Joseph Blatter no tiene nada que envidiarle a uno de esos reyes europeos que solo tiene que dedicarse a pasarla bien paseando por el mundo y ratificando que la nobleza se mantiene en pleno siglo XXI.
Este suizo es el presidente de la Fifa y con el respeto que le profesan los dirigentes de las 208 federaciones inscritas y la manera como lo cuida su comitiva cualquier desprevenido en Johannesburgo pensaría que acaba de ver a un monarca y no a un dirigente futbolístico.
Dos guardias de seguridad, uno de pelo indio grandote y el otro un moreno acuerpado, vigilan cada paso del zar del balompié. Mientras Blatter comparte con presidentes de países y los más importantes dignatarios de la política y el deporte.
Los dos guardaespaldas, respaldados por varios policías, están pendientes de las personas que se mueven alrededor del siempre sonriente Blatter.
Al lado de sus vehículos de gama alta (los que mandan en Johannesburgo) los responsables de la seguridad tratan de no intimidar a las personas cuando Joseph conversa con ellas, cuestión que ocurre poco en público y cuando acontece lo hace de prisa. Así se vio este viernes en la encopetada Plaza de Mandela, donde solo hay espacio y precios para las personalidades.
En Sandton City, el lugar exclusivo que reúne tres centros comerciales y el hotel Intercontinental, se encuentra la fortaleza de la Fifa y la de su presidente. Es muy normal verlo compartir en los elegantes cafés, pero cuando alguien desconocido intenta abordarlo los dos agentes grandotes solo intimidan con un "please" que para buen entendedor significa no se le acerque más al hombre que vive como un rey gracias al fútbol, que viste de manera elegante con trajes oscuros y chaquetas que le ocultan todo menos su calvicie, ya que Joseph Blatter esta tan acostumbrado al frió europeo que los 10 grados centígrados de esta ciudad sudafricana no lo invitan a usar un sombrero ni evita que se pasee con cara de satisfacción por manejar la multinacional del fútbol.