Atlético Nacional llega a una nueva encrucijada en este agitado semestre. Este lunes, cuando la pelota ruede en el estadio Atanasio Girardot desde las 8:20 p.m., el equipo verdolaga no solo enfrentará a Millonarios, uno de sus clásicos rivales, sino también el peso de la historia reciente y la presión de no tener margen de error. Ganar o ganar. No hay otra fórmula posible para mantener viva la ilusión de alcanzar la final del fútbol colombiano y seguir soñando con una nueva estrella.
La ecuación parece sencilla sobre el papel: Nacional debe vencer a Millonarios y que Independiente Santa Fe no derrote a Once Caldas (6:15 p.m). Si el equipo bogotano empata o pierde, los de Medellín llegarán a la última fecha de los cuadrangulares semifinales dependiendo únicamente de sí mismos. Sin embargo, la realidad sobre el terreno de juego cuenta una historia más compleja, marcada por estadísticas frías y una racha que pesa como una losa sobre el cuadro paisa.
Y es que Nacional no le gana a Millonarios en el Atanasio Girardot desde el 16 de septiembre de 2017. Aquella noche, los verdolagas se impusieron 3-2, en un duelo intenso que hoy parece un recuerdo lejano. Desde entonces, se han enfrentado 12 veces en Medellín, con un saldo doloroso para la hinchada antioqueña: 5 derrotas y 7 empates. Una racha que duele, que cala en el alma del hincha, pero que también representa una motivación enorme para romperla justo en el momento más necesario. Incluso, el verde ha tenido mejor suerte en El Campín frente a los azules, pero hoy debe recuperar su mística en su estadio y ante su gente.
El rival de turno no solo tiene a su favor el “punto invisible” que le otorga ventaja en caso de empate en el grupo, sino que llega con un plantel fuerte. A pesar de eso, Nacional viene con el pecho inflado luego de una victoria revitalizadora frente a Santa Fe en Bogotá (1-2), que le devolvió el oxígeno a su esperanza y le inyectó una dosis de fe.
“El ambiente para este partido es distinto, la energía es distinta y creo que es un cambio total tras vencer a Santa Fe, porque esa fue una inyección anímica importantísima. Estoy seguro de que vamos a tener un cierre de cuadrangular muy bueno, porque nos faltaban detalles y es muy importante por todo lo que se venía hablando”, expresó el técnico Javier Gandolfi, visiblemente sereno en la previa.
Gandolfi, que ha tenido que navegar en aguas turbulentas desde su llegada, ve en este partido una posibilidad de redención. Su Nacional ha sido criticado, juzgado, pero ahora tiene la oportunidad de responder en el campo.
Alfredo Morelos, quien poco a poco va recuperando el protagonismo en el frente de ataque, también se mostró confiado en la victoria. “Sé que el estadio va a estar a reventar y eso nos va a dar las ganas y las fuerzas para sacar los tres puntos también, lo vamos a lograr”, dijo el delantero cordobés, que busca mantenerse en la senda goleador tras reencontrarse con el gol frente a Santa Fe, al que le marcó doblete.
El Atanasio será un hervidero. Se espera una asistencia masiva de hinchas verdolagas que, como tantas veces, estarán ahí, alentando desde la primera hasta la última jugada. Será una noche de nervios, de cánticos incesantes, de banderas al viento y corazones agitados.
La última vez que estos dos equipos se enfrentaron en el Atanasio, por Liga, terminó en empate 1-1. En aquella jornada, Álvaro Angulo marcó para Nacional y Radamel Falcao, con la frialdad de los grandes, igualó de penalti para los embajadores. Un partido parejo, cerrado, como suelen ser estos clásicos modernos.
Pero este lunes será diferente. Nacional se juega más que tres puntos: se juega la posibilidad de levantar cabeza, de recuperar la fe de su gente, de demostrar que este proyecto todavía tiene alma. No hay excusas. Solo queda dejarlo todo en la cancha.
La hinchada, como siempre, responderá. Pero esta vez espera que sus jugadores también lo hagan. Porque cuando el viento sopla en contra, es cuando más fuerte hay que remar. Y Nacional, herido pero vivo, sabe que aún tiene una oportunidad. Una victoria lo mantendría con vida y lo dejaría a noventa minutos de una nueva final. El reto está planteado. La pregunta es: ¿Responderá el Rey de Copas?
Atlético Nacional llega a una nueva encrucijada en este agitado semestre. Este lunes, cuando la pelota ruede en el estadio Atanasio Girardot desde las 8:20 p.m., el equipo verdolaga no solo enfrentará a Millonarios, uno de sus clásicos rivales, sino también el peso de la historia reciente y la presión de no tener margen de error. Ganar o ganar. No hay otra fórmula posible para mantener viva la ilusión de alcanzar la final del fútbol colombiano y seguir soñando con una nueva estrella.
La ecuación parece sencilla sobre el papel: Nacional debe vencer a Millonarios y que Independiente Santa Fe no derrote a Once Caldas (6:15 p.m). Si el equipo bogotano empata o pierde, los de Medellín llegarán a la última fecha de los cuadrangulares semifinales dependiendo únicamente de sí mismos. Sin embargo, la realidad sobre el terreno de juego cuenta una historia más compleja, marcada por estadísticas frías y una racha que pesa como una losa sobre el cuadro paisa.
Hay que romper la estadística
Y es que Nacional no le gana a Millonarios en el Atanasio Girardot desde el 16 de septiembre de 2017. Aquella noche, los verdolagas se impusieron 3-2, en un duelo intenso que hoy parece un recuerdo lejano. Desde entonces, se han enfrentado 12 veces en Medellín, con un saldo doloroso para la hinchada antioqueña: 5 derrotas y 7 empates. Una racha que duele, que cala en el alma del hincha, pero que también representa una motivación enorme para romperla justo en el momento más necesario. Incluso, el verde ha tenido mejor suerte en El Campín frente a los azules, pero hoy debe recuperar su mística en su estadio y ante su gente.
El rival de turno no solo tiene a su favor el “punto invisible” que le otorga ventaja en caso de empate en el grupo, sino que llega con un plantel fuerte. A pesar de eso, Nacional viene con el pecho inflado luego de una victoria revitalizadora frente a Santa Fe en Bogotá (1-2), que le devolvió el oxígeno a su esperanza y le inyectó una dosis de fe.
“El ambiente para este partido es distinto, la energía es distinta y creo que es un cambio total tras vencer a Santa Fe, porque esa fue una inyección anímica importantísima. Estoy seguro de que vamos a tener un cierre de cuadrangular muy bueno, porque nos faltaban detalles y es muy importante por todo lo que se venía hablando”, expresó el técnico Javier Gandolfi, visiblemente sereno en la previa.
Gandolfi, que ha tenido que navegar en aguas turbulentas desde su llegada, ve en este partido una posibilidad de redención. Su Nacional ha sido criticado, juzgado, pero ahora tiene la oportunidad de responder en el campo.
La importancia de la hinchada
Alfredo Morelos, quien poco a poco va recuperando el protagonismo en el frente de ataque, también se mostró confiado en la victoria. “Sé que el estadio va a estar a reventar y eso nos va a dar las ganas y las fuerzas para sacar los tres puntos también, lo vamos a lograr”, dijo el delantero cordobés, que busca mantenerse en la senda goleador tras reencontrarse con el gol frente a Santa Fe, al que le marcó doblete.
El Atanasio será un hervidero. Se espera una asistencia masiva de hinchas verdolagas que, como tantas veces, estarán ahí, alentando desde la primera hasta la última jugada. Será una noche de nervios, de cánticos incesantes, de banderas al viento y corazones agitados.
La última vez que estos dos equipos se enfrentaron en el Atanasio, por Liga, terminó en empate 1-1. En aquella jornada, Álvaro Angulo marcó para Nacional y Radamel Falcao, con la frialdad de los grandes, igualó de penalti para los embajadores. Un partido parejo, cerrado, como suelen ser estos clásicos modernos.
Pero este lunes será diferente. Nacional se juega más que tres puntos: se juega la posibilidad de levantar cabeza, de recuperar la fe de su gente, de demostrar que este proyecto todavía tiene alma. No hay excusas. Solo queda dejarlo todo en la cancha.
La hinchada, como siempre, responderá. Pero esta vez espera que sus jugadores también lo hagan. Porque cuando el viento sopla en contra, es cuando más fuerte hay que remar. Y Nacional, herido pero vivo, sabe que aún tiene una oportunidad. Una victoria lo mantendría con vida y lo dejaría a noventa minutos de una nueva final. El reto está planteado. La pregunta es: ¿Responderá el Rey de Copas?