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Se estrena Toro, un documental para repensar las relaciones del arte y del narcotráfico

El trabajo fue codirigido por dos mujeres que le siguieron la pista a Hernando Toro durante más de tres años.

  • Dos directoras registraron la vida y los recuerdos de Hernando Toro, un artista que pasó buena parte de su vida tras las rejas. Foto. Cortesía.
    Dos directoras registraron la vida y los recuerdos de Hernando Toro, un artista que pasó buena parte de su vida tras las rejas. Foto. Cortesía.
  • La película está en las carteleras del Mamm y del Colombo Américano. Foto: Cortesía.
    La película está en las carteleras del Mamm y del Colombo Américano. Foto: Cortesía.
17 de mayo de 2023
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El documental Toro, de Adriana Bernal y Ginna Ortega, pone el lente en Hernando Toro, un personaje fascinante. Durante diez años él hizo de su celda en la cárcel Modelo de Barcelona, España, un estudio de fotografía en el que retrataba a los asesinos y ladrones del penal y, al tiempo, les enseñaba los secretos de los encuadres, la velocidad y el Iso.

En esos años hizo una obra gráfica que le ha granjeado cierta celebridad en los circuitos artísticos colombianos. Una vez cumplió la condena por narcotráfico comenzó una serie de exposiciones con ese material y, ya en Colombia, dictó talleres en los centros penitenciarios. Precisamente fue en uno de esos espacios formativos que Adriana lo conoció y quedó enganchada con su historia. “Toro es un personaje extrovertido, encantador, interesante... Quedamos encantadas desde el primer momento que lo conocimos”, dice.

Y el encanto fue tal que convenció a Ginna de hacerle un retrato audiovisual, cuya hechura tardó tres años de entrevistas y rodajes, de derrumbar las barreras del fotógrafo, de hacer invisible la cámara.

“Tuvimos la suerte de tener el tiempo para generar unos espacios de confianza, hacer que la cámara deje de ser un dispositivo que produce distancia”, dice Adriana. Esa cercanía afectiva con el protagonista se siente en los minutos de duración del documental que llega a las carteleras de cine el 18 de mayo. En el trabajo Toro habla de su juventud, de sus amores, de los tiempos en la cárcel y en las galerías del arte. La película, además de ser el relato de una vida, también ofrece una reflexión sobre las maneras que tenemos de narrar nuestra individualidad.

La película está en las carteleras del Mamm y del Colombo Américano. Foto: Cortesía.
La película está en las carteleras del Mamm y del Colombo Américano. Foto: Cortesía.

Con horas y horas de grabación, las directoras acudieron a la ayuda de miradas ajenas para armar el rompecabezas de la vida de un hombre seguro de sí mismo y de la relevancia de su trabajo para las historias de las fotografías. En el cometido de darles un orden narrativo al guion y al material les ayudaron Jorge Caballero y David Rojas, el productor y el montajista, respectivamente, del filme. También les sirvió la habilidad del propio protagonista para narrar su historia y ese carisma suyo para llenar la pantalla con su estampa de melena plateada.

“Toro sabe medir muy bien lo que cuenta y lo que no, sabe en qué momento decir y en qué momento callar. Tiene una mirada muy particular del mundo”, dice Adriana. Incluso lo compara con una caja de sorpresas y para explicar esa idea cuenta que la semana anterior se reunieron con él y les contó cosas nuevas, historias diferentes de Bogotá y de sus amigos.

Este trabajo —producido por Gusano Films— hace parte de una nueva hornada de documentales colombianos realizados por mujeres que se interesan por narrar las biografías de personajes por fuera de las convenciones. Al igual que la madre del documental Amazona, Toro es un personaje que fue a contrapelo de las convenciones de su tiempo y que, aun en la vejez, mantiene un estilo de vida que Adriana califica de auténtico. Ha dedicado su vida al cultivo de un arte y ha logrado una obra con altas dosis de transgresión y de novedad. También su vida sirve para conocer un momento de la historia de Colombia, esa en la que el narcotráfico emergió como un negocio para forajidos y valientes. “Aunque la historia de Toro no se limita al narcotráfico. Su obra sobrepasa ese elemento”, dice Adriana.

Por estos años el documental colombiano se ha abierto espacio en las programaciones de los cines y en el gusto de los públicos. La gente ha aprendido que el género no es un “ladrillo” —la palabra la usa Adriana— que consiste en enlazar una entrevista tras otras. Este formato de narración ofrece posibilidades estéticas para iluminar ciertas partes de la realidad y para volver a las preguntas importantes de la sociedad en los últimos treinta y cuarenta años. En el caso de Toro se retoman las preguntas por el arte y por los márgenes sociales.

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