Si hay un dicho con el que se ríen los padres, y también los hijos, es ese que dice que éstos últimos se creen de mejor familia que los primeros.
Y aunque tal vez sea solo un chiste, lo que pasa muchas veces es que padres e hijos no coinciden en algunas cosas, lo que se vuelve, incluso, todo un conflicto familiar.
Una de las teorías es que "cada generación trae una misión y un trabajo primordial por desarrollar", señala la psicóloga María Claudia Gutiérrez.
Niños con cualidades diferentes en el desarrollo cerebral y mental. Algo así como que son más avanzados y rápidos, como lo cuenta Ignacio Londoño Méndez, director médico del centro de relajación y bienestar Nazco.
Acceden a la tecnología con facilidad, asocian conceptos y concluyen con mayor velocidad, la comunicación se les facilita, están interrogando con constancia y son analíticos e intuitivos.
Esas son algunas de las características que, indica Londoño Méndez, especialista en medicina del estrés y terapia del guión mental, se han encontrado en muchos niños desde los años 80 hacia acá. Antes era uno entre muchos.
A los pequeños que nacieron en esa década, es decir, que ahora andan pasando por los 20 años, se les conoce como índigos. A los niños del 2000 hacia acá, cristales.
"Es como si el pensamiento y la conciencia de la humanidad se estuviese renovando", expone el médico.
Los cristales son aún más rápidos para pensar que los índigo, incluso más pacíficos y más fuertes.
Y si bien no se conoce por qué son diferentes, hay señales que los lóbulos frontales funcionan más rápidamente y que el cerebro se conecta de igual forma. Así lo explica el especialista.
Por tanto, si son niños y jóvenes diferentes a sus padres, los esquemas de enseñanza tradicionales no funcionarán en ellos.
Una enseñanza diferente
Niño es, según Londoño Méndez, "una infinitud de posibilidades. En él está el triunfo o el fracaso, el asesino o el deportista".
Todos están en potencia de... El hecho es convertirlas en capacidades y virtudes y no en discapacidades y errores a futuro. Y en ese proceso los papás juegan un papel fundamental.
Para la crianza de los nuevos pequeños y jóvenes, y en ello coinciden los dos especialistas, el amor es el ingrediente básico. Y otras herramientas. El lenguaje es una de ellas. El médico la llama poderosa e incluso mágica.
La pregunta entonces es cómo hablarles y enseñarles.
El primer consejo del especialista es la verdad. Los nuevos niños no admiten mentiras y utilizarlas es enfrentarse a perder la confianza.
A ello se suma que necesitan razones de por qué eso y no lo otro. No basta con decir 'porque soy su papá y punto'.
María Claudia apunta que "es tener claro que el padre tiene un compromiso de acompañar a su hijo a que se desarrolle, pero siempre debe haber respeto. La disciplina es fundamental, pero no tenemos por qué estar afanados en que yo soy el papá y el que tengo el poder".
La expresión es fundamental para los niños y jóvenes. Necesitan decirlo todo. Antes era la Ley del tape, como lo llama Londoño Méndez: 'Sálgase de la pieza que los niños no pueden escuchar esto'. Hoy es al contrario. Deben aprender a decir lo que sienten y quieren y eso incluye el miedo, la tristeza, el enojo o la alegría.
Ahora bien, es comprender el cambio y el momento y reconocer que "no hay una fórmula mágica y que somos humanos y estamos aprendiendo", subraya María Claudia.
La teoría está ahí. En cada quien está la decisión de asumirla, no tomarla o reinterpretarla.
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