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El agricultor que enamoró la cicla

EL CAMPEÓN DE la Vuelta a Colombia, Sergio Luis Henao sembró papas, ordeñó vacas, vendió guarapo. La fama no se saca de lo suyo.

  • El agricultor que enamoró la cicla | Robinson Sáenz | Sergio Luis Henao, 22 años, el campeón de la Vuelta a Colombia de los 60 años. Con él su mamá María Cecilia, su papá Omar y su hermana Dayana. Atrás, Marlon Pérez, su colega mira el ambiente familiar y de festejo que tuvo el podio de la ronda que contó con el apoyo de la Gobernación de Antioquia.
    El agricultor que enamoró la cicla | Robinson Sáenz | Sergio Luis Henao, 22 años, el campeón de la Vuelta a Colombia de los 60 años. Con él su mamá María Cecilia, su papá Omar y su hermana Dayana. Atrás, Marlon Pérez, su colega mira el ambiente familiar y de festejo que tuvo el podio de la ronda que contó con el apoyo de la Gobernación de Antioquia.
16 de agosto de 2010
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La más familiar de las caras que tuvo el Centro de Alto Rendimiento de Bogotá durante ocho meses fue la de Sergio Luis Henao.

Día a día, dos años atrás, el hoy campeón de la Vuelta a Colombia-Gobernación de Antioquia, asistió a una terapia que resultaba obligatoria.

Si quería seguir siendo ciclista, el nacido en Rionegro tendría que ir allí de forma continua, porque una lesión en los ligamentos de una rodilla así lo obligaba.

Sergio Luis añoraba su casa. Allá en Río Abajo, a once kilómetros de Rionegro, donde siempre tuvo el cobijo de su mamá María Cecilia y su papá Omar.

Checho sabía, que a pesar del terrible accidente que sufrió al chocar contra una moto en Francia, en él estaba la forma de sacar adelante a una familia que se defendía del trabajo de Omar y María Cecilia y de las pocas cosas que les daba el campo.

De niño quiso, recordaba, ser un aventajado agricultor, pero el cultivo de papas que intentó levantar en la parte trasera de la finquita no dio ni para hacer una sopa casera.

Él quería darle mucha mejor vida a los suyos. Los esfuerzos de los progenitores resultaban demasiados. Él sabía que su talento era bastante con el deporte, pero también echa reversa a los años para observar que el intento de ser un futbolista de los que hacen goles a montón no pasó de ser veredal.

Y se llegó el día, rememora con brillo en los ojos, cuando apostó una carrera en bicicleta hasta el alto de los Topos con uno de sus primos, la que se encargó de confirmar que sí tenía el talento para ser pedalista.

Los sueños truncos de su papá, que también fue ciclista, pero de los que trabajan para otros dentro del lote, se vieron plasmados en Sergio Luis. Esa era la alegría igualmente del abuelo y de uno de sus tíos que ya no están.

No pasaron muchos años para que germinara el capullo deportivo del pedal. Todo fue tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos el muchacho fue a parar a las manos del siempre inquieto John Jaime Rivera, uno de los que ha luchado por el ciclismo del Oriente paisa, con el club Cico.

Hoy, Sergio Luis, el que vendiera guarapo con el propósito de ahorrar una platica, mira hacia atrás de nuevo, y ve con alegría el segundo puesto en la Vuelta de la Juventud de 2005. Y con más cara de felicidad, el título que alcanzó a los 20 años en la Clásica Banfoandes, en Venezuela, que le dio el primer lugar en la clasificación de la Unión Ciclista Internacional de América.

"Algún día no tendrás que trabajar tan duro y así de noche", le prometió a su papá, quien por aquel entonces llevaba el sustento a su casa de lo que ganaba cuidando un sembrado de flores cercano a la finquita de Río Abajo.

Mientras tanto, María Cecilia atendía solícita a sus hijos Yuliana, Felipe, Milena y Dayana, quienes iban al colegio, en el que Checho había terminado el bachillerato, con esa misma tanda de frescas ilusiones que manejaba.

Nada de sembrar papas, porque eso no le había funcionado. Menos cogerle las tetas a una vaca para ordeñarla, lo que sabía hacer bien. Con lo que había que jugársela era con el ciclismo, que le mostraba resultados.

El Orgullo Paisa llegó a su vida; y a su lado Rigoberto Urán, quien por su excelsa calidad, pronto tuvo el valor de extender las alas hacia Europa. "Esa fue una amistad que se levantó pronto al lado de un corredor fuera de serie", rememoraría Sergio Luis, quien por fuerza de las circunstancias se enroló en el Tren Rojo, donde encontró a su papá deportivo: Ignacio Vélez.

Los planes fueron muchos con Colombia es Pasión, los éxitos renovados en Europa con repetidos triunfos en España y Portugal, hasta que se llegó otro accidente, esta vez en el Tour del Porvenir, cuando era uno de los señalados para el título.

Otros meses de terapia, de tener toda la calma del mundo, además de un golpetazo más en el Clásico RCN, cuando en un mediodía de un sábado se accidentó al lado de su compañero Fabio Duarte. Más semanas por fuera de las carreteras.

Cabeza fría y corazón siempre caliente, pero abrigado por el cariño de María Cecilia y Omar, quienes sabían que ahí estaba el futuro campeón de algo grande.

Coqueteos con Europa; ofertas van y viene. Pero llegó la voz de su viejo aliado, el Orgullo Paisa-Indeportes Antioquia, para volver por la puerta grande.

Sergio, a los 22 años, observa en el túnel del tiempo y encuentra que su vida sí cambió. Y para bien: un puesto dentro del lote internacional, un liderazgo nacional indiscutido, una buseta de Rionegro que sirve para aportarle al presupuesto familiar, el carro que da mayor comodidad y todo por conseguir.

Pasaron seis años desde que tomó la decisión de ser un ciclista. De esos que ganan. Y siempre con la obstinación de ser un vencedor y de estar igualmente al lado de los suyos. "Que la fama no influya para nada".

Los trofeos inundan la casa; las fotos y los retablos que ya no caben en las paredes. ¿Quiere construir un apartamento cerca de aquí?, le pregunta la mamá. La respuesta fue empezar a levantar otra habitación en la misma finca, de donde no se piensa mover, porque esa es su tierra y esa su gente.

Por nada del mundo se quiere salir de Río Abajo. Todo está allí. María Cecilia le da los gustos a placer, con sus deliciosos frijoles -con los que piensa celebrar hoy el título de la Vuelta-, la infaltable mazamorra y el suculento sancocho de gallina.

La única bicicleta de ruta que posee está ahí. También la cicla de todoterreno y las amistades que ya creen que es un campeón de los famosos de la Vuelta a Colombia en bicicleta. Y por sobre todo, su familia que ama tanto o más que al mismo ciclismo, esa que sufrió lo indecible dos años atrás.

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