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“Todos somos un poco impostores”

Javier Cercas estuvo en el Hay Festival Cartagena para hablar del oficio del escritor

y de su libro El impostor.

  • Javier Cercas indaga en la vida de Enric Marco, un personaje que generó controversia en España y Europa. FOTO cortesía Random House.
    Javier Cercas indaga en la vida de Enric Marco, un personaje que generó controversia en España y Europa. FOTO cortesía Random House.
02 de febrero de 2015
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Es una novela sin ficción saturada de ficción, se dice en la presentación de la obra; lo dice el mismo Javier Cercas. El impostor (Literatura Random House) cuenta la historia de Enric Marco, un hombre que supera los noventa años, que se hizo pasar por superviviente de los campos nazis y que fue desenmascarado en 2005, después de presidir por tres años la asociación española de los supervivientes y de hacer giras para dictar conferencias.

Lo que termina revelando el escritor español, invitado al Hay Festival Cartagena, son aquellos elementos más profundos de la esencia humana. “Lo que distingue a Marco –como a Don Quijote o a Emma Bovary-, es que quiere convertir la ficción en realidad, vivir de verdad todas aquellas experiencias que no pudo vivir efectivamente. Con esto soñamos todos, con no ser quienes somos, con llevar una vida distinta, mejor y más intensa, que la que llevamos, pero muy pocos se atreven a hacer realidad ese sueño. Marco es uno de ellos. Eso le convierte en un individuo excepcional, ligeramente monstruoso”, afirmó Cercas a EL COLOMBIANO.

A veces uno siente compasión por Marco, luego se escandaliza, luego lo condena, luego trata de comprender... ¿Qué nos pasa con Enric Marco?

“Que nos fascina. Que es una especie de Aleph o de Moby Dick, donde se concentra todo lo que somos. O un espejo en el que todos nos reflejamos”.

Este personaje lo hace a uno pensar en los propios héroes, en los héroes nacionales, globales, ¿serán algunos finalmente una impostura?

“Claro que no. Que todos tengamos algo de impostores no significa que los héroes no existan; claro que existen (y este libro habla de ellos): son aquellas personas capaces de decir No cuando todo el mundo dice sí y más difícil resulta oponerse a la mayoría, en el momento decisivo. Lo único que pasa es que, como la mayoría de nosotros, Marco no es uno de ellos. Al contrario: él es, al menos en este sentido, como la mayoría. Un hombre que hace lo que hace todo el mundo, que siempre o casi siempre dice sí. Aunque, por lo menos, él se da cuenta de que ese sí es vergonzoso. Y por eso miente: para fingir que dijo No y fue un héroe”.

Usted es un personaje del libro, se expone quizá como el mismo Marco a que el lector se haga preguntas acerca de usted mismo y lo juzgue. ¿Cómo se sintió con esto?

“En peligro. Pero es que este es un libro peligroso: para Marco, para mí y para el lector; pero es que la literatura es peligrosa. Por lo demás, que yo aparezca en el libro y que Marco me critique y que yo me critique a mí mismo no es sólo una cuestión de coherencia narrativa, sino también moral: si yo cuestiono a Marco, ¿acaso Marco no tiene derecho a cuestionarme a mí? ¿No tiene derecho a hacerlo el lector? ¿No empieza la crítica por la autocrítica y la ironía por la autoironía? En el libro yo soy el representante del lector: quiero que el lector se cuestione a sí mismo, se interrogue a sí mismo; quiero sacudir al lector, agitarlo, incomodarlo, y para eso tengo que cuestionarme a mí mismo, interrogarme a mí mismo, sacudirme, agitarme, incomodarme”.

¿Qué tan desgastante fue para usted hacer este libro? Fueron nueve años entre el hecho y la publicación

“Ha sido un libro extraño. Por un lado, tardé mucho en decidirme a escribirlo, en gran parte porque tenía miedo de lo que podía encontrar investigando a Marco, en otra parte quizá porque no me sentía preparado para escribirlo, con la suficiente energía para hacerlo. Pero, por otro lado, cuando me puse a escribir lo hice con una rapidez, una facilidad y una alegría que no había experimentado nunca o casi nunca, por momentos como si en vez de estar escribiendo el libro me lo estuviera dictando alguien. Fue como un parto feliz, como si durante nueve años el libro hubiera ido creciendo en mi interior, igual que un bebé en el vientre de su madre, y luego yo no hubiera hecho más que dar a luz”.

Se refiere usted a la fragilidad de la memoria. A la máscara tras la máscara, al hombre que nos mete en su historia. A veces nos da miedo que se revele crúdamente nuestra esencia humana, pero lo leemos ávidamente o lo vemos en las películas con intensidad. ¿Le parece raro?

“Me parece que en su pregunta hay varias preguntas. Que la memoria es frágil es indudable, pero necesitamos la memoria, sin memoria no somos nada, y yo no estoy contra ella, por supuesto; yo estoy contra los abusos de la memoria, o contra el hecho de que la memoria sustituya a la historia. Que todos llevamos una máscara también es indudable, y por eso todos somos un poco impostores, todos somos y no somos lo que somos (como actores en un escenario), todos somos incapaces de mirarnos de frente y sin maquillaje al espejo. Marco es eso pero llevado hasta un extremo monstruoso, que hace más visible lo que somos; Marco es una exageración monstruosa de lo que somos. La literatura siempre es eso: Macbeth es una hipérbole monstruosa de la ambición; Hamlet, de la autoconciencia; Romeo y Julieta, del amor romántico. Pues Marco es una hipérbole monstruosa de la impostura. Todos tenemos un poquito de todas esas cosas; es posible que nos dé miedo saberlo, pero es mejor saberlo, para no convertirnos nosotros mismos en monstruos” .*Invitada por el BBVA

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