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La elocuente ironía de Edith Wharton

¿Quién era Edith Wharton? Perfil de esta singular escritora e invitación a leer sus obras.

  • La edad de la inocencia (Tusquets) es la obra más conocida de Edith Wharton.
    La edad de la inocencia (Tusquets) es la obra más conocida de Edith Wharton.
24 de junio de 2018
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Pese a estar relegada de la mesa de las novedades debido en parte al paso del tiempo, en parte a la constante aparición de nuevas publicaciones, Edith Wharton, escritora norteamericana, jamás perderá el lugar preeminente entre los grandes narradores de una época favorecida por los mejores novelistas.

Nominada varias veces al Premio Nobel de Literatura, ganadora de un Premio Pulitzer, merecedora de la Legión de Honor en Francia por sus servicios prestados al país durante la Primera Guerra Mundial, y de un grado Honoris Causa en literatura en de la Universidad de Yale, Edith Wharton, nacida en 1862 en el seno de una aristocrática familia neoyorquina, recibió, para superar con creces mediante el esfuerzo personal, la mediocre educación de las mujeres de entonces.

Cuando años más tarde un periodista le preguntó si el ambiente familiar había contribuido en algo al desarrollo de sus dotes de escritora, respondió que entre los suyos no había ninguna tradición literaria. No obstante, sus padres la dotaron con dos armas según ella indispensables para escribir bien: buenos modales, además de un excelente uso del inglés. Ambos elementos aparecen de continuo en unas novelas donde los protagonistas revelan complejidades de carácter, no todas loables, ocultas tras un barniz refinado, a la vez que hacen uso de un elegante lenguaje. Escudos tras los cuales enmascaran el egoísmo, la ignorancia, la falta de sentimientos, el implacable afán de dominio.

La primera publicación reconocida de Edith Wharton, fue un libro sobre decoración de interiores editado por un amigo, que ya había dado a conocer algunos de sus poemas juveniles en un volumen que se tituló Versos. El editor accedió a sacar unos cuantos ejemplares, convencido de que solo las personas de su entorno los comprarían. Cuarenta años más tarde el libro seguía despertando interés, junto con sus relatos, ensayos y novelas.

Nada en la vida de esta escritora estuvo en conformidad con lo que el mundo esperaba de ella. Se atrevió a desafiar la prohibición de ser famosa, algo que una mujer debería evitar, así fuera al precio del sacrificio de una vocación. Comenzó a viajar en compañía de sus padres siendo apenas una niña, hasta llegar a cruzar en barco 66 veces el Atlántico. Antes de los quince años hablaba inglés, francés, alemán e italiano. Rompió un compromiso matrimonial días antes de la boda, gozó de gran popularidad entre las amistades masculinas, mantuvo una larga relación sentimental con el periodista Morton Fullerton y tuvo el valor de divorciarse, lo cual hacía de una mujer de su posición una especie de paria, tal como se vería más adelante con la encantadora Madame Olenska, sin duda su alter ego en La edad de la inocencia.

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El hecho de escribir significaba transgredir las normas, en un mundo regulado por preceptos masculinos. Hay que tener en cuenta que los primeros relatos de Edith Wharton aparecen cuando las revistas excluían historias referentes al amor, a la religión, a la política, al alcohol y a los homosexuales, es decir, cuando pretendían dejar al escritor sin asunto. Uno de sus primeros editores le prometió un considerable adelanto, siempre y cuando no escribiera sobre relaciones non sanctas. El propio presidente Theodore Roosevelt le recriminó el no haber hecho de una de sus heroínas una mujer honesta, y un académico, luego de leer La casa de la alegría, comentó que ninguna gran obra de la imaginación se ocupaba de pasiones ilícitas. Tal es el mundo que desafió para poder escribir, el que retrata con la más exquisita y despiadada ironía.

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