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Siempre que daba una entrevista, sobre todo en sus últimos años, remataba el diálogo agradeciendo que aún se acordaran de “un viejo como él”.
En realidad, de no ser por su impecable disposición con prensa y espectadores, y por su memoria prodigiosa que le permitía darse el lujo de contar anécdotas esenciales de su vida y del fútbol colombiano con inusitado detalle, buena parte de la historia del balompié nacional habría caído en el olvido.
Así era Efraín “el Caimán” Sánchez, arquero, entrenador y leyenda del fútbol patrio, quien falleció ayer en Bogotá, a los 93 años. Sánchez nació el 27 de febrero de 1926.
En 1948 se convirtió en el primer colombiano en jugar en el balompié argentino, pues tras una brillante actuación defendiendo el arco de la Selección Colombia en el Suramericano de 1947, el histórico delantero René Pontoni, ídolo de San Lorenzo, y quien presenció en vivo las actuaciones de Sánchez bajo los palos, lo recomendó a su equipo y este no dudó en ficharlo.
Cuando llegó a Buenos Aires los incisivos periodistas argentinos lo abordaron para saber más acerca de la exótica contratación del equipo de Boedo. “Soy de Barranquilla”, dijo con orgullo, según relatan cronistas e historiadores como Guillermo Ruiz, tras lo cual uno de los periodistas recordó la canción escrita por José Peñaranda, en 1926 “Se va el caimán, se va el caimán”.
“De Barranquilla nos envían al caimán”, escribió el cronista en su reseña.
Su ética inquebrantable y amor por el fútbol, sellos que marcaron su vida, lo hicieron partir de Argentina. “Ganaba bien, pero me mantenía en la banca. Además me pedían recomendar jugadores de allá para Colombia. Ninguna de las dos situaciones iban conmigo”, enfatizó entre risas en medio de un homenaje previo al Mundial de Brasil 2014, donde la Federación Colombiana de Fútbol reunió a varias glorias. Luego jugó para América, Cali, Junior, Santa Fe, Nacional y DIM, equipo al cual ayudó para lograr los títulos de 1955 y 1957.
La cúspide la alcanzó en la década del 60 cuando ayudó a conducir a Colombia a su primer Mundial, en Chile 62.
Doce años después, el primer gran ídolo de la Tricolor asumió las riendas y condujo a la Selección hacia el subtítulo de Copa América en 1975, primer gran resultado del combinado patrio.
“El Caimán” no solo fue protagonista de estos dos hitos a nivel de resultados, sino que ayudó a gestar una mentalidad diferente en torno a la Selección. Hernando Tovar, uno de los cinco sobrevivientes del Mundial del 62, y quien fuera asistente de Sánchez 12 años después, recuerda el inestimable aporte del barranquillero. “El equipo que fue a esa Copa América estuvo rodeada de mucho profesionalismo. Él planificó de forma diferente a lo que se hacía hasta ese momento que era un tanto folclórico. Su rigor fue una ventana hacia años futuros”, recuerda Tovar.
Por eso su legado al fútbol nacional se ubica en lo más alto. En abril de 2018, “el Caimán” tuvo un emotivo diálogo con EL COLOMBIANO. En medio de este hizo una invitación y una súplica.
“Hago un llamado a la juventud para que vea entrevistas y videos que hay sobre nosotros y observe que éramos futbolistas humildes que teníamos hambre de triunfar. Esto despertará el sentimiento de pertenencia con el país”.
Y antes de agradecer por tener en cuenta a “un viejo”, dio cuenta de una “vida plena” y rogó que los compañeros que se adelantaron al encuentro con Dios” lo esperaran para “volver a jugar en la gloria eterna”.
Ídolo rojo, líder desde el arco y guía del fútbol colombiano