Son pocas las ciudades del mundo a las que las atraviesa un río como a Medellín, y no fue propiamente el azar quien escogió que así fuese.
Que un río atraviese una ciudad debe ser visto como un privilegio, al poder contar con una fuente hídrica; algo que en otros tiempos era considerado un sinónimo de riqueza y abundancia.
Un columnista de un diario español reseñaba en alguno de sus escritos algo sobre los ríos en las ciudades de la siguiente manera: "El río ha permitido que las ciudades crecieran en una ribera y en la opuesta. Y las amistades y afectos han crecido gracias a la dificultad de encontrarse. El río es el que trae puentes".
En Medellín, acogimos alguna vez a nuestro río, como lo hace Zaragoza con su río Ebro, Boston con el Charles, París con el Sena, Francfort con el Meno o Berlín con el río Spree. Pero, recientemente hemos abandonado el interés por aceptarlo en nuestro entorno y apropiarnos de él como en otra época, por lo que venimos dándole la espalda casi por completo.
Leyendo algunos escritos sobre Medellín, que hizo el costumbrista antioqueño Tomás Carrasquilla a principios del siglo pasado, me encontré con interesantes relatos de lo que seguramente se vivía en aquella época en la cuenca del río Medellín a lo largo de su paso por el Valle de Aburrá: "Por arriba o abajo del Puente de Colombia te invadía los domingos la estudiantina bárbara. Era la horda anfibia que trasegaba todo el día de tus riberas a tus corrientes, de tus arenales a tus bosques; un juego de aguas y un zambullir perpetuo".
Pero también vaticinó el fin del matrimonio entre los habitantes de Medellín con su río de la siguiente forma:
"Pero, ¡oh río manso y hospitalario! Lo que es gente ¡no volverás a remojar junto a tu villa! La edificación urbana ha invadido tus dominios, y los trenes ferroviarios te pasan por la cara".
Aunque también inmortalizó su grandeza y la fuerza con la que sus ya domados meandros rozarán por siempre las riberas de cemento que le impusieron: "Mas nunca faltarán en tus riberas ni poesía ni hermosura, que por mucho que te dañen la simetría y el confort urbanizadores, nunca podrán avasallar el desgaire armonioso de tu gentil naturaleza".
En 1992 se creó el Instituto Mi Río, el cual estaba facultado por el gobierno municipal para implementar acciones contundentes y efectivas en el cuidado integral de la cuenca del Río Medellín y sus afluentes. Su labor fue buena y llegó a ser reconocida por casi todos los medellinenses, pero por alguna razón que no viene al caso se acabó y nuestro río quedó de nuevo sin doliente.
Con el esfuerzo que viene haciendo EPM en la limpieza de sus aguas, desarrollando el proyecto de una segunda planta de tratamiento en Bello, se da un paso importante hacia la descontaminación del río Medellín.
Ahora solo falta la voluntad política de los gobernantes y la decisión de todos los ciudadanos de disfrutar de él.
Medellín debe acoger su río y apropiarse de él como su eje central.
Debemos integrarlo a los nuevos espacios que ofrece la ciudad con un urbanismo amigable y no tímido como se ha venido haciendo.
Al río Medellín debemos regalarle espacios de esparcimiento, senderos, árboles, escenarios culturales, eventos que nos acerquen a él y no dejar que nuestro único acercamiento sea solo en diciembre, durante la época de "alumbrados".
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6