Ni los niños pueden nacer en Bahía Solano. Los habitantes de este enclave a orillas del Pacífico afirman con resignación que el nuevo hospital quedó muy bonito, pero no tienen ni los medicamentos ni el instrumental para un parto como sí había en el viejo edificio. A la primera contracción, las mujeres salen con sus maridos para el aeropuerto a buscar vuelo que las lleve a la capital chocoana. Los solaneños nacen en Quibdó. Pero hay un problema:
–Sin pista no se puede nacer y menos enfermarse de gravedad –sentencia Fulton Chaverra, "el profe", quien desde hace 35 años sabe de las inclemencias de vivir en un pueblo donde las soluciones estatales nunca han llegado.
Hoy se ajustan nueve días sin los vuelos comerciales de Aerolíneas de Antioquia (ADA) y dos semanas desde que se vio al último avión de la estatal Satena en el José Celestino Mutis, a cargo del municipio desde hace 24 años que lo entregó la Aerocivil.
En el último año y medio es la cuarta vez que suspenden operaciones por las condiciones ruinosas de la pista, aunque de pista poco tiene, como pudo verificar este reportero: no está demarcada, la vegetación crece en los retiros de seguridad y las piedras sueltas de un asfalto vencido son amenaza para cualquier fuselaje o llanta de avión.
Por eso es una odisea para un piloto posarse en esos 1.200 metros de pista carcomida por el descuido oficial para reducir velocidad desde los 110 nudos (unos 200 kilómetros). De eso saben las aerolíneas y los incidentes que han tenido. De ahí que se resistan a volar a Bahía hasta que las condiciones mejoren.
Ahora este pueblo enclavado entre la tupida selva y el océano, de olor a pescado y tierra húmeda, de gente buena y servicial, ahora está a merced de los pocos vuelos que hacen las empresas de chárteres que con aeronaves más pequeñas pueden llegar y partir por el lado menos malo de la pista. Y, claro, lo hacen con sobrecostos en tiquetes y kilo de carga que no hay bolsillo ni contabilidad local que soporte por más tiempo.
Un problema trae otro…
Entre tanto, la economía de este municipio de 15.000 habitantes hace crisis en un macabro efecto cascada, justo al principio de una temporada de pesca deportiva y de vacaciones en uno de los tesoros naturales más preciados de esta parte del mundo, refugio de yubartas (ballenas), tortugas y aves. Un paraíso, pero encerrado. Sin pista.
Sin turistas, unos 15.000 anuales, entre nacionales y extranjeros, en la treintena de hoteles y hostales se quedan las camas tendidas y los comedores sin comensales.
– Con el cierre del aeropuerto muchos llamaron a cancelarnos, teníamos reservas de hasta el 90 por ciento de las habitaciones y ahora toca devolver los anticipos que ya invertimos, pero, ¿con qué –se pregunta la hotelera Nancy Ramírez con angustia.
La preocupación también viaja en lancha para otro centenar de lancheros que ajustan el mercado con travesías de los turistas de pesca deportiva. Eleázar Lozano, conocido como "el Chato", teme que cada vez que suena su celular sea para cancelar otro viaje.
A falta de pista, tampoco puede viajar, a un precio que no dé pérdida, el 90 por ciento de atunes, pargos, chernas y demás especies que unos 850 solaneños le sacan al Pacífico en la primera reserva de pesca artesanal del país. De allí salen unas 1.200 toneladas que se venden en grandes superficies, restaurantes y hoteles del interior del país.
"Sacábamos por Satena para clientes de Bogotá 450 kilos de pescado fresco. Ahora toca mucho menos porque si antes el kilo costaba 2800 pesos ahora el chárter cobra 4000. Estamos perdiendo alrededor de dos millones y medio de pesos a la semana", comenta Francisco Arango, gerente de Red de Frío de Bahía Solano, experiencia asociativa de la que viven las familias de 48 pescadores.
Por iguales razones las cavas de las pesqueras están repletas, pues a todas no les dan los costos para sacar mercancía en barco hacia Buenaventura: después de tres días de viaje, el pescado se paga a menos precio.
En contraste, las verduras y frutas que venían desde Medellín ya son un bien escaso en los mostradores de medio centenar de tiendas del casco urbano. "Las ventas se nos han reducido en un 30 por ciento, no solo por los turistas que esperábamos y no han llegado, sino porque la gente de aquí no tiene cómo pagar un kilo de cebolla a 2000 pesos, nos estamos quedando sin qué vender", advierte Nelson Morales, administrador de un minimercado mientras muestra unos pocos tomates magullados en una canasta.
A esta cadena de desplatados se suman los 80 "rapimotos", como le dicen en Bahía a los 80 transportadores que viven de un motocarro. Sus cuentas también están en rojo: sin antes terminaba el día con 60 mil pesos en el bolsillo, desde que se suspendieron las operaciones aéreas ajusta 15.000 pesos después de pagar 12.000 por galón de gasolina corriente.
¿Quién responde?
Mientras las pérdidas se suman, los solaneños han pensando hasta hacer marchas, protestas y paro cívico. Consideran como mayor responsable de esta angustia que viven al alcalde Francisco Vidal.
A este joven abogado le reprochan no haber ejecutado de forma eficiente y expedita los 1.000 millones de pesos que destinó la Gobernación del Chocó, de regalías, para el mantenimiento de la pista aérea, responsabilidad del Municipio.
Con un primer giro de 500 millones de pesos, incluido los 70 millones para interventoría, la Alcaldía contrató a Constructora Civil Ltda. para ejecutar las obras de reparcheo y adecuación de la pista que debieron ejecutarse en cuatro meses: de febrero a junio de 2013.
Pero no: a finales del año pasado, finalmente el contrato se suspendió por incumplimientos reiterados. Hoy, una oxidada maquinaria y unas canecas de asfalto se ven arrumados en un lote contiguo al aeropuerto. En tanto, hay evidencia de algunos reparcheos en asfalto y otros en concreto rígido en la pista, pero entre ellos ya hay más "cráteres", como los llaman en Bahía.
Y mientras el hotelero y concejal opositor Jorge Iván Chica se pregunta en cuál de los huecos reparchados quedaron los 460 millones de pesos de ese contrato dejado a medias, el alcalde le reconoció a este diario los retrasos en tiempos, alegando que la continua lluvia no ayuda y las obras se extendieron más tiempo para no afectar la operación aérea.
Eso sí, Vidal es contundente en afirmar que no se ha perdido ni un peso: "en esa pista se invirtió la plata y si no es por ese mantenimiento la pista se hubiera cerrado mucho antes", (ver recuadro).
¿Y el resto de los mil millones? Después de los trámites detrás de contratos inconclusos, solo hasta hace 11 días la Gobernación giró, de forma coincidencial con la crisis que desató el cierre de la pista, otros cerca de 249 millones de pesos equivalente al 25 por ciento de los recursos asignados, según el convenio firmado hace 19 meses. El otro monto similar se desembolsará según el avance que tengan las obras.
Esta semana la empresa que aceptó la cesión del contrato ya desembarcó el cemento requerido traído de Buenaventura. También con parte del personal disponible comenzó algunas labores mínimas de barrido y los primeros reparcheos. Ahora está pendiente de una maquinaria que no hay en la población para comenzar las obras en pleno.
Por ahora, la prueba de fuego será el próximo miércoles, cuando ADA y Satena evalúen las condiciones de la pista y decidan si reabren la operación a este destino turístico.
Pero desde ya se sabe que así se ejecuten los 460 millones de pesos, son "pañitos de agua tibia" para la pista. Con ojo técnico, uno de los ingenieros contratistas señala que el mantenimiento se tomará 2 meses.
En lo que están de acuerdo alcalde, hoteleros y pescadores es que se necesita construir una nueva pista, pero en concreto rígido, para lo que se esperan 7 mil millones de pesos de regalías y otros 3 mil millones para reemplazar la caseta actual por un terminal aéreo de verdad.
Esos recursos deberían aprobarse en junio próximo, esta semana se confirmó el voto del proyecto del Gobierno y el Departamento. De ejecutarse, se tomaría unos 10 meses, es decir, que este paraíso verde podría tener pista, si esta vez todo sale bien, en septiembre de 2015.
Esa sería la única solución, no hay de otra, en un municipio que apenas tiene un presupuesto anual de 2.500 millones de pesos y una larga historia de desemedro público y alcaldes investigados y destituidos.
Vidal, con tono político, dice que pasará a la historia como "el alcalde que dio solución "a la papa caliente del aeropuerto". Con lo hecho hasta ahora los solaneños ya "no le comemos cuento", dice un comerciante. Lo cierto es que Bahía sin su pista aérea operando es como un mar sin peces.
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