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A las ferias del libro les tocó releerse, así está el panorama

La pandemia cambió las dinámicas de los eventos culturales. Así pinta el panorama para estas actividades en 2020 y 2021.

  • Ejemplos como la Filbo en Casa y los Días del Libro han animado a otras ferias del país a intentar adaptarse a la virtualidad para no cancelar sus eventos. FOTO jaime Pérez
    Ejemplos como la Filbo en Casa y los Días del Libro han animado a otras ferias del país a intentar adaptarse a la virtualidad para no cancelar sus eventos. FOTO jaime Pérez
04 de junio de 2020
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Por Valeria Murcia Valdés

Llegar a una librería pequeña, reunirse con una docena de personas alrededor y escuchar a un autor hablando de su libro más reciente. Todos sentados a cierta distancia, pero disfrutando de ese encuentro con la cultura que durante meses ha hecho tanta falta.

¿Qué tal si ese pequeño encuentro hiciera parte de una celebración más grande de la literatura? Como por ejemplo de la Fiesta del Libro, que se celebrará en septiembre con la tecnología como principal aliada. Eso fue lo que se imaginó Diego Aristizábal, exdirector de los Eventos del Libro, como una posible solución a las dificultades logísticas que ahora se le presentan a las ferias del libro a nivel nacional y fuera del país. Hacer de Medellín una ciudad de los libros, como se planteaba la Fiesta en ediciones previas: “Hacer que se disemine y se haga en varias partes una mezcla entre lo virtual y lo real”.

Ya los Días del Libro, habitando 100 % en lo digital este año, dieron un primer paso y se rehusaron a cancelar su edición 14, mientras la Feria del Libro de Bogotá incursionó en abril con una programación virtual que incluyó clubes de lectura, conversatorios y actividades especiales.

Lo que se sabe de la Fiesta

Una de las lecciones que aprendió el equipo de Eventos del Libro es que la virtualidad es una herramienta que permite una conexión para que participen quienes no habitan en Medellín. La Fiesta espera anunciar con mayor precisión sus planes a finales de junio, por ahora está planeando que se dé, en gran medida, de manera virtual: “Con un mapa interactivo, amable con las personas y una plataforma importante y fortalecida para las librerías y editoriales independientes”, cuenta Ana Piedad Jaramillo, directora de los Eventos. No tendrán un país invitado esta vez, “queremos darle importancia especial a los escritores e ilustradores antioqueños y tener una sección especial para las mujeres escritoras o ilustradoras”, añade.

Por el lado de la interacción física con los visitantes, se espera llegar a una solución combinada. “Veremos qué se puede hacer, si con eventos regados en la ciudad o en el Jardín Botánico, cumpliendo con las normas de bioseguridad”.

A nivel internacional ya hay ejemplo, la Feria del Libro de Guadalajara (FIL), una de las más grandes de Latinoamérica se desarrollará entre el 28 de noviembre y el 6 de diciembre. Reducirá el aforo de sus actividades en un 50 % para su edición 34. Se utilizará el recurso de conferencias vía streaming, no habrá programas de mano ni firmas de libros.

“Si uno ve que las cosas empiezan a cambiar, si hay unas condiciones básicas para que la gente pueda salir, las ferias o fiestas no deberían consolarse solo con oferta virtual, tendrían que asumir riesgos distintos tomando en cuenta las reglas de seguridad”, apunta Aristizábal. Lo más importante, opina, es que espacios como la Fiesta permiten el encuentro “y en la virtualidad no se genera eso. Hay un contenido, personas que conversan y una producción de conocimiento, pero la esencia misma de la feria cambia”.

En otras regiones

Antes de la Fiesta de Medellín, Quibdó celebrará la de la Lectura y Escritura de Chocó (Flecho) del 19 al 23 de agosto. El evento tiene un 40 % de un apoyo económico del Ministerio de Cultura y sigue en la consecución de patrocinadores para ese 60 % adicional. Eso ha representado una gran dificultad debido a la crisis.

Hasta el momento, Flecho tiene pensado desarrollar actividades a través de Facebook, otras radiales y comunitarias respetando las reglas de distanciamiento. “Nuestro público tiene particularidades, la gente en el Chocó no tiene la conectividad como en otras regiones”, cuenta Velia Vidal, gestora cultural y cabeza de Flecho. Piensa que los logros alcanzados por los Días del Libro en Medellín y la Filbo en casa son noticias positivas “que nos están enseñando que es posible hacer adaptaciones, llegar a nuevos públicos”.

En el Valle, la Feria Internacional del Libro de Cali se realizará en octubre, pero ya está pensada para desarrollarse de manera completamente digital. Tendrá una programación cultural y académica que girará en torno a la obra de Manuel Zapata Olivella y el canto a la diáspora africana.

Estaba planeado que la feria tuviera presencia en 10 municipios de la región, antes del coronavirus. “Lo que haremos desde lo virtual es la participación de esos municipios con autores y con programación local”, cuenta el director de la feria, Juan Camilo Sierra. Destaca, sin embargo, que la virtualidad no puede reemplazar la interacción física.

En cuanto a la Internacional del Libro de Bogotá, su directora Sandra Pulido comentó que se realizará aprovechando lo mejor de ambos mundos, el físico y el virtual, teniendo en cuenta los aprendizajes que tuvieron con la edición de este año. Quieren “llegar a más personas, a lectores curiosos con intereses más específicos, y al mismo tiempo traer a personas que por diferentes razones no logran venir a Bogotá”.

De la misma manera, anunció que a lo largo del año, la Cámara Colombiana del Libro (CCL) organizará actividades virtuales a través de una iniciativa llamada Colombia Lee, que estrenará pronto y que busca “generar acciones permanentes de promoción del libro y la lectura”.

Decisiones

No ha sido un buen rato para las ferias, que a toda velocidad han tenido que acomodar su programación y cancelar muchos de sus planes. El no haber podido desarrollar la Filbo 2020 llevó a que la Cámara Colombiana del Libro tomara decisiones que han sido fuertemente criticadas, como de despido de dos funcionarias, Olga Naranjo y Juana Silva, quienes desempeñaban los cargos de Directora Cultural y Coordinadora de Programación Infantil y Juvenil en la Feria del Libro de Bogotá.

Apunta que la crisis económica ha golpeado a la Cámara y ese es el por qué de los despidos. “Si bien llevamos a cabo #LaFILBoEnCasa, la Filbo como la conocemos no sucedió y eso dejó unas pérdidas económicas importantes ya que el ejercicio del primer semestre del año lo prepaga la CCL y se recupera con los ingresos. Eso no pasó”, dice la directora. Añade que fueron más personas las que salieron, pero “solo estos dos cargos fueron mediáticos”.

Los despidos, que sucedieron antes de que culminara la Filbo 2020, suscitaron indignación y decepción entre el gremio editorial. Los dos roles, argumentaron, sustentan gran parte del trabajo para proponer conversaciones novedosas y más que todo enfocadas hacia un público joven durante la feria. A raíz de esta decisión, cinco editoriales renunciaron a hacer parte de la Cámara e inició una campaña en cabeza del exdirector cultural de la FILBo, Giuseppe Caputo, para que el Ministerio de Cultura se pronunciara frente al hecho. “Esto produce un daño enorme al frágil sistema cultural colombiano. Sin curador, sin quién piense los contenidos, la feria podría volver a los años en los que era una gran venta de libros y poco más”, apuntó Caputo en esa campaña.

“Consideramos que es una decisión desafortunada, entendemos las razones que deba tener la Cámara y consideraciones que uno no alcanza a conocer, pero indiscutiblemente es un mensaje poco alentador, no es positivo. Los contenidos son el camino para llegar a la circulación. Las ferias tienen como propósito que se vendan los libros, pero el camino no es la venta por la venta, sino contenidos artísticos y la generación de conversaciones”, opina Vidal.

Pulido recalca que una Filbo no podría pensarse sin esos cargos. “Son fundamentales para desarrollar y articular una programación que responde a una estrategia diseñada y pensada. Todo el equipo de ferias suma a la hora de diseñar eventos y contenidos que hacen posible la programación final”.

La directora señala que se tiene un equipo de cientos de personas que trabajan alrededor de la Filbo y que suman a la hora de planear, pero no es claro cuando o cómo se retomarán las labores fundamentales de esos cargos que ya no están. La preocupación continúa

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