Ver a Paris Hilton desfilar nuevamente por una pasarela, como si fuera 2003, es una muestra de que en la cíclica moda se está superando el milenio. Todavía se puede ver algo de los 90 que estaban de moda la temporada pasada, como las siluetas simples de los vestidos inspirados en lencería, que vienen del Calvin Klein de final de siglo, solo que ahora empiezan a complejizarse, y el grunge, que estaba de regreso, como si Nirvana acabara de lanzar “Nevermind”, ya se está perdiendo la rebeldía del rock para transformarse en “normcore”, como se vio en Bottega Veneta.
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La imagen de Kate Moss desfilando con una camiseta blanca, unos blue jeans anchos y rectos, y una camisa de cuadros como chaqueta, sin casi maquillaje, define el desfile de esta firma italiana, dirigida por Matthieu Blazy.
El nuevo director apuntó que no quiere vestir celebridades ni tener clientes de alta costura, sino llegar al gran público y así configuró una colección de lujo, con prendas que se pueden ver en los estilos más básicos de cualquier calle del mundo. La riqueza está en los materiales y en las técnicas artesanales con las que se trabajan de los accesorios y prendas en cuero.
Este material también fue clave para Versace, que compuso parte de su colección en looks 100% en cuero: shorts, chaquetas, vestidos, pantalones y accesorios con taches y flecos. El negro fue un gran protagonista, no solo en estos atuendos, sino en los vestidos más básicos ajustados o en los de inspiración lencera, a pesar de que la temporada suele exigir más color. Para contrastar, Donatella escogió el morado oscuro y los infaltables estampados florales y de animal, que siempre asoman la cabeza.