“Solo teníamos 20.000 pesos y compramos panes y salchichas. Ese día 30 deportistas recibieron su refrigerio”. El testimonio es de Milena Henao, que junto a su esposo, el boxeador Juan José Ochoa, tuvieron la iniciativa de darles un alimento a los atletas de las distintas disciplinas que acuden diariamente a la unidad deportiva Atanasio Girardot.
Milena confiesa que aquella vez no sabían qué hacer porque el dinero era muy poco y ya habían adquirido el compromiso. “Uno diría que con esa plata no se puede alimentar ni a una sola persona. Pero lo hicimos”, relata con orgullo la mujer.
Así nació Saetas, fundación que desde el 2016 apoya a muchos deportistas de Medellín en sus procesos formativos con un refrigerio para después de los entrenamientos. “El proyecto surgió de la misma vivencia nuestra. A veces no teníamos para darle a nuestros hijos un pasaje o algo para que se alimentaran después de sus prácticas”.
La mujer, que es directora de la entidad, agrega que ellos saben lo duro que es para muchos costear los pasajes y la alimentación, pues como dice, “dedican muchas horas y nosotros hacemos un aporte para que renueven sus fuerzas y puedan continuar”.
Sus hijos, Emily y Juan David, han representado a Antioquia en levantamiento de pesas y ciclismo de pista, respectivamente: “Fueron ellos quienes inspiraron nuestro trabajo con los demás deportistas. Sus compañeros terminaban las jornadas y lo que hacíamos era brindar ese primer alimento”.
Voces de gratitud
De esos apoyos, Milena y Juan destacan la historia de Róbinson Mesa Montoya, practicante de BMX.
Corría 2018 y una trabajadora social del Team Medellín les presentó a este bicicrosista, quien asegura que la Fundación siempre fue importante en su acompañamiento. “Terminaron por ser mis amigos. Mis jornadas de entrenamientos son de 8 horas y encontrar esa recarga de energía es gratificante”, cuenta el pedalista.
El vínculo entre este piloto y los fundadores de Saetas traspasó las fronteras colombianas el 20 de octubre de 2018. Resulta que Robinson viajó hasta Ciudad de México para disputar la Copa Latinoamericana de BMX y lo hizo con una bicicleta que tenía las llantas deterioradas. Tanto así que en una de las prácticas una de ellas explotó y se cayó. “Pensé que no iba a continuar porque los repuestos son costosos”, relata Róbinson.
Su situación llegó a oídos de Saetas que gestionó los recursos para que el corredor pudiera cumplir con la competencia. “Le pude poner nuevos pies a mi bicicleta. Es algo que agradeceré siempre porque en ese torneo fui cuarto a nivel latinoaméricano”.
Saetas también implementó un programa pedagógico y deportivo para niños y jóvenes de la Comuna 6 con clases de patinaje y boxeo, que pretenden expandir a otros lugares de la ciudad.
Iniciativa que se suma a una misión que arrancó hace cinco años y que ha beneficiado a 200 deportistas que, tras los exigentes entrenamientos, reciben alimento que les da energías para seguir soñando con el alto rendimiento
200
deportistas han sido impactados por Saetas en 5 años de operación.