“Voy a dejar el tenis y ahora quiero entrenar rugby”, le dijo hace siete años Laura Isabel a sus padres Rodolfo González y Sonia González. Como no sabían de qué se trataba el deporte, en principio no dijeron nada y aceptaron.
Dos meses después se enteraron que era parecido al fútbol americano, porque ‘Lali’, como le dicen a Laura, empezó a llegar un poquito aporreada de los entrenamientos. De inmediato, Rodolfo se opuso, era un deporte peligroso para la mimada de la casa. Aunque Sonia la apoyó.
Laura reconoce que “fue muy difícil entrar al deporte, porque era pasar del estereotipo de la mujer tenista, hija única, a la rudeza del rugby, pero menos mal mis padres después lo entendieron y ahora me apoyan 100 por ciento”.
Al poco tiempo, Laura fue convocada a la Selección Antioquia de rugby. Ya lleva siete años practicando esta disciplina, y desde 2012 haciendo parte de la Selección Colombia. Juega de 9, no como Falcao en el fútbol, sino como James: es la transportadora del balón, la que distribuye el juego a sus compañeras.
Con 23 años, para Laura el rugby es disciplina, amor y perseverancia, la misma que le permitió, al lado de sus compañeras, lograr la histórica clasificación a los Olímpicos de Río de Janeiro.
“Se debe llegar allí a dar lo mejor. Hay que seguir creciendo y pensar en continuar el camino para estar en Tokio-2020”, dice la estudiante de cuarto semestre de Ingeniería Agropecuaria, que con sus amigas tiene clara la meta en los Juegos de Brasil. “La idea es dar lo mejor de cada una, pero un objetivo colectivo es quedar novenas, porque nos daría un cupo al Circuito Mundial. Es algo grande porque sabemos que Colombia no es potencia en rugby, pero es uno de nuestros mayores retos”.