El espectáculo de medio tiempo de Katy Perry en el Súper Bowl, con su colorido y luces, resultó todo un éxito. Lo fue principalmente por otras personas, incluida una Missy Eliott llena de energía, y por unos efectos con tecnología de avanzada.
Pero pareciera que Perry ni sudó.
La estrella pop comenzó su presentación cantando “Roar” encima de un felino robótico. Su vestuario tenía un diseño de flamas. Parecía estar segura y con la confianza necesaria para enfrentar el gran escenario, su voz sonaba fuerte, por encima de lo que parecía una pista pregrabada.
Después el escenario cambió a una vibra futurista para la pieza con toques electro “Dark Horse” y a una playa para “Teenage Dream” y “California Gurls”. Para esas piezas Perry lució un conjunto de colores y estuvo rodeada de personas disfrazadas de pelotas de playa, tiburones y palmeras.
Junto al escenario había una iluminación azul que simulaba agua. El resultado fue como salido de un video musical.
Perry dependió mucho de los efectos visuales, los colores brillantes, las ilusiones y las luces en este espectáculo, sin basarse tanto en su propio talento. Eso quedó en claro cuando Lenny Kravitz la acompañó para una versión rockera de “I Kissed a Girl”, en la que fue él quien se llevó la atención con su guitarra.
La presentación de 12 minutos se convirtió después en el “Show de Missy Elliott” cuando la rapera huraña llegó al escenario al comienzo de “Get Ur Freak On”. Una década después, la canción sigue sondando como un hit y Elliott rapea como una veterana.
Perry acompañó a Elliott, tratando de bailar a su lado, pero se retiró como una estudiante perdida en una clase de danza. Se puso una camiseta de fútbol extragrande y llamativa, pero no tenía “onda”. Elliott se llevó el show con su interpretación de “Work It” y “Lose Control”.