x

Pico y Placa Medellín

viernes

3 y 4 

3 y 4

Pico y Placa Medellín

jueves

0 y 2 

0 y 2

Pico y Placa Medellín

miercoles

1 y 8 

1 y 8

Pico y Placa Medellín

martes

5 y 7  

5 y 7

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

6 y 9  

6 y 9

Especial de Navidad: a la casa de Michel y Patricia ya no se le entra el agua

Lo que empezó como una publicación en redes sociales para cambiar un techo se convirtió en un proyecto para construir una casa nueva.

  • Especial de Navidad: a la casa de Michel y Patricia ya no se le entra el agua
  • Así era la casa de Patricia y Michel antes de la remodelación. FOTO: ARCHIVO PERSONAL
    Así era la casa de Patricia y Michel antes de la remodelación. FOTO: ARCHIVO PERSONAL
  • Especial de Navidad: a la casa de Michel y Patricia ya no se le entra el agua
24 de diciembre de 2025
bookmark

A Michel y a su madre, Patricia, los conocí una mañana de marzo del 2023, cuando buscaba testimonios para escribir un reportaje sobre el hambre en la ciudad: recientemente había salido un estudio que decía que en Medellín una de cada cuatro familias comía menos de tres veces al día. El objetivo era ponerle rostro a esa cifra.

Una mujer de la Junta de Acción Comunal de San Javier me las presentó. Patricia tenía 58 años y vivía con Michel, su hija, que en ese entonces estaba en un proceso de cambio de género, en el barrio Juan XXIII, en la comuna 13. Su casa quedaba en un pequeño planchón en el último piso de un lote en el que, en casas de material y bien terminadas, viven otros familiares con los que (de esto me enteré después) Patricia y Michel escasamente cruzaban palabra.

Puede leer: Las maromas de los paisas para poder mercar

Pasaban (pasan) hambre en serio: cuando tenía cinco años Michel se cayó de la terraza mientras intentaba volar una cometa y quedó con problemas para hablar y moverse. El padre los abandonó después de eso y Patricia se dedicó a cuidar a su hijo. Ninguno de los dos podía trabajar y vendían confites de vez en cuando en el barrio que les alcanzaba para comprar la comida del diario cuando se podía. Michel no se podía quedar mucho tiempo sola en la casa y cuando salía a ayudar a su mamá se cansaba rápido porque todo el cuerpo le dolía.

También se mojaban: la pequeña vivienda estaba parada sobre ladrillos mojados y casi podridos, no tenía puertas y las paredes se podían contar con los dedos. El techo de zinc era un colador. Las camas, la ropa, las pocas ollas, estaban siempre empapadas. Para ir al baño había que salir de la casa, cruzar la terraza y subir un escalón que para Michel era como Cerro Tusa.

Así era la casa de Patricia y Michel antes de la remodelación. FOTO: ARCHIVO PERSONAL
Así era la casa de Patricia y Michel antes de la remodelación. FOTO: ARCHIVO PERSONAL

El artículo de la radiografía del hambre en Medellín se publicó un domingo y tuvo los lectores de siempre. Pero de todos los testimonios que recogí, el de Patricia y Michel me había llamado más la atención, entonces publiqué su historia en Twitter (así se llamaba entonces) donde apenas tenía unos 400 seguidores. Al final de la publicación, dije que quien quisiera hacer un aporte para cambiar el techo de la casa para que al menos no tuvieran que preocuparse por las goteras, me podía escribir un mensaje privado.

Alguien comentó que mejor pusiera un número de cuenta bancaria para hacer donaciones y así lo hice. En menos de media hora llegó la primera transferencia por $200.000. Luego, las consignaciones empezaron a llegar empezaron a llegar como hormigas a un reguero de arequipe. En dos días más de 300 personas consignaron cerca de $20.000.000. La ciudad atravesaba una temporada de lluvia feroz y, al parecer, no eran pocos los que pensaban en el sufrimiento de tantos cada que cae en una tempestad.

También llegaron decenas de mensajes ofreciendo ayudas en especie, entre ellos, el de Panrris, Juan Miguel Durán, el arquitecto fundador de una cooperativa de arquitectura social que se llama Coonvite. Me dijo que con esa plata se podía hacer más que un techo nuevo (que además las paredes viejas no iban a aguantar), que soñáramos en grande y que hiciéramos una nueva casa. Que ellos ponían los diseños y coordinaban el equipo de trabajo, para que el dinero se fuera todo en materiales y mano de obra. Escribió un oftalmólogo que les regaló unas gafas nuevas a ambas y un funcionario de la Alcaldía que las apuntó para algún subsidio.

Siga leyendo: Un favor le devolvió la fe a Wilmar tras quedar cuadripléjico

Nos reunimos con Patricia y con Michel y les dimos las buenas noticias. Empezamos los trabajos un sábado, cuando un grupo de voluntarios, a cambio de un plato de arroz chino, dedicó toda la mañana a subir cientos de ladrillos en cadeneta por casi 50 escaleras y terminamos tres meses después de pasar por una considerable cantidad de imprevistos y dificultades: Michel se enfermó de los riñones, bajar los escombros fue un problema tremendo, Michel y Patricia no tenían para donde irse mientras se hacía el grueso de la obra y, como suele pasar, la plata que parecía tanta, no alcanzó.

Especial de Navidad: a la casa de Michel y Patricia ya no se le entra el agua

Al final, tuvimos que sacar otra vez el sombrero para recoger las últimas monedas y construimos una casa nueva que se volvió en un referente del barrio por su funcionalidad: quedó amplia, segura, bien iluminada, con un espacio de terraza y unas ventanas con una vista panorámica, pero sobretodo y más importante, sin goteras.

La obra también fue un impulso para Coonvite, la cooperativa de arquitectos, que siguió trabajando en mejoramientos de vivienda en toda la ciudad y por ese trabajo recibió hace un año un premio en la Bienal Iberoamericana de Arquitectura en Perú.Michel y Patricia todavía pasan hambre algunos días, no pueden trabajar y sufren con los dolores de la enfermedad y la vejez. Pero, gracias a ustedes, hace más de dos años que no se mojan en la casa.

Club intelecto

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida