A las 3:00 de la mañana, en su cuarto de habitación, Yeison López aún contestaba mensajes de felicitación a través de su celular. Lo llamó todo mundo y a todos les respondió. Mientras esas personas dormían en Colombia, él protagonizaba en Penang, Malasia, otra gesta brillante a la que ya parece estar acostumbrado: tres medallas de oro, el título de campeón mundial y dos récords mundiales.
“Estoy feliz; esperaba este resultado, pero cuando uno lo analiza se da cuenta de la magnitud”, señaló en diálogo con EL COLOMBIANO mientras intentaba conciliar el sueño ya de madrugada en aquel país. Doce horas antes, este chocoano de 17 años cumplidos en enero pasado, había coronado la mejor actuación de su carrera, ganando a placer la división de los 77 kilogramos del Mundial sub-17. Un ejercicio de 160 kilos en arranque y 191 en envión (351 en total) le ratificaron como el mejor del mundo y la gran carta joven de las pesas colombianas.
“Siempre que subo a una tarima lo hago así -en forma imponente- pero sin llegar a ofender a mis rivales”, señaló el joven deportista que, a los 11 años de edad, es decir hace solo seis, dejó su natal Istmina para radicarse en Cali al lado de sus padres y siete hermanos.
Desplazados por la violencia y en procura de un mejor futuro, los López López vieron como uno de los suyos se había dedicado, con alma y corazón, a un deporte desconocido para ellos pero que ahora le da reconocimiento internacional, como las pesas.
Consolidado entre los más jóvenes
Cinco años apenas le tomó alcanzar objetivos asombrosos después de hacerse pesista -bajo la orientación del entrenador John Rodríguez-. Hoy, luego de una asombrosa progresión, Yeison viene arrasando con todo en las categorías menores y es, para la Federación Internacional de Pesas uno de los cinco mejores halteros del mundo, por marcas.
Y justamente, respondiendo a esa pasmosa progresión, en Penang no solo conquistó el título y los tres oros que lo premian, sino que rompió los registros de su división que estaban en su poder desde enero de este año cuando estuvo en el Mundial de menores en Tbilisi. Los récords quedan en 160-191-351, dejando atrás los de 156-190-346. En ambas ocasiones, la demostración de poder fue bárbara. Ya antes, el año pasado, cuando debutó en mundiales, también se había coronado campeón (en Georgia, EE.UU.), alzando 135-162-297).
En un año, Yeison ha mejorado su marca personal en 54 kilos (total). “Es un gran logro, me siento orgulloso, feliz, muy feliz, porque es el producto de la dedicación, la disciplina, el trabajo duro”, dice Yeison, quien no escatima palabras de agradecimiento.
“Esta actuación se las dedico a mi mamá, a los fisioterapeutas que han estado conmigo en los procesos de recuperación, a mi entrenador Jaiber Manjarrés, a la fisioterapeuta Cristina Pasos, a Yanel Gil, mi consejero, a mis entrenadores, en especial al Gato, John Rodríguez, y a todos quienes han estado pendientes de mi carrera”.
La historia da cuenta de que Yeison se colgó los tres oros, superando a Harrison Maurus (EE. UU.) por 30 kilos de ventaja (145-176-321) y al kazajo Yevgeniy Lomanov por 44 kilos (140-167-307). Dos palabras nada más: ¡qué bárbaro! . n .