El talento de mujeres del Pacífico, negras y mineras, se vio en Medellín, acompañadas de la tradición de un grupo de mujeres indígenas de Risaralda durante el desfile de la colección del diseñador Diego Guarnizo, Feliza.
Se llevaron esos aplausos para sus casas porque fueron las que acompañaron a Diego en la creación de Feliza. Un trabajo colaborativo en el que participaron integrantes de la comunidad emberá chamí, que les ha tocado migrar a la ciudad de Pereira por temas de violencia: ellas aportaron los tejidos en chaquiras.
Por su parte, las mujeres afro de Tumaco, que sacan el oro de la montaña, elaboraron los accesorios: convierten el oro en hilo y lo prensan. El resultado fueron aretes y narigueras exclusivos.
Esas historias de este grupo de mujeres que Diego abrazó, con las que trabajó en equipo, quedó plasmado en un video-documental que se proyectó al inicio de la pasarela. Un trabajo dirigido por Sole Olarte. Las fotografías de la campaña estuvieron a cargo del fotógrafo Gustavo Martínez.
Una expresión audiovisual que transportó durante menos de cinco minutos a los asistentes a los rincones del Pacífico colombiano donde hay un montón de mujeres valientes y llenas de esperanza.
Feliza fue una propuesta que narró desde la primera salida. Una explosión de color. Colores que contaron la tradición de esa región del suroccidente de Colombia. Una paleta de tonos que se apegó al sentimiento y estuvo marcada por el rojo y fucsia vibrantes, sumado a una gama de azules. Más allá de las tonalidades se destacaron los estampados con una carga profunda, algo característico en el trabajo de Guarnizo.
Prendas con mucha diversidad. Por ejemplo, en los abrigos y pantalones había un tucán que en la región se conoce como paletón, un animal que solamente se reproduce en el Pacífico y está en vía de extinción.
También se vieron estampados haciendo referencia al viche, esa bebida tradicional: “tomaseca” y “curado” fueron algunas de las palabras.
Esta propuesta tuvo su banda sonora, tres canciones. El grupo de jóvenes afro-bogotano llamado Buluka estuvo detrás de la pieza musical: voces e instrumentos que transmitieron el sentimiento de los pueblos negros.
En total fueron 40 las modelos que lucieron los 63 looks de esta colección compuesta por vestidos, blusas, trajes de baño. Modelos que tenían un factor común: nacidas en el litoral Pacífico colombiano. Mujeres negras que siempre lucieron una sonrisa gigante y melenas llamativas, como la mayoría de mujeres afro de esa parte del país con las que Diego compartió durante varios meses de trabajo, las mismas que lo hicieron llorar de emoción al final de la pasarela.