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A Frank Fabra se le nota un semblante distinto. En sus ojos hay un brillo especial y su sonrisa es constante. Con personalidad y fútbol se ganó un lugar en la Selección Colombia y regresó al Medellín con la convicción de ser campeón y mantener su posición en la Tricolor.
“Es un sueño cumplido, dolió mucho la derrota con Uruguay, pero el profesor Pekerman nos dijo que esta es una Eliminatoria larga y hay tiempo para recuperarse”.
Y es que Fabra tiene una historia muy particular que pocos conocen. Nació en Nechí, un municipio del Bajo Cauca que todavía tiene muchas carencias y, jugar al fútbol, es una de las formas que tienen los niños y jóvenes de esa población para distraerse.
Nace su amor por el fútbol
Fue allí en donde hace unos años estuvo a punto de dedicarse a la pesca o ayudar a sus padres en laminería, pero algunas personas, además de condiciones tienen estrella. El fútbol se fijó en Frank y encontró una respuesta llena de calidad.
Recuerda que a los 7 años vio su primer Mundial sin entender mucho lo que pasaba en la cancha, pero sí con la ilusión de ser uno de esos 22 hombres que corrían tras un balón y que tanto lo divertían.
Era la Copa Mundo de Francia-98 y la vio en un pequeño televisor que compartían varias familias.
Tiene imágenes borrosas de un Faryd Mondragón desconsolado tras la eliminación con Inglaterra, del pase de Carlos el Pibe Valderrama para que Léider Preciado marcara el único gol nacional en ese Mundial ante Túnez. También, de que todo el mundo hablaba de una tal Rumania como el gran agua fiestas de Colombia en estas competiciones.
Siguió creciendo y, ya con 10 años y sin despegarse de su primer balón, un regalo de sus padres en una Navidad, hizo fuerza para que la Selección se quedara con la Copa América que organizó en 2001.
“Admiraba a Giovanni Hernández, a Víctor Aristizábal e intentaba imitar las estiradas de Óscar Córdoba. Imagínese tuve ganas de ser portero”, dice de manera jocosa.
Leonel, amigo y maestro
Frank reconoce la importancia de Leonel Álvarez en este brillante momento por el que atraviesa.
“El profesor fue jugador, me ha contado la historia de todos los sacrificios que hizo para surgir. Entiende el sentir de uno, te habla como un compañero más, te motiva. Él estuvo mucho tiempo en Selección y me ha dicho lo que eso significa y cómo uno puede mantenerse”, explica el oriundo de Nechí.
“Hoy que tengo la oportunidad de estar en la Selección hay tantas personas a las que uno quisiera agradecer. La gente del Envigado, con ellos debuté. También al Cali, en el que mejoré mucho y ni qué decir de esta familia que es el Medellín”.
Sin embargo, Fabra es consciente de que a diario debe ratificar su nivel para seguir en las convocatorias. “Ya llegué, ahora debo mantenerme y quiero que el profesor se fije en más jugadores del Medellín; acá hay muchos con nivel que deberían tener una oportunidad”.
Sabe que el conjunto escarlata tiene el potencial de jugar mejor y cuenta que en eso insiste el técnico constantemente. “En este grupo hay mucha calidad, estoy seguro que podemos encontrar un mejor nivel. Creo que cuando nos aseguremos en los ocho vamos a jugar más tranquilos”.
Frank Fabra no quiere pasar por el Medellín y la Selección como un jugador más, sino como alguien que dejó huella. Que lo recuerden porque fue campeón con el DIM y que jugó un Mundial con Colombia. Va rumbo a ese sueño