La canción El Avioncito suma más de 38 millones de reproducciones en YouTube. En el video de esta champeta, Giblack, su autor, sale vestido con traje de piloto azul marino y tenis blancos. Son 3 minutos con 34 segundos de un ritmo contagioso que tiene bailando en la red social Tik Tok a influencer de Corea del Sur, México, Colombia, Guatemala, Argentina, España, Perú, entre otros países, y a sus seguidores.
El tema lo compuso el año pasado, fue producido por Adony (Adonis Ascencio Montes) y masterizado en los estudios de Jairo González (“El Mono Máster”). A los tres días de su lanzamiento se convirtió en un reto en las plataformas digitales. Se disparó como pólvora: niños, jóvenes y adultos la comenzaron a bailar. Y desde entonces no para de sonar.
“Me siento muy feliz, ahora es que tengo que seguir trabajando mucho más para cosechar otros éxitos”, dice el cartagenero de 27 años y padre de cuatro hijos.
A la hora de hablar de su origen, Gustavo Andrés Álvarez (nombre de pila de Giblack) de inmediato recuerda que en su ciudad lo primero que un niño escucha al nacer es una champeta. Que él creció escuchando champeta. Dice, que en cualquier esquina de Cartagena hay, casi siempre, un bafle encendido reproduciendo este género musical.
“Cuando tuve uso de razón me di cuenta de que tenía el don de cantar y hoy me siento muy orgulloso de saber que ese joven que creció en el barrio Nelson Mandela está llevando el género por el mundo”.
Sus inicios no fueron fáciles. Hace cinco años, cuando comenzó a trabajar por darle forma a su sueño de ser cantante, debía cruzar a pie prácticamente toda la ciudad para llegar al estudio donde grabó sus primeras canciones. De este lugar salía tarde de la noche: era el último en grabar porque solo se lo prestaban si estaba libre. “Me sabía de memoria los caminos, las trochas, me iba y regresaba caminando y contento de la vida porque cuando uno sabe para dónde va, así sea caminando, por muy lejos que sea, llega”.
Por ese tiempo animaba fiestas y minitecas, de esta manera reunía el dinero suficiente para pagar sus producciones. Hoy ya es un compositor experimentado.
Sus canciones, porque no solo tiene El Avioncito, son escuchadas y bailadas en los picós, esos sistemas de sonido ambulantes populares en el Caribe colombiano que miden 14 metros de altura por 10 de ancho y que son utilizados en las casetas (especie de festival) donde reúnen a más de 5.000 personas.
“Los muchachos que están en el barrio me han dicho que soy una inspiración, que sí se puede salir adelante, pero yo les digo que se tiene que tener mucha disciplina y perseverancia”.
Su nombre artístico tiene un sentido, está compuesto por dos partes. “Gi” son las siglas de hierro galvanizado en inglés (galvanized iron) porque su mantra es ser un hierro casi imposible de destruir. Y ‘black’ por su color de piel.
Cuando Álvarez mira para atrás y revisa su camino recuerda que su madre, de origen chocoano, y su padre cartagenero, al comienzo de su carrera no lo apoyaron por temas de religión (son evangélicos). “Cada uno estaba en lo suyo”. Ahora es el orgullo de la familia.
“Hoy que soy papá entiendo que los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, pero a veces lo mejor no es lo que uno quiere como padre, entonces hay que darles esa libertad para que escojan, no hay nada más lindo que trabajar en lo que más le gusta porque se hace con amor y se progresa en eso”.
En TikTok las cifras de la cuenta de Giblack están por las nubes gracias a su canción: tiene más de 5 millones de likes, 1.2 millones de seguidores y 2.7 millones de réplicas de los videos de su canción, esa que tiene bailando champeta a los coreanos.
38
millones de reproducciones en YouTube suma la canción El Avioncito de Giblack.