El de Natalia y Juan José es un inmenso amor que se ha cultivado en las aguas.
Ellos, por gracia del hockey subacuático unieron sus vidas y el gusto deportivo en las piscinas, sentimiento que ahora comparten junto con Eloise, la pequeña, quien apenas tuvo el primer contacto con el mundo mágico de su padres.
Natalia Pérez y Juan José Riva se conocieron en el Inem, cuando el club Acanturos tomaba cuerpo dentro del mundillo del hockey subacuático.
Ambos, en condición de pareja, a partir del 2001, se fortalecieron como atletas, a la vez que avanzaban de forma acelerada en sus estudios profesionales.
Juan José se fue para Italia, la tierra natal de su papá, para realizar el semestre de práctica en Arquitectura, en Milán, en tanto Natalia profundizaba en sus conocimientos en Medicina en la rama de la Pediatría.
Luego se juntaron de nuevo en Barcelona, donde tuvieron la dicha de poder hacer parte de equipos de España y jugar en diferentes torneos de Europa, en los que mostraron su acendrado talento, ese que le sirvió a Juan José, para hacer sus pinos internacionales, los que lo llevaron a formar en ligas de España, Francia e Italia.
Ese cariño tan grande que los acompaña y el aporte generoso que le han entregado al deporte de sus amores, les brindó la oportunidad de conocer colegas de su especialidad, a la vez que se convertían en referentes del hockey subacuático ante la CMAS, organismo rector de esta disciplina.
“El deporte lo hemos vivido juntos en estos años. Nos sentimos felices de poderlo hacer, porque cada uno sabe de lo que se mueve en su ámbito. Nos hemos ayudado y complementado. Ahora que llegó Eloise hacemos más equipo y rogamos porque a la niña, -es de signo cáncer-, le gusten los deportes acuáticos”, coinciden en señalar.
Y hay motivos de sobra para estar contentos, porque por un lado está el arribo de Eloise, que vino acompañada con la noticia de la invitación del Internacional Barbarians, para jugar con los mejores del mundo a comienzos de diciembre en Sudáfrica.