La emoción es casi universal. Los últimos minutos del año viejo se viven con sentimientos encontrados. Alegrías, tristezas, sueños, frustraciones. Esa amalgama se refresca generalmente con lágrimas. Con suspiros. Con silencios. Con abrazos que bien pueden ser tiernos, vigorosos, apasionados o fraternales.
Lo que cambia es el escenario del festejo. El más común es un hogar cálido, rodeado de amigos, familiares, vecinos y desconocidos que pasan raudos como el viento repartiendo a cuatro manos sus buenos deseos para el año nuevo.
Entre las opciones restantes hay una, muy internacional, que tiene una creciente legión de adeptos: Pasar el 31 en las cómodas instalaciones de un hotel.
En los últimos ocho años Elkin Raúl Salazar Gallego ha sido el encargado de volver inolvidable esa noche para los clientes del Hotel Intercontinental de Medellín. Los más maduros no buscan la gran rumba y el deslumbrante salón repleto de invitados. Ellos coparán los 150 puestos del restaurante Fogón de Piedra. Tendrán cena caribeña con seis opciones, música con Tierra Fuerte, champaña, consomé al jerez, sombrero, confetis y un mini cañón cuyo estallido marcará el final del 2008. Todo, por 126.000 pesos, IVA incluido.
Los más jóvenes, fiesteros y que se sienten cómodos entre múltiples desconocidos, también tendrán comida y bebida asegurada, amén de un mano a mano entre las orquestas Aracaona y Los hermanos Martelo. Disfrutar el paquete vale 189.000 para los adultos y 79.000 para niños de 5 a 10 años. A estos últimos los atenderán en un salón, con películas, dulces y helados. Quien quiera que una nana cuide a sus pequeños debe pagar 79.000 pesos.
Si el invitado no desea correr riesgos, puede quedarse con su pareja en una habitación superior doble, por 143.000 pesos (normalmente vale 320.000) y empatar en la mañana con una parrillada de 39.000 por persona. Lo consienten tanto, que hasta la salida del hotel, que usualmente es a la una de la tarde, se la corren dos, tres y hasta más horas.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6