Será que no es suficiente dolor perder a un hijo como para evitar que se repitan historias como las de la familia Maldonado, de Yopal, que vieron morir a su pequeño de dos años, de hospital en hospital, y terminaron recibiendo el cadáver de otro ajeno.
Sucedió en Bogotá, en el Hospital Simón Bolívar, donde el vigilante, y eso es lo más lamentable de la desidia, entregó el cuerpo equivocado y rompió los protocolos existentes para estos casos. La familia se llevó el cadáver hasta Yopal y allá se percató de que no correspondía al de su hijo. Se devolvió otra vez hasta Bogotá, con el dolor y la rabia vivos. La Secretaría de Salud anunció una investigación, una de tantas otras que nadie sabe en qué terminan.
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