El día en que Jorge Almirón pisó la sede de Atlético Nacional en Guarne demostró que la forma adecuada para soñar grandes cosas es hacerlo con realismo. Con los pies en la tierra.
“Sé muy bien a qué equipo vine y cuáles son las obligaciones que implican estar en este club”, afirmó el técnico argentino el día de su presentación.
Luego complementó: “Nacional ganó hace poco una Libertadores y entiendo el anhelo de la hinchada de volver a pelear la Copa. De mi parte garantizo poner todo mi trabajo a disposición de esos grandes objetivos”.
Almirón es el técnico mejor pagado en la historia del fútbol colombiano, pero su decisión de dirigir este plantel no pasó principalmente por lo económico, pues el prestigio de ser subcampeón de América le abría puertas en mercados como el mexicano.
En su determinación de estar al frente del cuadro antioqueño pesó decisivamente el hecho de que acá, encontraría un club de exigencia superlativa que decidió desde hace años echarse encima la obligación de buscar siempre figuración importante en torneos internacionales.
“Es un reto muy bello en la carrera de un entrenador. Te exige superarte. Siempre ha sido un club de un espíritu y un pensamiento diferente al del fútbol colombiano”, expresa Óscar Héctor Quintabani, el último extranjero en dirigir al Verde en una Copa Libertadores de América.
Quintabani reconoce que la ilusión copera de los verdolagas fue convirtiéndose en una obligación con el paso de los años, ha sido una posición valiente de la institución aunque en el proceso requiriera severidad por parte de la hinchada y directivos.
Así lo vivió en 2008 cuando dirigió al equipo en la Copa tras alcanzar el bicampeonato de Liga y quedar, posteriormente, eliminado en octavos ante Fluminense, a la postre subcampeón de esa edición.
“Cuando salís al plano internacional y enfrentás a equipos con el presupuesto y el peso como los brasileños y argentinos entendés que por más proceso que llevés, dar ese salto de calidad cuesta mucho. Pero el Verde no ha visto eso como un impedimento sino como un reto. Eso es valioso”, resalta Quintabani.