El viernes 4 de noviembre el Cauca volvió a ser noticia. No lo fue por chivas bomba ni por ataques a la población civil. Esta vez en esa región, convertida en el corazón de la guerra, había caído el jefe de las Farc.
Nueve días después del golpe más fuerte a la guerrilla, el Cauca sigue en la mira de todo el país. Mientras algunas autoridades dicen que la región sentirá "un alivio" con la muerte del jefe de las Farc, para la población la guerra sigue y el miedo a las represalias de los subversivos se percibe en cada rincón.
Esa temida represalia no se ha hecho esperar. El pasado sábado un artefacto explotó cerca de la Casa de la Justicia del Municipio de Toribío. Siete personas resultaron heridas, entre ellos, el alcalde de Carlos Alberto Banguero.
El domingo antepasado miembros de las Farc explotaron un carrobomba en Jambaló: un policía murió y tres civiles sufrieron heridas. Ese mismo día la estación de policía de Piendamó también fue blanco de pipetas lanzadas que cobraron la vida de un civil.
Pese a los hechos, para el gobernador Guillermo Alberto González la muerte de alias "Alfonso Cano" sí da un "respiro" a la región.
Aunque expertos en conflicto armado califican la muerte de "Cano" como un golpe certero a la estructura de las Farc, auguran días difíciles en Cauca.
Camilo González Posso, director de la Fundación Indepaz, no duda que los ataques se duplicarán. "Ya lo hemos visto en sitios como Jambaló y Caloto. Creo que se viene un periodo de dificultad de un par de años, pues hay una gran presencia militar en la región y eso aumenta la confrontación".
Luego de la operación Odiseo, el presidente Juan Manuel Santos envió refuerzos de la Policía y el Ejército a los municipios cercanos al antiguo refugio de "Cano". Sin embargo, en la zona también siguen cientos de guerrilleros.
Y es que el jefe abatido no llegó solo. Los habitantes denuncian que en las primeras semanas de octubre se vieron llegar dos chivas, cada una con más de 70 subversivos.
Rumoran que venían del Naya, pasaron por Buenos Aires y luego llegaron a la vereda Alta Mira de Suárez. "Esa gente no se ha ido. Sigue aquí y está brava", dice un habitante.
El Personero de Suárez insiste en que esa calma sólo llegará cuando el Estado entienda que "aquí la guerra no sólo se gana con armas, sino con proyectos sociales". Sólo así el Cauca volverá a ser una noticia positiva.
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