“Están muertos en vida”, eso dijo el abogado defensor Julián Quintana cuando EL COLOMBIANO le preguntó sobre los padres de Valeria Afanador. Ella tiene apenas 10 años y necesita atención médica, social y familiar constante. Sin embargo, desde hace 16 días no llega a casa.
La última vez que alguien vio a Afanador ella salía de su colegio: el Gimnasio Campestre Los Laureles de Cajicá. Lo más desesperante para su familia y allegados es que, a pesar de que hay más de 200 personas implicadas en la búsqueda, no hay ninguna pista concreta del paradero de Valeria.
Incluso, durante las labores encontraron a Javier Mauricio García Pineda, quien llevaba más de dos meses reportado como desaparecido en ese municipio de Cundinamarca. Pero de la niña no hay rastro.
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La única pista era una reja del colegio ubicada tras algunas matas de eugenios, que servían como cerco natural de la cancha y que colindaban con el río Frío. En las cámaras de seguridad se observa a Valeria merodeando por esa zona, entrando y saliendo entre las plantas, lo que convirtió ese punto en el primer lugar de interés para las autoridades tras conocerse su desaparición.
Sin embargo, en entrevista con EL COLOMBIANO, Quintana aseguró que el colegio ha cometido errores y omisiones en la investigación, y que necesitan la colaboración de todos para dar con el paradero de la menor.
¿Qué elementos los llevaron a deducir que se trata de un caso de desaparición forzada?
“El contexto y los resultados de las búsquedas preliminares. Cuando uno se va al terreno, lo examina y ve los huecos que tenía la reja, uno comienza a analizar fácilmente que quien transita el lugar —que es muy boscoso— sí o sí debe dejar un rastro: un zapato, una moña, parte del vestido... Como me pasó a mí cuando estuve en el terreno: me rasguñé, me enterré en una mata, me rasgué el vestido. ¿Qué es lo que ha pasado en la investigación? Que no han encontrado una sola pista.
Si la niña realmente hubiera salido desprevenidamente por ahí, le hubiera sido muy difícil caminar sola por el sector, por el terreno, también fangoso.
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La otra hipótesis es que cayó al río... Las autoridades también han hecho un trabajo impecable en buscarla allí, han pasado 15 días y no la han encontrado. Es un río no tan hondo, el caudal no es fuerte. Entonces, lo que uno ve es que, si realmente la niña se hubiera perdido, como inicialmente lo dijo el colegio, habría algún indicio.
Eso lleva a pensar que, como no hay nada que indique que estuvo perdida, deambulando o encontrada en un sitio aledaño; toma mucha fuerza el tema del secuestro, porque parece que fue un rapto impecable.
Es decir, no hay un solo indicio directo. No hay huellas, no hay tampoco ninguna pertenencia de la niña. Ella tenía uniforme, tenía moñas. Esa es la hipótesis que se sigue con más fuerza”.
Ayer se reveló un video en el que la rectora del colegio de Valeria habla de un supuesto enemigo de la institución que quería hacerles daño. Sin embargo, no se lo había dicho a las autoridades.
“Nosotros recibimos con sorpresa ese video.
Se grabó una reunión de padres de familia en la que la rectora hace una revelación que nos llamó la atención y es que supuestamente detrás de esto —cuando dice “quién lo hizo”— podría estar un antiguo trabajador del colegio o un tercero. Entonces, ¿qué es lo que nos parece raro y también suspicaz? Que el colegio siempre había mantenido la tesis de que la niña se había perdido y que había salido sola del colegio.
Pero después —y esto no se lo dijo a la Fiscalía— sale con la hipótesis de que es un enemigo del colegio, un tercero, y que se tiene que llegar al responsable. ¿Por qué la rectora sabe entonces que hay un tercero involucrado? ¿Por qué la rectora habla de un enemigo?
No sabemos quién es ni el nombre, por qué tiene una enemistad con el colegio, ignoramos esos datos. Y por eso nosotros le hemos pedido a la Fiscalía que la vuelva a entrevistar o le tome declaración, y que nos cuente quién es esa persona.
Entiendo que seguramente ella lo va a negar, pero ahí está la prueba, ahí está el video. Entonces vamos a esperar a ver qué determinaciones toman las autoridades y qué explicaciones va a dar la señora rectora”.
¿El colegio ha ocultado información a las autoridades?
“No, exceptuando lo del enemigo (que deberá aclarar la rectora), ellos han entregado la información que se ha solicitado. Pero debo destacar que también vimos muy sospechoso, alarmante y preocupante que la principal escena del delito —que es el lugar donde desapareció Valeria— fue modificada por el colegio.
El hueco por donde presumimos que pudo salir lo rellenaron con piedra, con cemento, le pusieron rejas de reforzamiento. Y eso al final le hace mucho daño a la investigación porque distorsiona una escena del delito. No se necesita ser penalista ni experto en ciencias forenses para saber que una escena del delito se debe conservar, y lamentablemente no pasó eso en este caso.
Nosotros ya le hemos pedido a la Fiscalía que investigue desde la rectora hasta el portero de la institución. Y esto no es un capricho: se desprende de lo contemplado por el Código Penal en el artículo 25, que habla sobre las posiciones de garante.
Cuando una persona asume una posición de garante, que es la protección de un niño y la supervisión, debe responder por los daños que ese niño pueda tener o causársele, independientemente de quién lo haga. Ese protector, ese señor o esa señora que tenía que cuidarlo, si por esa omisión sufre el niño un daño, debe responder por ese daño.
Entonces, para decirlo más claro: si hablamos de un secuestro y se comprueba que el colegio no tomó las medidas adecuadas de protección, podrían también responder por el secuestro.
En el peor de los casos, si —Dios no lo quiera— hablamos de una teoría de homicidio, pues deben responder por un homicidio, precisamente porque asumieron esa responsabilidad.
Eso nosotros se lo hemos advertido a la Fiscalía. Es decir, que las dos líneas que queremos que se indague son: la responsabilidad del colegio —ellos no son unas víctimas— y la responsabilidad de las personas en la segunda teoría, que pudieron secuestrar a Valeria.
Ahora, tampoco descartamos absolutamente otras teorías, como que esté en el río o que todavía esté perdida. Son mínimas las posibilidades por las búsquedas que han hecho, pero sin duda alguna tampoco podemos descartarlas”.
En el caso también han estado involucrados investigadores privados. ¿Los hallazgos con las autoridades estatales son congruentes?
“Sí, han hecho un buen equipo. Incluso ellos han tenido ya tres reuniones con el equipo investigativo de fiscales e investigadores privados. Y entiendo que se está haciendo un complemento en capacidades técnicas y análisis de información.
La Fiscalía yo creo que está muy comprometida con el caso. Obviamente, no es un caso sencillo. Y lo que le hemos demandado —entendiendo la frustración de su familia al no encontrar a Valeria durante casi 15 días— es que los resultados no sean en días sino en horas. Necesitamos un dato concreto que nos dé luces sobre el paradero de Valeria”.
¿Cómo recibieron los padres de Valeria la noticia del supuesto enemigo del colegio? Se supone que los padres mandan a sus hijos a las instituciones con confianza en ellas, esperando seguridad.
“Precisamente por eso nos llamó tanto la atención y nos prendió las alarmas. Porque si uno mira el contexto social de la familia, es como cualquier familia colombiana: una familia pujante, hecha desde abajo, empleados con un nivel económico aceptable, no son ricos.
Uno dice: ¿qué sentido tiene retener a una niña? Entonces, cuando entra esta afirmación de la rectora, que ella tendrá que explicar por qué lo dijo, sin duda alguna uno dice: “Si realmente había un enemigo, pues tiene que contarnos quién es esa persona”. Porque puede ser una hipótesis que cobre fuerza y entonces tengamos que direccionarnos más frente a los antiguos empleados del colegio”.
Es una situación muy dura. ¿La familia cuenta con apoyo psicosocial?
“Los colombianos han sido muy solidarios con la familia, demasiado. Las instituciones también han estado ahí, muy cerca. La Fiscalía —que es una muy buena noticia— en los últimos días también ha estado muy cerca de la familia, y eso es positivo.
Pero obviamente existe impotencia y frustración. Es muy difícil que en tan poco tiempo ellos puedan entrar a un tratamiento psicológico. Aquí lo que estamos hablando es de acompañamiento y también solidaridad. Y al final creo que eso le ha dado mucha fuerza a la familia.
Quiero resumir la situación de ellos con lo siguiente: es como estar muertos en vida. No tienen un solo día en el que no tengan un quebrantamiento emocional. Es muy difícil. Esperamos resultados prontamente y encontrar rápido a Valeria”.
¿Cómo ayuda la circular amarilla que emitió la Interpol?
“Es muy importante porque si va cogiendo fuerza la teoría del secuestro o la desaparición, puede existir dos líneas: que la niña todavía esté muy cerca al sector —por eso le hemos pedido a la Fiscalía que haga un acordonamiento preventivo de vigilancia y que se detengan los carros e inspeccionen, al igual que las personas que entran y salen, porque eso ayuda mucho— o que ya haya salido del perímetro.
Si definitivamente la niña no está en el sector —que es lo que dicen las autoridades después de una intensa búsqueda— sirven mucho las campañas de conocimiento al ciudadano del caso.
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¿En qué sentido? En que haya muchas fotos en diferentes lugares públicos, en TransMilenio, aeropuertos, terminales, peajes, tiendas... Porque hay muchos ciudadanos que ni siquiera conocen el caso y eso nos ayuda a tener ojos en todas partes.
Eso también se lo hemos pedido a la Fiscalía, y también el tema internacional: terminales, aeropuertos, puertos. Hay que difundir esa información porque puede ser que intenten sacarla del país. No sabemos con qué fines. Y por ello son importantes esas medidas desde el punto de vista de alertas internacionales”.
Es decir, es despliegue mediático y la colaboración ciudadana es clave para encontrarla.
“Yo siempre he dicho —y esto lo aprendí como director nacional de CTI— que la ciudadanía siempre tiene información muy importante de los casos. Generalmente, cuando los casos logran tener éxito en el esclarecimiento de la verdad, es porque un ciudadano, al ver el caso en medios de comunicación, ha aportado algo relevante. Casi siempre pasa eso.
Ven un indicio, una fotografía: “Sí, yo la vi, la vi pasar por acá”; “Vi unos señores sospechosos, se me parece”. Tener a la ciudadanía es tener más ojos. Obviamente hay que ser muy prudente con la información que se maneja en medios, sin atentar contra la reserva o elementos probatorios que ya tenga la Fiscalía, pero la difusión tiene que ser entendida como una ayuda a la ciudadanía para que cualquier información que tengan inmediatamente la reporten.
Y también llamar la atención a los implicados para que colaboren. Es decir, el tema del colegio. Lo que vemos, en mi concepto, es que no ha existido colaboración. Un colegio que ya inició clases y los niños están jugando en la escena del delito... Por Dios, eso no cabe en ninguna lógica. Lo que queremos es colaboración, lo que queremos es esclarecimiento, que no haya entorpecimiento de la investigación”.
Colegio de Cajicá aclara declaraciones de su rectora en caso Valeria Afanador
En las últimas horas —luego de la entrevista con el abogado— el colegio aclaró que las declaraciones de la rectora fueron “sacadas de contexto” y que no pretendían señalar a nadie en particular.
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Según la institución, la afirmación se dio en un sentido “dialéctico y ejemplificativo”, en alusión a una de las hipótesis planteadas por el CTI dentro de la investigación.
En defensa de la rectora, el plantel explicó que sus palabras buscaban ilustrar posibles riesgos externos que podrían afectar a la comunidad educativa, pero enfatizó que no existe ninguna certeza de que un enemigo o exempleado esté vinculado con la desaparición de la menor.
El colegio también reiteró que ha colaborado en todo momento con las autoridades, aunque aseguró sentirse objeto de “hostigamiento público y mediático”.
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