x

Pico y Placa Medellín

viernes

3 y 4 

3 y 4

Pico y Placa Medellín

jueves

0 y 2 

0 y 2

Pico y Placa Medellín

miercoles

1 y 8 

1 y 8

Pico y Placa Medellín

martes

5 y 7  

5 y 7

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

6 y 9  

6 y 9

Miss Universo: la corona que ya no encaja

Tras la elección de la mexicana Fátima Bosch como Miss Universo, crece la controversia que cuestiona la pertinencia de un reinado en pleno siglo XXI.

  • Fátima Bosch, de México, ganó el concurso de Miss Universo en medio de las polémicas. FOTO Getty
    Fátima Bosch, de México, ganó el concurso de Miss Universo en medio de las polémicas. FOTO Getty
hace 36 minutos
bookmark

La noticia le dio la vuelta al mundo: la mexicana Fátima Bosch –la misma del escándalo de la primera semana de Miss Universo, a quien un directivo la iba echar del certamen tras una acalorada discusión– ganó el concurso de belleza más famoso y antiguo del mundo. Pero eso no es todo. Según expertos “misólogos” no fue ni la mejor del certamen ni la mejor de la noche y la “corona” se la merecía más Olivia Yacé de Costa de Marfil.

Le puede interesar: Casi la echan del concurso y resultó ganadora, de México es la nueva Miss Universo 2025

Tras la elección hubo abucheo en el Impact Arena de Bangkok, recinto de la gala en Tailandia. Hubo cuestionamientos a Raúl Rocha Cantú, copropietario de Miss Universo, tras las acusaciones de uno de los jurados, Omar Harfouch, quien renunció antes de la gala (también lo hizo el exjugador de fútbol francés Claude Makélélé) y denunció presunta manipulación en la elección de finalistas y en la coronación de Miss México.

El exjurado afirmó en una entrevista para HBO que, antes de la coronación, que Miss México sería la ganadora porque Rocha tendría “negocios con el padre de la concursante”. Incluso aseguró que le pidieron votar por ella “porque sería bueno para su negocio”.

Y ahí se agudizó la polémica sobre la pertinencia, en pleno siglo XXI, de un concurso de belleza, de los intereses escondidos en un evento como este y de que se use la belleza, tan subjetiva, como parámetro de calificación cuando el mundo vive otras realidades y necesidades más apremiantes.

Amplíe la noticia: ¿Quién es Raúl Rocha, el empresario que controla Miss Universo y quedó en la mira tras denuncias de manipulación?

Más allá del reinado

En un mundo donde la devastación climática, las violaciones de derechos humanos y los conflictos armados hacen parte del panorama cotidiano, resulta revelador que un certamen con alcance planetario –y que históricamente presume representar a las naciones– eluda casi por completo esos temas. Miss Universo, que desde 1952 promete escoger a una mujer capaz de simbolizar una feminidad universal, volvió a demostrar que su narrativa gira menos alrededor del contexto global y más alrededor de una industria que opera como un imperio comercial.

Desde Miss América en 1921, cuando se buscaba una apariencia femenina estrechamente definida, hasta las ediciones más recientes donde participan científicas, activistas y representantes de diversas etnias, los concursos han intentado adaptarse a los cambios culturales. La eliminación del desfile en traje de baño en algunos formatos apunta a un esfuerzo por ampliar el concepto de belleza. Sin embargo, a pesar del momento histórico que atraviesa el planeta, 121 países enviaron candidatas al concurso más reconocido del circuito internacional. Ninguna se refirió directamente a crisis que afectan a sus países de origen ni propuso cómo usaría la plataforma para enfrentarlas. Lo que se escuchó, con pocas variaciones, –ante las preguntas de qué mensajes llevarían, por ejemplo, a la Asamblea Nacional de la ONU– fue una consigna repetida que ya se ha escuchado: inspirar a las niñas, ser ejemplo, demostrar que sí se puede o que los sueños se cumplen. En un escenario tan complejo, ese mensaje resulta cómodo, casi inofensivo, y especialmente funcional para un espectáculo cuyo propósito central es sostener su maquinaria publicitaria.

A nivel simbólico, Miss Universo y otros concursos internacionales de belleza convierten a las concursantes en representaciones de territorios completos, pero sin la complejidad social o política que esas naciones enfrentan. Lejos de encarnar debates de fondo, las participantes terminan siendo portadoras de una estética estándar: cuerpos altos y delgados, cabello largo, dentaduras pulidas y vestidos deslumbrantes. La complejidad de los escenarios sociales termina casi diluida en un molde inamovible, más cercano a una coreografía de entretenimiento -como los bailes del inicio de la ceremonia en los que participaron las candidatas- que a un retrato del mundo.

Le puede interesar: Jurado que renunció a Miss Universo había denunciado que el concurso estaba “arreglado” para que ganara México

Este modelo responde a una lógica empresarial. La estructura del concurso –desde los comerciales insertados en la transmisión hasta el tipo de historias que se permite contar– está diseñada para sostener una plataforma global que opera como una monarquía contemporánea.

La corona, convertida en símbolo universal, funciona como insignia de un sistema que prioriza la rentabilidad sobre cualquier propósito social. Justamente, esta edición fue ensombrecida por el escándalo de un supuesto fraude y así las cosas, un evento como este, que niega a mirarse en el espejo, se aproxima más al fracaso y a un futuro incierto y si por insistencia busca permanecer deberá responderle al mundo con argumentos: ¿para qué Miss Universo hoy?

Club intelecto

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida