Artesanos indígenas, los tradicionales y los contemporáneos. Todos tienen una historia que contar, un oficio que rescatar y un recuerdo que evocar.
Ese saber ancestral será destacado en Expoartesano La Memoria 2017, la feria que comienza este lunes en Plaza Mayor y que trae más de 400 expositores para contar la historia de sus comunidades y mostrar el alma de la tradición manual del país.
Sobresale, en la edición de este año, la conexión con el pasado, mediante los saberes que relatan el territorio colombiano y “los mitos de origen de los seres humanos que constituyen comunidades diversas”, según Ana María Fríes, gerente de Artesanías de Colombia.
LA FILIGRANA DE SANTA FE DE
ANTIOQUIA
Muchos asocian el arte de tejer los hilos de oro y plata con Mompox, en Bolívar. Pero en el occidente de Antioquia hay una nueva camada de joyeros que busca mantener una tradición que viene desde la época colonial. En la técnica que se practica allí predomina el tejido con agujas, para crear los característicos nudos, y estropajo.
Las molas de la etnia gunadule, Necoclí
Las mujeres de la etnia gunadule aprenden sobre este oficio mirando. Así consiguen bordar, sobre algodón, figuras de animales y geométricas llenas de color. Pero solo pueden comenzar a tejer con la llegada de su primera menstruación, porque es la sangre la que marca su ingreso a esta tradición ancestral.
Las máscaras Kamëntsá de Putumayo
Para recibir el nuevo ciclo, en las etnias inga y kamëntsá (camsá), en Sibundoy, Putumayo, se hace un carnaval en febrero, en el cual se busca la reconciliación con el prójimo y se agradece a la madre tierra. Tienen un rito en el que los indígenas acostumbran agradecer y pedir perdón. El guía de la ceremonia lleva puesta una máscara, llamada matachín, y lo acompañan seis personas más: tres llevan la máscara de San Juan hombre y los tres restantes la de San Juan mujer. Son antifaces con extrañas caras, finamente talladas. Tradición artesanal en¿ los pueblos del Alto Putumayo.
Tejidos Kankuamos de la sierra nevada
El resguardo indígena kankuamo está ubicado al borde del río Guatapurí. Las mujeres siempre han tejido el fique y la lana para hacer mochilas y chinchorros. Las mochilas son cilíndricas, porque para los kankuamos es símbolo de feminidad y fertilidad, representa a la gran madre cósmica. Usan varios diseños, que simbolizan, desde el pensamiento del hombre y la mujer, hasta la territorialidad de su zona, la Sierra Nevada de Santa Marta. Las kankuamas saben que, al terminar cada mochila, honran sus ancestros.
Canastos de wérregue hechos en chocó
Tejer con la fibra de esta palma exige precisión y dominio. La comunidad indígena wounaan, ubicada en el litoral de San Juan, en el Chocó, también aprende esta destreza con la práctica y los años. Los diseños, tanto de jarrones como de canastos, tienen mucho que ver con los animales del entorno selvático y con la vida en estos espacios naturales. Tejer una pieza grande demora hasta cinco meses. Hay otros de hasta un metro de altura, cuya labor puede tardar casi un año.