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Pedalear en la oscuridad, reto de confianza para vencer el miedo

Medírsele al tándem generó total admiración hacia las personas que lo practican.

  • El equipo de tándem que conformaron Juan Carlos Carreño (adelante) y Carlos Arciniegas cuando competían. Ambos fueron séptimos en los Paralímpicos de Pekín 2008. FOTO archivo ec.
    El equipo de tándem que conformaron Juan Carlos Carreño (adelante) y Carlos Arciniegas cuando competían. Ambos fueron séptimos en los Paralímpicos de Pekín 2008. FOTO archivo ec.
25 de abril de 2017
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Lo único que yo sabía del tándem era que se realizaba en una bicicleta de dos sillas en línea, guiada por un ciclista sin problemas de visión que acompaña a una persona con discapacidad visual. Entonces, primero tenía que conseguir al piloto y después hacerme pasar por alguien con este tipo de discapacidad.

Me enteré que el exciclista santandereano Juan Carlos Carreño, quien fuera piloto de Carlos Arciniegas en los Paralímpicos de Pekín 2008, estaba de paso por la ciudad y ¡qué mejor forma que realizarlo con él!

Los antioqueños Nelson Serna y Sebastián Durango, ambos representantes activos de Colombia en esta modalidad, tenían múltiples compromisos de preparación.

Así que Carreño era la opción y le planteé la idea. Él, muy amable, accedió a realizar la prueba conmigo. Ahora el reto era conseguir la bicicleta. Sin embargo, me dijo que tenía amigos acá con ese tipo de máquinas y, gracias a uno de ellos, Sebastián Flórez, realizamos el reto.

Nos encontramos el Martes Santo en la unidad deportiva de Belén. Carreño continúa practicando el ciclismo, mientras que yo hace más de 20 años no me montaba en una bicicleta, solo las estáticas de los gimnasios. Además, esta no era una bicicleta convencional. Bueno, pero esa era la idea.

-¿Cómo lo hacemos?, pregunté: cerrando los ojos, o me pongo una venda para evitar abrirlos?

Juan Carlos respondió: “Esa sería la forma en que usted experimente verdaderamente la situación”.

Con nervios, le dije a mi esposa que me acompañaba en ese momento que si por favor me conseguía algo para taparme los ojos. Fue a una de las casetas que hacen las veces de tienda allí y me facilitaron un trapo azul, que lavamos debidamente. Lo escurrimos, dejamos secar unos minutos y me lo amarré sobre los ojos.

Carreño se ríe y me dice: “Para hacer esto es necesario un largo entrenamiento, así que vamos a hacerlo lo más fácil posible”. Me guían y me ayudan a subirme en la silla de atrás de la bicicleta, parece que estoy en un vacío, porque con los pies intento buscar los pedales y no los encuentro. Por fin toco uno, después el otro, agarro firmemente el manubrio y le digo a Juan Carlos que estoy listo.

Él da el primer pedalazo pero mi posición nos desbalancea y, si no es por él, hubiéramos caído. Me siento claustrofóbico porque no tengo conocimiento de nada de lo que hay a mi alrededor. Carreño lo nota y dice: “Esa es una de las partes que requiere más tiempo... generar confianza con el piloto ,y usted y yo apenas nos conocemos”. Me explica que seguramente en mi interior no creo en él.

Le respondo que, más que una falta de seguridad, era el miedo de no poder ver y lastimarme. Finalmente, una y otra vez lo intentamos y él me decía cuándo debía girar a izquierda y derecha, pero creo que nunca superamos los 5 kilómetros por hora, mientras pensaba: “¿Cómo estos atletas logran velocidades de 60 kilómetros por hora?”.

Si avanzábamos 20 metros sin tener que detenernos por desbalancearnos o por no pedalear al mismo tiempo, era un gran logro. Tras esa experiencia reafirmé lo que pienso de estos superatletas, seres con poderes especiales y que en un experimento como este nos muestran nuestras carencias frente a ellos.

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deportistas paralímpicos fueron los que representaron al país en Río 2016.

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