El león que hay en una de las caras de la medalla de oro que conquistó en Singapur es el que habita en su interior.
Tranquilo, apacible si se quiere, pero cuando tiene que entrar a resolver las cosas, en la pista de bicicrós, aparece el rugir ganador de un jovencito con estrella.
El de David Oquendo es un nombre para recordar. En menos de quince días tuvo la osadía, y el placer a la vez, de conseguir dos preseas doradas en tierras ajenas. Extrañas.
Una fue alcanzada entre micos, leones, safaris y el cariño de la gente en Sudáfrica, en un Mundial de bicicrós que lo coronó como el mejor de la división júnior, una de las dos categorías de alcurnia en la Unión Ciclista Internacional.
Días después fue hasta Singapur con la delegación de ciclismo de Colombia a los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud. Allí ganó la prueba de BMX y le aportó, además, otro tanto a los ruteros para conseguir el premio dorado por equipos que mucho costó.
Ese león de la medalla que también está en los dólares de Singapur, es el que hay en este muchacho de 18 años que vive en La Estrella -la que también lleva desde niño-, en un hogar en el que todo es deporte, especialmente el bicicrós.
David pinta para grande y su meta está puesta en los Juegos Olímpicos de Londres-2012. Ya sabe, desde cuando viajó por primera vez a los Estados Unidos, a los 13 años, que el camino es largo y a la vez complicado.
Hoy, tiempo después, cuando terminó el bachillerato y habla inglés de forma fluida, otro es su sentir, porque la vida le cambió por completo.
No es tal vez el que más entrene, él lo sabe, pero cuando está en el partidor y suelta ese león que lleva por dentro seguro que está entre los ganadores.
Es un juvenil, apenas, de los que aún se maravillan con todo. Como con ese celular que le regalaron en Singapur, o con los regaños y las multas que le imponen a la gente que tira basuras en las calles de ese país que lo cautivó. "En los Juegos Olímpicos aprendí que en Colombia es mucho lo que tenemos por cambiar. En Singapur todo es disciplina, nadie orina en las calles. Además, la gente sonríe, es educada y muy feliz".
De allí vino extasiado. Estos días han sido mágicos, de casi andar sobre las nubes del éxito, porque esas dos medallas de oro premian esfuerzos y años de dedicación. Los mismos que engendraron al león.
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