El combate vital que libró Íngrid Betancourt, rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) durante más de seis años, es un ejemplo de "fortaleza, dignidad y valentía" que trasciende fronteras y que este miércoles recibió un nuevo reconocimiento internacional.
Íngrid Betancourt, de 46 años, pasó de ser una combativa política a convertirse en una víctima y un símbolo mundial del conflicto interno del país.
Fue el 23 de febrero de 2002, en plena campaña electoral, cuando la ex candidata presidencial fue secuestrada por las Farc.
Fiel a su talante rebelde y sin escuchar advertencias sobre los riesgos, Betancourt viajó al departamento del Caquetá tres días después de que el entonces presidente Andrés Pastrana declarase rotas las negociaciones con la guerrilla, iniciadas en 1998.
En esa zona fueron secuestradas ella y su directora de campaña, Clara Rojas, candidata a la vicepresidencia por el partido Oxígeno Verde. Rojas fue liberada por las Farc el pasado 10 de enero.
En 1998, Betancourt había fundado su propio partido, Oxígeno Verde, de corte ecológico, con el que logró su escaño como senadora, cargo del que dimitió para presentarse a las elecciones.
Años antes, a finales de los 80, se cansó de las mieles de la vida diplomática que le ofrecía su primer esposo, el francés Fabrice Delloyé, padre de sus dos hijos, Melanie y Lorenzo, y de quien se divorció.
Regresó a Colombia en 1990, después de más de una década de permanencia en Europa, donde se graduó en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales.
Tradición política
Miembro de una familia de tradición política, su carrera comenzó en 1994 cuando se presentó a las elecciones legislativas como candidata del gobernante Partido Liberal.
Fue elegida representante a la Cámara por Bogotá, tras una campaña en la que llamó la atención por repartir preservativos en las calles de Bogotá (para frenar "el sida de la corrupción").
Durante su etapa parlamentaria, y pese a pertenecer al Partido Liberal, entonces gobernante, Betancourt emprendió varias acciones de denuncia de la corrupción y se distinguió por su férrea oposición al presidente Ernesto Samper.
Durante su trayectoria pública dirigió sus esfuerzos a impulsar la democracia y la justicia social, así como a la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y la violencia.
Betancourt era considerada por las Farc la "joya de la corona" entre sus secuestrados, debido a la trascendencia internacional que tuvo su secuestro.
En los meses previos a su liberación, el pasado 2 de julio, la familia de Betancourt había intensificado la campaña para lograr un acuerdo humanitario que posibilitara la liberación de la política y de los demás secuestrados en manos de las Farc, recabando el apoyo internacional.
En la Operación Jaque del Ejército Nacional sirvió para rescatarla en la selva, donde atravesó duros momentos como la noticia de la muerte de su padre, Gabriel Betancourt, ex ministro de Educación y embajador ante la Unesco.
Desde su puesta en libertad muchos son las distinciones y homenajes que ha recibido Íngrid, de la que ya, hace muchos años, el poeta chileno Pablo Neruda aventuró sin vacilar: "esta niña llegará lejos", tras leer un escrito que le entregó en su infancia.