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Los líos de Uribe y Petro por las listas al Congreso de sus partidos

La puja por la cabeza del tarjetón al Senado en el Centro Democrático y en el Pacto Histórico desató peleas internas. En la derecha quieren a otro Uribe y en la izquierda a una mujer.

  • El expresidente Álvaro Uribe y el senador y precandidato Gustavo Petro, rivales electorales e ideológicos, coinciden ahora en la necesidad de poner orden en sus toldas políticas. Fotos: archivo y Carlos Alberto Velásquez.
    El expresidente Álvaro Uribe y el senador y precandidato Gustavo Petro, rivales electorales e ideológicos, coinciden ahora en la necesidad de poner orden en sus toldas políticas. Fotos: archivo y Carlos Alberto Velásquez.
Los líos de Uribe y Petro por las listas al Congreso de sus partidos
26 de septiembre de 2021
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Son enemigos en la política y en algunas ocasiones hasta en los estrados judiciales. Y aunque mutuamente se acusan en público de ser la causa de las crisis recientes de Colombia, ahora coinciden en que tienen que tomar las riendas de sus partidos para definir la cabeza de lista al Congreso y las reglas de juego para elegir a su ficha presidencial para 2022.

Los debates internos están tan candentes, que los máximos líderes del Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez, y del Pacto Histórico, Gustavo Petro Urrego, se están viendo obligados a intervenir en un proceso que generalmente se resuelve a nivel de las bancadas. Eso sí, son diametralmente opuestos en términos ideológicos, pero la mecánica electoral los puso a coincidir en el enredo interno de sus colectividades.

A la izquierda del espectro político están Petro y su Pacto Histórico, que con el retorno esta semana de Piedad Córdoba al debate electoral se irrumpió en un abanico de nombres que parecía ya tener una inclinación clara. En efecto, en esta organización que agrupa a movimientos de izquierda (Colombia Humana, Alianza Afrocolombiana, Polo, Unión Patriótica y Movimiento Alternativo Indígena y Social) veían a la hoy representante María José Pizarro como su cabeza de lista, y solo faltaba que la actriz Margarita Rosa de Francisco diera oficialmente el paso al costado para concretar la decisión.

Y por la derecha del espectro están Uribe y su Centro Democrático, toldas en las que se tenía un preacuerdo tácito para darle la cabeza de lista al Senado al excandidato a la Alcaldía de Bogotá Miguel Uribe, con la condición de que esta plancha fuese abierta, lo que se traduce en que los electores votan por cualquiera de los 100 puestos que hay y no solo por el partido, que es –en resumen– lo que se hace con una cerrada.

Pero este acuerdo se puso en duda no solo por algunas voces ‘disidentes’ dentro de la propia colectividad –que consideran que a Uribe (el exaspirante a alcalde) le falta experiencia electoral–, sino que la elección del candidato presidencial del partido, que esta semana se agitó con la decisión del Comité de Ética de sacar de esa carrera al representante Edward Rodríguez, sacudió los acuerdos previos en los que se trabajaba y puso el foco en la conformación de la lista.

Estos dos casos, el del Pacto Histórico y del Centro Democrático, no son los únicos, pero sí los de mayor enredo político, porque en otras colectividades tradicionales –como los partidos Liberal, Conservador, de ‘la U’ y Cambio Radical– aún no despegan nombres con capacidad de disputar con fuerza el primer puesto en la lista al Congreso.

De hecho, sus directivas están más enfocadas en la contienda presidencial y esperan que, de aquí a noviembre, puedan aparecer más nombres afines a sus lineamientos y que tengan fuerza electoral, incluidos algunos que con seguridad terminarán bajándose del ring en el que se define el liderazgo de la Casa de Nariño en 2022. En todo caso, el plazo para inscribir candidatos al Congreso se cierra el 13 de diciembre.

¿Cuál es la disputa?

Sin duda, la irrupción de Piedad Córdoba marca un hito político, pues, como ella misma lo dijo, se cierran heridas de cuando, incluso, calificó a Petro de “mal ser humano” y le auguró –esto fue en abril de 2019– que “jamás será Presidente de Colombia”.

Pero, como es costumbre en política, las opiniones cambian y la izquierda no es la excepción. El jueves de esta semana, Córdoba dio un giro discursivo de 180 grados: “Yo estoy aquí por Gustavo Petro y vuelvo por él, porque estoy convencida de que vamos a ganar las elecciones”. Y este sábado, en diálogo con EL COLOMBIANO, agregó que su decisión se da porque “no es momento para ser tibio”.

La última vez que Córdoba aspiró al Senado fue en 2006 por el liberalismo, durante el segundo mandato de Uribe, y se quemó con 42.904 votos.

Petro y Córdoba dialogaron al menos dos veces sobre cómo concretar la llegada de Poder Ciudadano –el movimiento de la exsenadora– al Pacto Histórico, y todo terminó sellándose el jueves en el Salón Rojo del Hotel Tequendama de Bogotá, donde estuvieron otros líderes de izquierda como los senadores Iván Cepeda y Gustavo Bolívar.

Córdoba llegó pidiendo que la lista sea cerrada, decisión por la que según supo EL COLOMBIANO se inclina Petro, pero lo que no es un hecho es que le den la cabeza de lista. Ahí está la puja.

Por un lado, está María José Pizarro, quien con la lista Decentes –en 2018– logró su curul en la Cámara con 77.800 votos. Ella le dijo a este diario: “Si la decisión política que se toma es que yo reúno los criterios para encabezar la lista, sería maravilloso”.

Y, por el otro, la actriz De Francisco –cuyo papel se ve en redes por su activismo en favor de Petro–, a quien desde la propia familia del precandidato le han pedido que se lance. Su hijo, el diputado del Atlántico Nicolás Petro, dijo que la cabeza de lista debe ser una mujer y “ojalá” fuera De Francisco.

De hecho, por fuentes del propio Pacto Histórico este diario estableció que se le ha propuesto que acepte y que, de ser el caso, evalúe estar un tiempo más corto a los 4 años para los que se eligen a los congresistas. La tesis es que su nombre –en lista cerrada– podría jalar electores.

Y aunque no hay punto de comparación, sí hay un antecedente que han evaluado: en 2014, el expresidente Uribe se la jugó por la lista cerrada con el Centro Democrático –con él a la cabeza– y consiguió 2’113.347 de votos, lo que derivó en 20 curules en el Senado y 19 en la Cámara.

Aquí es donde Petro debe entrar a dirimir, porque son tres mujeres de alto reconocimiento y capacidad, pero será su mano como líder la que señale a quién prefiere encabezando. Y, a su lado, hay varios hablándole al oído sobre la necesidad de tomar una decisión que derive en votos. De hecho, esa fue la base para aceptar en el Pacto Histórico a senadores como Roy Barreras (110.358 votos en 2018) y Armando Benedetti (72.576 votos en 2018), y al polémico pastor Alfredo Saade, quien dice lidera 400 iglesias evangélicas, y se opone al aborto y al matrimonio igualitario (temas que sí apoya Petro).

La otra orilla

Pero a la derecha del espectro político el tema no es distinto. Uribe, el expresidente, y varios congresistas hablaron con Uribe, el excandidato a la Alcaldía de Bogotá (quedó en el cuarto puesto en 2019 con 426.982 votos), para que sea la cabeza de una lista abierta. Él ha hecho saber que sí le suena, e incluso se encuentra en el exterior –según informaron desde el Centro Democrático– formándose académicamente para asumir el reto.

No obstante, no la tiene fácil. Esta misma semana el Comité de Ética del partido –con la firma de sus cinco miembros (entre ellos el exalcalde de Medellín Juan Gómez Martínez)– sacó de la carrera presidencial al representante Edward Rodríguez, dándole solo vía libre a las senadoras María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, al exministro y excandidato Óscar Iván Zuluaga, al exviceministro Rafael Nieto y al exgobernador de Casanare Josué Alirio Barrera.

La elección saldrá tras 10 foros regionales de los precandidatos y encuestas a la militancia uribista. El resultado, según la presidenta del partido, Nubia Martínez, se revelará el 22 de noviembre. Al interior de la colectividad dan por hecho que el ungido será Zuluaga, a quien esta semana un grupo de 30 congresistas le manifestó su apoyo directo, lo que hace que los demás, a excepción de Nieto y Barrera, terminen aterrizando en las listas al Congreso.

Y ahí es donde se gesta la disputa con Miguel Uribe, pues Paloma Valencia quiere estar entre los 10 primeros puestos de una lista cerrada, no encabezar; pero María Fernanda Cabal siente que los 37.905 votos con los que obtuvo su curul en Senado en 2018 le dan, entre otras cosas, méritos para ser la líder.

“El Senado no puede ser el plan B de los precandidatos, porque dañan el ejercicio de los foros regionales”, dijo el representante Ricardo Ferro. Y los senadores Paola Holguín, Fernando Araújo y José Obdulio Gaviria coincidieron en que la guía de Uribe será clave para definirlo todo: “Él sigue vigente y es la garantía para volver a ganar”.

Y no es para menos, pues en los comicios de 2018 para Congreso, Uribe, solo, le dio al partido 801.692 de los 2’300.589 votos que obtuvo. Por eso, su heredero en la cabeza de lista debe tener un potencial electoral para intentar conservar las 19 curules que se lograron en Senado y las 33 de Cámara. Ese es el puesto que quiere Cabal.

Este panorama demuestra, tanto a la izquierda como a la derecha de la política colombiana, que las discusiones internas propias de estas etapas electorales deben ser abordadas –y lo están siendo– directamente por sus líderes, para que el desgaste del debate no opaque el camino hacia lo que en ambos lados consideran la ‘joya de la corona’ en 2022: la Casa de Nariño.

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