Cuentan los abuelos que, al recordar los orígenes de las silletas, a su mente viene la imagen de los campesinos bajando de Santa Elena con flores, quesito, papa y arepas para venderlos en la extinta Plaza de Cisneros. Ese es el origen de la figura del silletero, que cargaba a sus espaldas, en una caja de madera, la mercancía producida en el campo que, con el tiempo, hacia mediados del siglo XX, se transformó en las monumentales obras de arte florales que desde hace 67 años los antioqueños vemos desfilar por nuestras calles una vez al año durante la Feria de las Flores.
Hoy es la edición número 68 del Desfile de Silleteros, el evento más esperado de esta semana que celebra y honra las tradiciones y la cultura antioqueña. A las 2:00 de la tarde, desde la Avenida Regional, a la altura de Bancolombia, partirán los 540 silleteros que, a lo largo de 2.5 kilómetros, contarán historias a través de silletas florales cargadas de simbolismo y dedicación.
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Como es costumbre, desde las primeras horas de la mañana los silleteros se reunirán en el punto cero para la evaluación de sus silletas por parte de 15 jurados y 49 evaluadores expertos, quienes seleccionarán a 55 finalistas que harán parte de la ronda final, en la que se eligen los primeros puestos de cada categoría y al ganador absoluto del concurso.
Las categorías del Desfile de Silleteros son siete: Comercial, Monumental, Tradicional, Emblemática, Artística, Infantil y Pioneros. Las piezas presentadas en cada una de estas clasificaciones deben seguir las reglas establecidas por el evento. Por ejemplo, en la categoría Tradicional se encuentran las silletas más simbólicas, ya que “producen mayor evocación de la silleta campesina utilizada para el transporte y comercialización de productos y flores en tiempos antiguos”. Esta silleta debe llevar la mayor cantidad posible de flores nativas de Santa Elena, con un mínimo de 15 variedades distintas.
En general, el jurado deberá analizar criterios como las variedades y tipo de flores y follajes utilizados, la estética general y composición visual, el vestuario de los silleteros, y la creatividad aplicada en la forma, el emblema y el mensaje según los requerimientos de cada categoría.
Las novedades del Desfile de Silleteros 2025
Aunque la tradición es una de las protagonistas de este espacio, cada año, el Desfile se renueva para mantener viva la cultura campesina en medio del auge turístico y comercial de la Feria.
Una de las más destacadas de esta nueva edición es que diez niños con neurodiversidad van a hacer parte del desfile infantil. Si bien en desfiles anteriores ya se había contando con la participación de menores con Síndrome de Down, en esta ocasión, niños con esta condición y autismo, llevarán sus silletas “como un acto de plena integración, garantizando que ningún niño se quede fuera de esta experiencia cultural”, precisan desde la Corporación de Silleteros de Santa Elena (COSSE), organización que se encarga de difundir y preservar la tradición silletera de los campesinos del corregimiento.
Este año, los silleteros rendirán homenaje a Juan Ernesto Ortiz, el máximo ganador del Desfile de 2024, quien no podrá participar en esta edición por motivos de salud. El año pasado, el silletero de 56 años se coronó como vencedor del certamen con una silleta en la categoría Monumental, elaborada con entre 160 y 170 especies de flores y un peso aproximado de entre 80 y 90 kilos.
También se le hará tributo a los damnificados por el invierno en Medellín, donde más de 1.700 personas quedaron afectadas por las fuertes lluvias que cayeron en la ciudad en el primer semestre del años. Esta muestra de solidaridad estará presente por medio de un listón negro que llevarán los silleteros en su brazo derecho.
Además este año los participantes renovarán su “pinta”: por primera vez en diez años se realizará la reposición completa del vestuario silletero, que integra las prendas más características de la indumentaria antioqueña.
Así es el vestuario de los silleteros
Desde hace exactamente diez años, los silleteros llevan las mismas prendas en cada edición del desfile. En 2015 se llevó a cabo la renovación de la “pinta”, para la que se realizó una rigurosa investigación con el fin de diseñar nuevas prendas adaptadas a las necesidades actuales, pero manteniendo las tradiciones de aquellos campesinos que mencionaba al principio, los que bajaban de Santa Elena a vender sus flores y productos agrícolas en los mercados de la ciudad.
Fue en ese momento que se les entregó el uniforme que actualmente conocemos y que este año conserva el mismo diseño, pero estará conformado por prendas nuevas. Para los hombres, la base del conjunto es la camisa, el pantalón, la mulera o poncho, y la paruma, que es una especie de delantal. En el caso de las mujeres, están la falda, la blusa, la chalina o mantola, y la pañoleta que va en la cabeza.
Pero a estas prendas hay que añadirles otras que son transversales a la cultura antioqueña, ya que simbolizan la tradición campesina. Una de esas es el sombrero aguadeño, que tiene una historia de más de 160 años. Este accesorio llegó a Colombia a finales del siglo XIX, específicamente al departamento de Nariño, desde donde, a través de Ecuador, se introdujo el conocimiento sobre cómo tejer este tipo de sombreros.
A Juan Crisóstomo Flórez se le atribuye la responsabilidad de expandir este arte: se dice que este ecuatoriano, originario de Cuenca –una ciudad ubicada al sur del vecino país–, se instaló en Aguadas, Caldas, donde se dedicó a fabricar sombreros de palma iraca. Fue así como instruyó a los campesinos en la elaboración de esta artesanía, que desde entonces pasó a formar parte de la tradición de las familias aguadeñas.
Y no se detuvo ahí: el uso del sombrero comenzó a expandirse por el campo, especialmente en la región cafetera, donde los trabajadores de la tierra lo utilizaban para protegerse del sol y la lluvia durante sus largas jornadas.
Otra de las prendas clave de la “pinta” campesina es el carriel, el bolso que los silleteros se “tercean” al cuello para cargar sus pertenencias dentro de este complemento que se despliega como una especie de acordeón. Su origen, a diferencia del sombrero aguadeño, no es tan claro: algunos dicen que proviene de las alforjas españolas, unas talegas de cuero que utilizaban los europeos en la región antioqueña durante la época colonial; otros aseguran que está inspirado en un bolso de origen africano o escocés, y que justamente su nombre viene del inglés “carry all”, que significa “llevar todo”.
Lo que sí es claro es que arrieros, caficultores y campesinos lo usan desde hace más de 140 años, pues en él encontraron la forma de llevar sus pertenencias durante largos trayectos y jornadas de trabajo. En Antioquia está el “templo” de este bolso tradicional: Jericó, al suroeste del departamento, es el municipio donde se encuentra el carriel paisa original.
Este bolso se realiza principalmente con cuero y puede llegar a tener de 10 a 12 compartimentos, algunos de ellos ocultos para guardar las más valiosas de las pertenencias. Dinero, escapularios, fotos, peines, alajas y hasta aguardiente eran los objetos que los campesinos solían llevar en sus carrieles.
En 2021, esta tradición fue consagrada por el Congreso de la República, quien aprobó la Ley 2139, la cual declaró el Carriel Antioqueño como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. Además de proteger el oficio de la guarnielería, que es el arte de fabricar estas piezas, gracias a esta iniciativa es que el 15 de agosto se celebra el Día Nacional del Carriel.
Los desafíos de preservar la cultura silletera
Una de las preguntas que giran alrededor del Desfile es cómo preservar este espacio en épocas de transformaciones cada vez más veloces.
Diana Vélez, directora de la COSSE, asegura que algunos de los desafíos más grandes que han tenido que superar en los últimos años para preservar este arte han sido “las familias cada vez más menos numerosas, el tamaño del corregimiento, el cambio climático que afecta el proceso del cultivo de las flores”. A esto se suma que, en la actualidad, muchos de los silleteros también son profesionales que deben equilibrar sus carreras con el compromiso de mantener viva esta tradición familiar.
Para la Corporación, los silleteros perviven y pervivirán ya que son parte de nuestro patrimonio: no solo son campesinos, sino figuras reconocidas en el mundo entero por ser quienes llevan en sus espaldas una de las expresiones más bellas de las tierras antioqueñas.
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