las madres en condiciones de pobreza.
“Si Rodolfo llega a ser presidente, en mí van a tener la bandera más grande de la vida, van a encontrar todo el apoyo que esté aquí a mi alcance, ustedes van a ser mi bandera”, les dijo a las mujeres presentes durante un encuentro que organizó en enero de este año, en la campaña a las elecciones legislativas del 13 de marzo.
El resultado de esa elección fue bastante regular, solo lograron curules como representantes a la Cámara Juan Manuel Cortés y Erika Sánchez, cuya presencia en la lista de la Liga causó polémica por su supuesta cercanía con políticos tradicionales.
Pero ningún ruido afectó la conformación de dichas candidaturas al Congreso ni mucho menos la buena relación de la familia Hernández con sus congresistas.
Por eso, la electa representante a la Cámara describe con aprecio a Olivares como “una excelente madre, excelente gerente, dada a lo social, no le gusta la jerarquía ni la polarización, que está combatiendo de verdad las estructuras politiqueras tradicionalistas”. También como una defensora de derechos humanos.
Con todo, es difícil saber si en una eventual Presidencia de Rodolfo Hernández, Oliveros tendría algún rol de puertas hacia afuera. No le gusta la “hipocresía de la política” —señala una persona de la campaña— ni tampoco la idea de vivir en la fría capital del país.
SU ROL DE MADRE
Los hijos y nietos de Socorro Olivares son su adoración. Cuando conoció a Rodolfo Hernández en Piedecuesta, Santander, tenía menos de 20 años, pero no tardaron mucho en buscar ser papás.
Como no podían tener hijos, adoptaron dos: una mujer, Juliana, y Mauricio.
Posteriormente logró quedar en embarazo y dio a luz a dos hombres, Luis Carlos, con quien tiene una relación muy cercana, y Rodolfo José.
Además, tiene dos nietos, Ana Sofía y Rodolfo José, a quienes adora profundamente.
Sin embargo, se cuestiona si quisiera tener más, ya que siente que el mundo de hoy es cruel y que podrían llegar a sufrir demasiado.
EVITA VIDA PÚBLICA
No le gusta ser activa en política y no tiene ningún interés en figurar.
De hecho, prefirió que la vieran como una ama de casa y esposa del ingeniero que tener un rol importante en su gestión, cuando era alcalde de Bucaramanga.
Y si ahora llegase a la Presidencia, le gustaría trabajar por las mujeres del país, pero no aparecerse por Bogotá. Si su esposo ganara las elecciones, les ha dicho a personas cercanas, le gustaría quedarse en Bucaramanga.
Rara vez se la ve en medios de comunicación, pues evita a la prensa y son pocas las fotos suyas que hay en redes sociales y medios de comunicación.
SUS INTERESES
Es católica y casi a diario reza el rosario, es una de las cosas que mantiene como rutina, así como caminar.
En vez de arreglarse mucho, prefiere pasar tiempo en ropa deportiva para dar largas caminatas y por eso disfruta ir a su finca de Piedecuesta los fines de semana. Sin embargo, todavía sufre dolores por un accidente que tuvo en 2020, cuando un carro la embistió y le fracturó varios huesos.
No le gusta cocinar, aunque disfruta mucho de la comida italiana, sobre todo la pasta. También le encanta ver televisión –novelas y series– en su tiempo libre, cuando no está dedicada a la empresa HG, que está ubicada muy cerca de donde vive actualmente, en Bucaramanga.