Medellín se quedó sin voz. Al paso de los silleteros, la emoción se expresó con gritos de júbilo, de aliento, de felicidad. Muchísimos aplausos. Los campesinos, mientras tanto, sonreían, tomaban un poco de aire y continuaban, orgullosísimos.
El sol alumbró lo suficiente, sin ser muy caliente. Y la lluvia fue de flores, blancas, que cayeron de los helicópteros de la Fuerza Aérea.
Las miradas se concentraron en el desfile. Primero pasó Diego Londoño, ganador absoluto. Después los premiados, los finalistas, la familia Flores, varios grupos artísticos, propios y visitantes, y más silletas: los niños, las emblemáticas, las tradicionales, las monumentales, y los perros silleteros, al final.
Si preguntan por el cansancio, los campesinos no saben de ello. "No señora", dijo María Camila Soto. Gilberto Londoño, con su bastón recorrió su desfile número 51. Y andaba "muy contento. ¡Feliz!" y siguió como si nada. Un silletero pionero, decía el cartel de adelante.
¡Silletero! ¡Silletero!, cantaba el público. Da una vuelta pequeña, a su tamaño. Para María Paulina Zapata era su primer desfile y con su voz pequeña "tengo un poquito de susto, pero a la vez alegría".
Un desfile de muchas flores, de caras sonrientes, de pasos, flores, muchísimas, tanto como los aplausos.
Pico y Placa Medellín
viernes
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