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Dante, un nombre muy pedante

19 de septiembre de 2009
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Desde niña me enseñaron que uno no debe meterse en la vida privada de nadie, pero a veces es difícil separar la vida íntima de la pública de ciertos personajes.

A raíz del nacimiento del tercer hijo de Juanes, me voy a meter en su vida privada. Por eso no diré nada sobre su posición obstinada de realizar el concierto de hoy en La Habana, contra viento, marea, dolores y resentimientos, ni de su opinión de que la música es un arma poderosa para la paz, cosa que no creo si con ella se generan divisiones entre los pueblos.

Si algo me gusta de Juanes, además de los ritmos pegajosos de sus canciones, porque las letras tampoco son del otro mundo, es su sencillez. Pero sospecho que empezó a perderla. Y aunque me caigan rayos, truenos y centellas, voy a decir que ahora no me parece tan auténtico. Este paisa que nos hizo poner a todos una camiseta con la leyenda "se habla español", que dice sentirse tan orgulloso de su país, que se crió en "Medallo", que tiene monumento en Carolina del Príncipe, finca en Llanogrande y Fundación para ayudar a las víctimas de las minas antipersonal en Colombia, prefiere que sus hijos nazcan en Miami. ¿Por qué? Ni idea. Pero en unos meses viene, anuncia concierto gratis, se asegura un incremento en las ventas de sus discos, de paso recibe los aplausos de sus seguidores, grita "Medellín es una chimba" y hasta luego, talego.

Muy a mi pesar, porque lo he admirado profundamente, me parece que a Juanes se le pegaron excentricidades y bufonadas de superestrella, reflejadas, por ejemplo, en los nombres de sus hijos. A Luna y a Paloma ya me había acostumbrado, aunque ninguno de los dos me parecen aptos para personas, pero Dante es la tapa de la extravagancia. Lo peor es que el niño llevará el mismo nombre del perro de la casa. No me imagino, en unos meses, cómo acudirán al llamado de alguien, si el niño ladrando, el perro gateando, o "del mismo modo en sentido contrario". No quiero ni pensar que llame la abuela a preguntar por Dante y le respondan algo así como: "ayer lo revisó el veterinario y todo va bien", o "está mudando pelo, nos tiene la casa llena de lanas". ¡Ay, no!

Me parece de mal gusto que a los perros les pongan nombres de personas, como Mateo, Manuela o Dante, un nombre que me parece muy pedante, pero poner al hijo igual que la mascota se me hace una venganza. ¿Qué ha hecho esa criatura para merecer llamarse como el perro? Pero como es Aristizábal, de los Aristizábal de Juanes, el desfile en las notarías será una imagen dantesca en el futuro. Habrá muchos Dante en adelante, porque para imitar bobadas estamos solos, aunque el nombrecito no combine con Restrepo, Jaramillo o Zuluaga.

Me extraña que Juanes, el sencillo, nos salga con esa pesadez. Y todo porque "lo marcó" la lectura de La divina comedia , de Dante Alighieri. Menos mal no fue una de las obras de Maquiavelo. ¿Se imaginan?

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