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Voyager, la obra de teatro de la escritora chilena Nona Fernández se presentará en Medellín esta semana

Basada en su libro homónimo publicado en 2019, esta pieza teatral hace parte de la programación del Festival de Teatro Comfama San Ignacio, que va hasta el 8 de noviembre.

  • La más reciente publicación de Fernández es Marciano, novela que sigue la historia de Mauricio Hernández Norambuena. FOTO Cortesía Lorena Palavecino
    La más reciente publicación de Fernández es Marciano, novela que sigue la historia de Mauricio Hernández Norambuena. FOTO Cortesía Lorena Palavecino
  • Voyager, la obra de teatro de la escritora chilena Nona Fernández se presentará en Medellín esta semana
05 de noviembre de 2025
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Esta no es la primera vez que la escritora Nona Fernández visita Medellín. Hace poco más de un año fue una de las invitadas al Hay Festival y ahora regresa a la ciudad no como literata, sino como dramaturga y actriz.

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La autora de La dimensión desconocida y Mapocho llegó a la capital antioqueña acompañada por La pieza oscura, compañía teatral de la que hace parte, para presentar Voyager, obra que podrá verse en el Teatro Pablo Tobón Uribe este jueves 6 de noviembre a las 5:00 de la tarde y el viernes 7 de noviembre a las 7 de la noche.

En esta pieza, que hace parte de las funciones de la octava edición del Festival de Teatro Comfama San Ignacio, Fernández es una de las protagonistas. La dramaturga conversó con EL COLOMBIANO sobre la obra, la memoria y la importancia que tiene actualmente el teatro a la hora de hablar sobre recordar.

Voyager está basada en el libro homónimo que publicó en 2019. ¿Cómo fue el proceso de llevar esta obra a escena?

“En La pieza oscura siempre estamos trabajando con dramaturgia propia. Nosotros vamos generando los textos y, hasta ahora, habían sido muy aristotélicos. Comienzo, desarrollo, clímax y desenlace. Y en algún momento a mí esto empezó a inquietarme; quería trabajar con otros materiales que no fueran necesariamente de naturaleza teatral.

En ese juego le propuse a la compañía hacer algo con Voyager, sin tener claridad de lo que podíamos llegar a hacer. Esa es la verdad, porque además es un texto ensayístico que cuenta varias historias que se van constelando en relación con el tema de la memoria. Y fue un desafío para todas. Estuvimos mucho rato pensando cómo se podía llevar a escena y finalmente llegamos al resultado que esta semana podrán ver en el escenario.

Pero fue un proceso largo de reflexionar, pensar, probar cosas, jugar. Luego, después de tener una idea más clara de la puesta en escena, yo comencé a trabajar mejor el texto y a organizar un guion de acuerdo con todo lo que habíamos conversado y probado.

Y así fue. Fue muy desafiante para la compañía, muy enriquecedor también y, bueno, muy entretenido, la verdad. Porque yo creo que parte del ejercicio creativo siempre es estar corriendo los límites. Es muy aburrido cuando uno comienza a hacer siempre lo mismo. Cada trabajo debe, al menos así lo pienso yo, desafiarnos siempre: en su manufactura, en su discurso y en su forma. Sobre todo en su forma”.

La ruptura de la forma se hace evidente porque es poco usual ver un ensayo convertido en obra de teatro. ¿Cuáles son los puntos de encuentro entre estos dos géneros?

“Desde hace mucho tiempo, el ensayo hace parte de mi ejercicio como autora y eso parte de un camino que he ido tomando y que cada vez he vuelto más consciente y también más político: romper los límites, romper los géneros. ¿Qué es ensayo? ¿Qué es crónica? ¿Qué es novela? Mis libros son bien híbridos y también quería dar ese paso en el teatro. En el fondo, vamos a ver una obra de teatro, pero es una obra que, en rigor, es como un ensayo teatral.

Un lugar donde vamos a reflexionar sobre ciertos temas, donde vamos a pensar, donde vamos a lanzar preguntas para que la audiencia se quede con ellas rebotando.

Y yo creo que ahí es donde se encuentran el teatro y el ensayo: en el lugar del pensamiento, en el lugar de la reflexión colectiva, en el lugar del encuentro también, del intentar pensar juntas. Yo creo que eso es algo que nos hace mucha falta en la contemporaneidad, en especial considerando el momento en el que está el mundo”.

Esas preguntas evocadoras de las que habla tienen que ver con el recuerdo y la memoria. Seis años después de haber publicado Voyager, ¿qué nuevos interrogantes y certezas han surgido para usted sobre estos temas?

“Hay algo que circula mucho en la obra que para mí se ha ido reforzando y que he ido comprendiendo a partir de cómo la historia ha ido avanzando. Hay algunas preguntas o reflexiones que se lanzan sobre la posibilidad de encontrarnos en el espacio de la memoria. La obra tiene mucho de eso: de intentar encontrarnos en algún espacio que, en este caso, es el de la memoria, y entender que somos, en general, personas chiquititas que somos más parecidas de lo que creemos. Que hay ciertos espacios a los que la memoria nos lleva, donde circula la humanidad; donde no tenemos colores distintos ni razas distintas, ni límites distintos, incluso a veces ni clases.

Y en la memoria yo creo que podemos encontrar un espacio de comunión. Todas sabemos de qué hablamos cuando hablamos de la muerte de una madre, cuando hablamos de un primer beso, cuando hablamos del nacimiento de un hijo. Y en esos lugares la obra intenta circular, poniendo historias muy específicas, pero que, de alguna manera, nos hacen mirarlas de tal forma que nos podemos encontrar ahí.

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Yo creo que esa es la gran reflexión que, con el tiempo, cada vez que la hemos seguido representando y en los recorridos que hemos tenido en viajes y funciones, hemos ido percibiendo: que por ahí circula algo muy entrañable para la gente. La idea de que no somos tan distintas y de que hay lugares de comunión, y que deberíamos afirmarnos en ellos”.

En ese sentido, el teatro sería uno de esos lugares de excelencia para movilizar memorias...

“Sin duda, yo creo que sí. Y lo más bonito de recordar juntas –que creo que la obra pone mucho énfasis en eso– es recordar como un proceso colectivo, como un proceso cariñoso de comunidad. Que la comunidad recuerde, porque los recuerdos son lo que también las sostiene. Y eso es muy importante”.

Aunque hoy en día da la impresión que reunirse es más difícil que nunca, en parte por la tecnología y las redes sociales. ¿Qué opina sobre esto?

“Exacto. Yo creo que estamos en un momento donde todo, absolutamente todo, nos invita a atomizarnos, a no encontrarnos, a buscar los puntos de disputa.

Creo que estamos viviendo sociedades muy polarizadas. Están ‘los de acá’ y ‘los de allá’, y los puntos de comunión parecen cada vez más difíciles de sostener. Y lo estamos viendo a nivel humanitario. No es un problema solo de Chile, aunque allá se sienta con mucha fuerza en este momento. Tampoco es solo latinoamericano. Estamos viendo cómo el mundo vuelve a dividirse, incluso siguiendo mapas de ruta que ya conocemos.

Vemos cómo los movimientos fascistas vuelven a tomar la agenda. Y una se pregunta: ¿cómo es posible que esto esté pasando otra vez? Si esto ocurrió, históricamente hablando, hace nada. Y es porque no recordamos. Porque no alcanzamos a darnos cuenta de que estamos repitiendo la historia.

Y sí, como dices, todo parece empujarnos a aislarnos. Cada una con su propio recuerdo, su propio mundo, su propio algoritmo, donde la realidad funciona a la medida de cada quien. Pero el mundo no son las redes. Es mucho más que eso. Necesitamos la presencia, la realidad compartida, estar juntas y vivir experiencias en común. Y el teatro te llama exactamente a eso.

A apagar el aparato por una o dos horas y centrarte en algo que no solo te va a pasar a ti, sino que vas a vivir junto a otras personas. Vas a emocionarte, a reaccionar, a sentir colectivamente, con el público y con quienes están en escena. Y eso, hoy, parece casi marciano. Entonces, el teatro es un arte que podría parecer arcaico, pero yo siento que responde a una necesidad profunda del espíritu humano. Por algo ha resistido todo lo que ha resistido”.

<i>Voyager</i>, la obra de teatro de la escritora chilena Nona Fernández se presentará en Medellín esta semana

Las obras y los artistas que estarán en el Festival de Teatro Comfama San Ignacio

Este jueves a las 5:00 p.m. en el Teatro Matacandelas se presentará el actor español Lida Pereda con su obra Lubbert. A las 6:00 p.m., en el Teatro Popular de Medellín (TPM). estará la compañía francesa Compañía Sacekripa con VU, y a las 7:00 p.m. en el Patio Teatro del Claustro Comfama se presentará Hoy no estrenamos de la compañía española L’Om Imprebís.

El viernes y sábado, el bailarín y coreografo Kenji Shinohe estarán en el TPM con K(-A-)O (caritas). Ese mismo día, a las 7:00 p.m. en el Patio Teatro podrá ver Lobo, una obra de teatro de la compañía bogotana Los Animistas.

El cierre del festival será el sábado a las 8:00 p.m. en el Pablo con el concierto de Esteman y Daniela Spalla.

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Preguntas sobre la nota:

¿De qué trata la obra “Voyager” de Nona Fernández?
Explora la memoria colectiva y la conexión humana a través del teatro. Es una reflexión sobre el recuerdo y la identidad.
¿Qué libro inspiró la obra “Voyager”?
Está basada en el libro Voyager, publicado por Nona Fernández en 2019.
¿Quién acompaña a Nona Fernández en escena?
La compañía chilena La pieza oscura, de la cual la escritora forma parte como actriz y dramaturga.
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